PENSAMIENTO DE SANTA MARGARITA MARÍA DE ALACOQUE
"Si supieseis de cuánto mérito y gloria
es honrar a este amable Corazón de Jesús, y cuán grande será el galardón que
dará a los que, después de haberse consagrado a Él, sólo pretendan honrarle!
Sí, creo que está sola intención acrecentará más el mérito de sus acciones
delante de Dios, que cuanto pudieran hacer sin esa aplicación y pureza."
MEDITACIÓN:
Después de ponerte en presencia de Dios y disponerte para la meditación confundiéndote, dando gracias, pidiendo perdón y las gracias necesarias para sacar el mayor fruto posible; considera:
Después de ponerte en presencia de Dios y disponerte para la meditación confundiéndote, dando gracias, pidiendo perdón y las gracias necesarias para sacar el mayor fruto posible; considera:
1. Jesús ha dicho: "El que
me sigue no camina en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida."
Enseña el Magisterio de la Iglesia que la devoción y culto al Corazón de Jesús
es "el compendio de toda la religión y aun la norma de vida
más perfecta, puesto que constituye el medio más suave de encaminar las almas
al profundo conocimiento de Cristo Señor nuestro y el medio más eficaz que las
mueve a amarle con más ardor y a imitarle con mayor fidelidad y eficacia." Podemos estar seguros que
honrando al Sagrado Corazón, seguimos a Jesús, y no caminamos en las
tinieblas... Hemos de cuidar que nuestro culto sea en espíritu y verdad, con la
única pretensión de agradarle. Esta pureza de intención acrecentará el mérito
de nuestras buenas obras.
2. Jesús ha dicho: "Eres un
empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo
importante; pasa al banquete de tu señor." Aparentemente dar culto al
Corazón de Jesús puede ser anticuado o poco moderno, puede sonarnos a tiempos
pretéritos... y en cambio es la devoción más propicia para nuestra época:
"El hombre del año 2000
tiene necesidad del Corazón de Cristo para conocer a Dios y para conocerse a sí
mismo; tiene necesidad de él para construir la civilización del amor" -enseñaba S.S. Juan Pablo II.
Da gracias al Señor por este
momento de meditación y antes de terminar haz algún propósito concreto,
realista y firme para vivir lo meditado.