viernes, 14 de marzo de 2025

DÍA 15. EL CORAZÓN DE SAN JOSÉ ERA TODO DE JESÚS

 DÍA DECIMOQUINTO

El Corazón de San José era todo de Jesucristo.

 

 MES

EN HONOR

A SAN JOSÉ

Por un sacerdote

de la Congregación de la Misión

 

ORACIÓN PARA COMENZAR TODOS LOS DÍAS

 

Por la señal de la santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Poniéndonos en la presencia de Dios, (breve silencio)

pidiendo el auxilio de la Virgen María (breve silencio)

y del Ángel Custodio, (breve silencio)

acudamos a la presencia del Glorioso San José y supliquemos:

 

Dios te salve, José, lleno de la gracia divina.

Entre tus brazos descansó El Salvador

y ante tus ojos creció.

Bendito eres entre todos los hombres,

y bendito es Jesús,

el hijo divino de tu Virginal Esposa.

San José, padre adoptivo de Jesús,

ayúdanos en nuestras necesidades familiares,

de salud y de  trabajo,

hasta el fin de nuestros días,

y socórrenos a la hora de nuestra muerte. Amén.”

 

DÍA DECIMOQUINTO

El Corazón de San José era todo de Jesucristo.

 

Mi corazón es todo para vosotros, dicen los padres a sus hijos, y sólo vivimos para vuestro beneficio, y nos aplicamos de la mañana a la noche en los negocios para procurar vuestro bienestar, para mejorar vuestra fortuna, para dejaros en tal condición que no necesitéis de nadie más. Pero los padres nunca se preocupan de los intereses de sus hijos sin tenerse en cuenta a sí mismos y sin complacer su amor propio. Nuestro San José no era así. Habiendo llegado a ser el más feliz de todos los padres, y llegado el momento de ejercer su paternidad, no hizo nada que no hiciera únicamente por su Jesús, siendo todo su corazón para Jesús. Estaba completamente ocupado con los intereses de su Hijo, y se ocupaba de ellos hasta tal punto que olvidó todos los demás asuntos e incluso a sí mismo. Todas las facultades de su mente, todos los afectos de su corazón, toda la fuerza de su cuerpo fue empleadas en él. Por él sudó, por él veló, por él se expuso a muchos peligros. Si trabajaba tanto en su taller, lo hacía para ahorrarle molestias a Jesús; si emprendía largos viajes, era para procurarle la salvación y el descanso. Y este padre amantísimo no se contentaba con mostrar su celo por Jesús con acciones externas, sino que empleaba todos sus esfuerzos interiores, sabiendo bien que el Salvador tenía todas las inclinaciones de su Padre eterno, que, siendo un espíritu purísimo, quiere ser servido en espíritu. Y por eso nunca dio libertad a su espíritu para producir un pensamiento, ni a su corazón para formar un afecto que no se refiriera al servicio de su Jesús. Si los ángeles hubieran tenido alguna entrada en su corazón, habrían visto con admiración que todas sus ocupaciones interiores tendían a Jesús, a agradar, a dar gusto y honor a este Bien supremo, así como sus acciones exteriores se ordenaban a servirle. La excesiva complacencia que la mayoría de los padres tienen hacia sus hijos es la fuente fatal de un gran número de pecados que ellos cometen; pero la condescendencia y el amor excesivo que San José tenía por Jesús, y la solicitud de consagrarle todo su ser y todas sus operaciones internas y externas, eran la prueba de su santidad y de su ardentísimo afecto hacia este Hijo suyo. ¡Feliz padre que supo entregar todo su corazón a su hijo sin negarle nada a su Dios, y que supo entregarlo todo a Dios sin quitarle nada a su hijo! El objeto del amor de José era infinitamente amable y digno de infinito amor, y por eso se entregó intencionadamente por entero a Jesús, y si algo hubiera podido reprocharse, habría sido el no amarle mucho, pero como su corazón era todo de Jesús, le amó tanto como pudo, según la sobreabundante medida de la gracia que había recibido.

Almas privilegiadas, que habéis sido colmadas por el Señor de tantas gracias de predilección, debéis seguir e imitar a San José: debéis aplicaros a amar a Jesucristo como él lo hizo con la plenitud de vuestros afectos y excluyendo de vuestro corazón todo otro amor. Jesús, el esposo de vuestras almas, es un esposo extremadamente celoso y no permite divisiones en vuestros corazones. Él lo quiere todo porque lo merece. Él lo quiere todo para sí mismo porque él es quien lo creó y lo creó todo para sí mismo. Si empleas cualquier parte de tu corazón en favor de las criaturas, se lo quitas a Él, y le quitas un bien que sólo a Él le pertenece, y que no puede compartir con los demás. Debes amarlo absolutamente sólo a él y a todo otro objeto por Él mismo, porque Él te lo ordena, y amarlo tanto como Él quiera. De este modo todas las acciones de tu corazón tenderán a Él como a su fin y se concentrarán en Él como a su centro.

 

JACULATORIA

Oh prudentísimo san José, ruega por nosotros.

 

AFECTOS

Oh José, siervo fiel y prudente de Dios, y por tanto destinado a regular y gobernar la más santa familia del mundo, ¡qué sublimes lecciones de prudencia me has dejado en lo que continuamente obraste respecto de Jesús como de María, y en tantas circunstancias de tu preciosa vida! Sí, admiro mucho esta virtud, y al mismo tiempo deseo poder imitarla, tanto más cuanto siento una gran necesidad de una virtud tan noble y bella, tan difícil y necesaria, sabiendo por experiencia que mis infidelidades tienen muy a menudo su origen en la imprudencia. Y en particular deseo que imploréis para mí prudencia de la lengua, del hablar y del callar según las circunstancias en que me encuentre. ¡Ah! Si me alcanzas esta gracia, oh querido San José, tendrás en mí un devoto digno de Ti para tu mayor gloria, y yo entonces, habiéndome hecho más fuerte bajo tu protección y más estable en mis deberes, podré trabajar por mi santificación con más fidelidad y con mayor éxito, y aseguraré mi salvación eterna.

 

LETANÍAS A SAN JOSÉ

Indulgencia de 5 años, cada vez que se recitan. Indulgencia plenaria si diariamente se recitan devotamente durante un mes. Pio XI, 25 de marzo de 1935

 

Señor, ten misericordia de nosotros

Cristo, ten misericordia de nosotros.

Señor, ten misericordia de nosotros.

 

Cristo óyenos.

Cristo escúchanos.

 

Dios Padre celestial,

ten misericordia de nosotros.

Dios Hijo, Redentor del mundo.

Dios Espíritu Santo.

Santa Trinidad, un solo Dios.

 

Santa María,

ruega por nosotros.

San José,

ruega por nosotros.

Ilustre descendiente de David.

Luz de los Patriarcas.

Esposo de la Madre de Dios.

Casto guardián de la Virgen.

Padre nutricio del Hijo de Dios.

Celoso defensor de Cristo.

Jefe de la Sagrada Familia.

José, justísimo.

José, castísimo.

José, prudentísimo.

José, valentísimo.

José, fidelísimo.

Espejo de paciencia.

Amante de la pobreza.

Modelo de trabajadores.

Gloria de la vida doméstica.

Custodio de Vírgenes.

Sostén de las familias.

Consuelo de los desgraciados.

Esperanza de los enfermos.

Patrón de los moribundos.

Terror de los demonios.

Protector de la Santa Iglesia.

 

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo:

perdónanos, Señor.

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo:

escúchanos, Señor,

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo:

ten misericordia de nosotros.

 

V.- Le estableció señor de su casa.

R.- Y jefe de toda su hacienda.

 

Oremos: Oh Dios, que en tu inefable providencia, te dignaste elegir a San José por Esposo de tu Santísima Madre: concédenos, te rogamos, que merezcamos tener por intercesor en el cielo al que veneramos como protector en la tierra. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén

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Querido hermano: si te ha gustado esta meditación del mes de san José, compártela con tus familiares y amigos.

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Ave María Purísima, sin pecado concebida.