Oraciones para comenzar y terminar cada día
PENSAMIENTO DE SANTA MARGARITA MARÍA DE ALACOQUE
"A pesar de toda oposición, este Divino Corazón
eventualmente triunfará. Dichosos los que han sido instrumentos para establecer
su Reinado."
MEDITACIÓN:
Después de ponerte en presencia de
Dios y disponerte para la meditación confundiéndote, dando gracias, pidiendo
perdón y las gracias necesarias para sacar el mayor fruto posible;
considera:
1.- Jesús ha dicho: “Me ha sido dado todo poder en
el cielo y en la tierra.” Al comenzar el mes de junio dedicado al Corazón de
Jesús hemos de reflexionar en primer lugar de quién es este corazón que
veneramos. Es el Corazón de Jesús, el Hijo eterno del Padre que desde el
principio estaba junto a Dios y es Dios, que en la plenitud de los tiempos se
hizo hombre en el seno de la Virgen para morir por nosotros en la cruz. A los
tres, resucitó glorioso triunfante de la muerte y ahora de nuevo en la gloria
del Padre vive para siempre. Jesucristo
es Señor y Rey del Universo y todo le está sometido. Pero él, quiere toda la
creación y también las voluntades de los hombres se sometan a él por amor en
libertad. Podría hacerlo al estilo mundano, obligando, forzando, imponiendo…
Dios no es así, él no quiere nuestro servicio impuesto, sino libre. Ha recibido
toda potestad, él, el Omnipotente; pero
ante la libertad del hombre se detiene. Dile hoy a Jesús con san Ignacio de
Loyola: “Toma, Señor, y recibe toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento, y
toda mi voluntad. Todo lo que soy, todo lo que poseo. Tú me lo diste; a ti,
Señor, lo torno. Todo es Tuyo. Dispón de mí según Tu voluntad. Dame tu amor y
gracia, que eso me baste.”
2.- Jesús ha dicho: “Id, pues, y haced discípulos.”
Convencidos de la gran misericordia que el Señor ha tenido con nosotros al
mostrarnos la verdad y darnos la voluntad de querer someternos a su dulce
imperio, no podemos quedarnos cómodamente resignados ante tantos hombres y
mujeres que desconocen el amor de Cristo. Hemos de hacernos instrumentos para
que su reinado llegue a todas las almas. ¿Cómo? Con nuestra vida coherente, con
nuestro testimonio y apostolado, con nuestro amor.
Da gracias al Señor por este momento
de meditación y antes de terminar haz algún propósito concreto, realista y
firme para vivir lo meditado.