PENSAMIENTO DE SANTA MARGARITA MARÍA DE ALACOQUE
Yo clamo al Sagrado
Corazón de mi amadísimo Jesús, que es mi único tesoro, que te regale de la
abundancia de su puro amor.
MEDITACIÓN:
Después de ponerte en presencia de Dios y disponerte para la meditación confundiéndote, dando gracias, pidiendo perdón y las gracias necesarias para sacar el mayor fruto posible; considera:
Después de ponerte en presencia de Dios y disponerte para la meditación confundiéndote, dando gracias, pidiendo perdón y las gracias necesarias para sacar el mayor fruto posible; considera:
1. Jesús ha dicho: "Orad,
para no caer en tentación". No es necesario razonar mucho sobre la
necesidad de la oración. Jesús nos la ordena, y todos hemos experimentado la
necesidad de orar: la necesidad de levantar nuestro corazón, nuestra mirada,
al que es Todopoderoso y Bueno.
En su Diario, Santa
Faustina nos comunica la necesidad universal de la oración: “A
través de la oración el alma se arma para enfrentar cualquier batalla. En
cualquier condición en que se encuentre un alma, debe orar. Tiene que rezar el
alma pura y bella, porque de lo contrario perdería su belleza; tiene que
implorar el alma que tiende a la pureza, porque de lo contrario no la
alcanzaría; tiene que suplicar el alma recién convertida, porque de lo
contrario caería nuevamente; tiene que orar el alma pecadora, sumergida en los
pecados, para poder levantarse. Y no hay alma que no tenga el deber de orar,
porque toda gracia fluye por medio de la oración.”
2. Jesús ha dicho: "Donde esté tu
tesoro, allí estará también tu corazón." Todos tenemos una escala de
valores. Todos consideramos unas cosas, personas o situaciones más importantes
que otras... Todos tenemos un tesoro -alguna cosa, alguna persona, alguna
realidad- que valoramos y no queremos perder. En ese tesoro tenemos puesto
nuestro corazón. El tesoro del cristiano es Jesús; debe ser Jesús. La pregunta
es evidente: ¿mi tesoro es Jesús? Pidamos la intercesión de santa
Margarita María para que como ella nuestro único tesoro sea el Corazón Sagrado
de Jesús, y que por su mediación, seamos colmados de la abundancia del puro
amor.
Da gracias al Señor por este
momento de meditación y antes de terminar haz algún propósito concreto,
realista y firme para vivir lo meditado.