Homilía de maitines
29 de junio
SAN PEDRO Y SAN
PABLO, APÓSTOLES
Forma Extraordinaria del Rito Romano
Forma Extraordinaria del Rito Romano
Homilía
de san Jerónimo, presbítero
Comentario sobre
Mateo 1-3, cap. 16
Con
razón pregunta el Salvador: ¿Quién dicen los hombres que es el hijo del hombre?
Los que solo ven en él al Hijo del hombre, son, en efecto, hombres, pero los
que reconocen su divinidad, son llamados dioses, no hombres. “Los discípulos
respondieron: unos dicen que Juan el Bautista, otros Elías.” Me asombre de que
ciertos intérpretes se pregunten la causa de estos errores y procuren sentar
mediante largas discusiones por qué los unos pensaron que Nuestro Señor
Jesucristo era Juan Bautista, otros Elías, otros Jeremías, o algún otro
profeta, ya que pudieron engañarse tomándolo por Elías o Jeremías, del mismo
modo que se engañó Herodes tomándolo por Juan Bautista, cuando decía: “Este es
aquel Juan a quien yo mandé cortar la cabeza, el cual ha resucitado de entre
los muertos y por eso hace milagros.”
“Y
vosotros, quién decís que soy yo?” Lector prudente, pon atención, de
conformidad con la continuación y el texto del discurso, en que los Apóstoles
no son del todo llamados hombres, sino dioses; porque sólo después de haber
dicho: “Quién dice los hombres que es el Hijo del Hombre?”, añade lo siguiente:
“Y vosotros, ¿quién decías que soy yo?” Mientras que los otros, porque son
hombres, piensan de mí cosas enteramente humanas, vosotros que sois dioses,
¿quién creéis que soy yo? Pedro, en nombre de todos los apóstoles, hace esta
profesión de fe: “Tu eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo.” Dice Dios vivo, a
diferencia de esos dioses que pasan por dioses , pero que están muertos.
“Y bienaventurado eres,
Simón, -respondiendo Jesús, dijo-: Bar Jona:” Corresponde al testimonio que el Apóstol ha dado de él.
Pedro había dicho: “Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo.” La confesión de
la verdad fue recompensada: “Bienaventurado eres, Simón, hijo de Juan.” ¿Por
qué? “Porque ni la carne ni la sangre te han revelado esto, sino mi Padre.” Lo
que ni la carne ni la sangre pudieron revelar, lo reveló la gracia del Espíritu
Santo. Así, pues, a consecuencia de su profesión de fe, recibe un nombre en el
cual se halla expresada la revelación del Espíritu Santo, y aun merece ser
llamado hijo de este Espíritu.; “porque la locución “Bar Jona” se traduce en
nuestra lengua por “hijo de la paloma.”