viernes, 28 de marzo de 2025

SANTO EJERCICIO DEL VIACRUCIS. MISAL DIARIO DE DOM GASPAR LEFEBVRE

 


SANTO EJERCICIO DEL VIACRUCIS

DEL MISAL DIARIO

DE DOM GASPAR LEFEBVRE

 

Por la señal de la santa cruz…

 

Oración ante el altar mayor

Vamos a recorrer, oh Jesús, en unión con María, madre de los dolores, la vía dolorosa por la que has pasado para consumar nuestra redención en el calvario. Llene esta meditación de los principales misterios de tu pasión nuestras almas de dolor por nuestros pecados y de reconocimiento por tu gran amor para con nosotros.

 

Acto de contrición: Señor mío Jesucristo…

***

Al principio de cada estación se dice:

V/. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos

R/. Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.

 

Después de la meditación de cada estación puede rezarse un Padrenuestro, Avemaría y Gloria.  Y al final de cada estación:

V/. Señor, pequé.

R/. Tened piedad y misericordia de mí y de todos los pecadores.

V/. Bendita y alabada sea la Pasión y Muerte de nuestro Señor Jesucristo

R/. Y los Dolores de su Santísima Madre al pie de la cruz.

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1ª ESTACIÓN

“JESÚS ANTE PILATOS”

Caifás y el Sanedrín han condenado a Jesús a muerte. Pero Palestina es un país tributario de Roma y hace falta la autorización del procurador para ejecutar la sentencia. Por miedo a los judíos, que desprecia; por miedo a perder su puesto y a incurrir a la desgracia del César, Pilatos permite se aplique a Jesús el suplicio reservado a los esclavos, el suplicio de la cruz.

«Por tu amor ―dicen los improperios― he castigado a Egipto en sus primogénitos; y tú me has entregado a la muerte después de haberme azotado. He caminado ante ti en columna de nube; y tú me has conducido al pretorio de Pilatos»

 

2ª ESTACIÓN

“JESÚS ES CARGADO CON LA CRUZ”

Según costumbre, los condenados a la cruz debían cargar con el instrumento de su suplicio: dos trozos de madera mal escuadrados y dispuestos en forma de “T”.

«Ha sido colocado en el rango de los malhechores» había escrito Isaías, y como los bandoleros, los perturbadores del orden público, los esclavos amotinados, Cristo, el Hijo de Dios hecho hombre recorre las calles de Jerusalén, cargando la cruz.

«¿Es acaso ―dicen los improperios― porque te he conducido por el desierto durante cuarenta años, alimentado con el maná, y porque te hice entrar en la tierra prometida, que has preparado una cruz a tu salvador?» «Pueblo mío, ¿Qué te he hecho yo?, respóndeme»

 

3ª ESTACIÓN

“JESÚS CAE POR PRIMERA VEZ”

Hay que andar algo más del medio kilómetro para ir de Pilatos al Gólgota, y el camino es difícilmente practicable. Jesús avanza por en medio de la turba hostil cuyo odio atizan los sinhedritas. Agotado por los sufrimientos soportados desde la víspera, cae en tierra. Tú, a quien Pedro, Santiago y Juan han visto en la Gloria del Tabor, tú, que has multiplicado los milagros en el curso de tu misión terrenal; tú, el Dios fuerte, vienes a caer. Pero te levantarás animosamente. Danos la fuerza para hacer lo mismo en todas las circunstancias duras y penosas de nuestra vida.

 

4ª ESTACIÓN

“JESÚS ENCUENTRA A SU SANTÍSIMA MADRE”

El viejo Simeón, en el día de la presentación en el tempo, había dicho a María: “Una espada de dolor atravesará tu corazón.” Esta profecía se viene realizando literalmente desde la huida a Egipto hasta este doloroso momento, hasta el momento tan próximo y tan terrible de la Crucifixión.

Oh María, madre de los dolores, nosotros hemos contribuido con nuestros pecados a los sufrimientos de tu divino Hijo, ayúdanos a deplorarlos, uniéndonos de todo corazón a los tormentos que tú has soportado durante la pasión de Jesús.

 

5ª ESTACIÓN

“SIMÓN DE CIRENE AYUDA A JESÚS A LLEVAR LA CRUZ”

Obligaron a un tal Simón de Cirene a llevar la cruz de Jesús. Así nos presenta el Evangelio a Simón, padre de Alejandro y de Rufo. No obran de este modo los verdugos por conmiseración para con el Divino condenado. Están viendo que su debilidad va en aumento y temen pueda morir antes de llegar al calvario.

Libremente nos has rescatado, Oh Jesús, pero pides nuestra cooperación. Te hemos de ayudar a llevar la pesada cruz, aceptando todas las crucecitas que tu providencia nos reserva; ellas servirán para nuestra santificación y para expiación de nuestras faltas.

 

6º ESTACIÓN

“UNA PIADOSA MUJER ENJUGA EL ROSTRO DE JESÚS”

Hay una tradición que nos presenta a Verónica atravesando las filas de esta cruel turba y adelantándose con un velo para enjugar la cara del Salvador, aquella cara cubierta de sudor, de sangre, de salivazos y Jesús, prodigio de amor ―como la entrega del amante al amado―, deja en él estampada su figura. A pesar de la rechifla, los sarcasmos y las sonrisas, ella ejecuta su gesto compasivo. Del mismo modo, algunos fieles amigos no temen manifestar su lealtad en el momento en que la causa de Cristo parece comprometida.

¿Cómo nos hemos portado en tales casos? ¿Hemos tenido el valor de mostrarnos siempre fieles discípulos de Cristo? Perdón, Jesús, por nuestras cobardías, por nuestras negaciones.

 

7ª ESTACIÓN

“JESÚS CAE POR SEGUNDA VEZ”

A pesar de la ayuda del Cirineo, tan debilitado se haya Jesús, que cae en tierra por según vez.  Es precisa una voluntad sobrehumana para mantener un soplo de vida en este cuerpo torturado por la flagelación y la coronación de espinas, en que tanta sangre ha perdido y que ahora es aplastado por el peso de la cruz.

Pero también ahora, con una energía enteramente divina, se levanta el Salvador. Después de habernos dolido de nuestras faltas y de habérsenos perdonado las mismas, hemos tenido que deplorar diversas recaídas. También queremos nosotros, oh Jesús, como tú, seguir valerosamente a pesar de todo, nuestro camino.

 

8ª ESTACIÓN

“JESÚS ENCUENTRA A LAS HIJAS DE JERUSALÉN”

Y le seguía una gran muchedumbre de pueblo y mujeres que se golpeaban el pecho, se lamentaban por él. Pero Jesús les dijo: «Hijas de Jerusalén, no lloréis sobre mí, sino llorad sobre vosotras y sobre vuestros hijos».

A pesar, pues, de los intolerables sufrimientos, Jesús piensa ante todo en las pruebas que se avecinan a su pueblo.

Haz, Jesús, a nuestra alma generosa como la tuya, que sepa olvidar sus penas, sus dificultades, sus cansancios para ver y prever las penas de los demás, a fin de comprenderlas y ayudar a las almas que lo necesiten.

 

9ª ESTACIÓN

“JESÚS CAE POR TERCERA VEZ”

El cortejo se aproxima al Calvario; la debilidad del salvador se acentúa, y cae por tercera vez.  ¡Cuáles debieron ser el temor y la cólera de los verdugos! ¿No van a disponer sino de un cadáver para fijarlo en la cruz?

Pueden tranquilizarse, aun tendido en tierra, Cristo sigue siendo Dios, el dueño del mundo, que entregará su vida cuando quiera. Hay veces, en que el esfuerzo que se nos exige nos parece penoso. Es posible que en nuestro caminar hacia el bien hayamos tenido paradas, retrocesos, caídas y recaídas. Es posible que no hayamos creído en la utilidad de nuestros esfuerzos. En adelante, como tú, oh Jesús, y por tu gracia, hemos de avanzar valerosamente.

 

10ª ESTACIÓN

“JESÚS ES DESPOJADO DE SUS VESTIDURAS”

Tomaron los soldados las vestiduras y las dividieron en cuatro partes, una para cada soldado. Tomaron también la túnica y se dijeron entre sí: «No la desgarremos, tiremos a suertes para quien ha de ser». Fue ello para que se cumpliera esta palabra de la escritura: «Se han repartido mis vestiduras y mi túnica la han echado a suertes»

Aceptas, oh Jesús, este aumento de dolor y esta humillación… y quieres expiar, bajo la mirada insultante de la turba, todas nuestras faltas de sensualidad. Jesús, tú que amas la pureza, ten piedad de nosotros.

 

11ª ESTACIÓN

“JESÚS ES CLAVADO EN LA CRUZ”

Allí, dice San Juan, lo crucificaron y a otros dos con él, uno a cada lado, y Jesús en medio.

Con la precisión que les da el hábito, los verdugos hunden los clavos en las muñecas y en los pies. 

El fin que se persigue en este suplicio de la crucifixión, no es el de hacer morir inmediatamente al condenado, sino el de acumular el máximo de sufrimiento y provocar lentamente la muerte. «Pueblo mío ―dicen los improperios―, te he levantado desplegando una gran fuerza; tú me has clavado en el patíbulo de la cruz» «Pueblo mío, ¿qué te he hecho yo?, respóndeme».

 

12ª ESTACIÓN

“JESÚS MUERE EN LA CRUZ”

Mientras los príncipes de los sacerdotes se ríen burlonamente y blasfeman, mientras las tinieblas se apiñan alrededor del Gólgota y sobre Jerusalén, desde el mediodía hasta las tres, el Salvador levanta aun su voz en siete ocasiones. Ruega por sus verdugos, promete el paraíso al buen ladrón, hace a su madre, madre nuestra, pide la ayuda del cielo, se lamenta de una terrible sed y después de anunciar que todo está consumado, da libremente el último suspiro diciendo con una gran voz: «Padre mío, en tus manos pongo mi alma».

“Sepamos ―dice San Pablo―, que nuestro viejo hombre ha sido crucificado con Jesús, para que ya no seamos en adelante esclavos del pecado. Porque, en cuanto que Cristo ha muerto por el pecado, ha muerto de una vez para siempre. También vosotros, haceos cuenta de que estáis muertos al pecado y que no vivís más que para Dios en Jesucristo nuestro Señor.” (Rom. 6).

 

13ª ESTACIÓN

“JESÚS ES BAJADO DE LA CRUZ”

Junto a la cruz se hallaban de pie su madre, la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás y María Magdalena.

Pintores, escultores y estatuarios han reproducido esta escena de la Piedad: María recibiendo sobre sus rodillas el cuerpo exangüe y desfigurado de su divino Hijo. Pero nadie ha podido expresar el dolor de nuestra Madre, la Corredentora.

«¡Si pudieran hablar las llagas de Cristo!» Ha escrito Pascal. Ayúdanos, oh María, a comprender su lenguaje y que su recuerdo nos acompañe en la hora de la tentación.

«Madre, fuente de amor―dice el Stábat Mater―, hazme sentir la violencia de tus dolores, para que pueda llorar contigo. Haz que mi corazón se abrase de amor por Cristo, Dios mío, para que pueda serle agradable. Santa Madre, fija fuertemente las llagas del Crucificado en mi corazón».

 

14ª ESTACIÓN

 “JESÚS ES SEPULTADO”

Nicodemo, que anteriormente había venido a Jesús de noche, vino también, trayendo cien libras de una composición de mirra y de aloe.

José de Arimatea y Nicodemo tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en lienzos, con aromas, como era de costumbre enterrar entre judíos. Había, pues, un sepulcro que se hallaba cercano, depositaron a Jesús antes de la caída de la noche.

«¿Ignoráis acaso ―dice San Pablo―, que todos nosotros los que hemos sido bautizados en Jesucristo, hemos sido bautizados en su muerte? Porque hemos sido sepultados con él en el bautismo muriendo al pecado, para que, así como Cristo ha salido en seguida de la tumba, resucitando de entre los muertos por la gloria del Padre, del mismo modo, caminemos también nosotros en adelante en una nueva vida». (Rom. 6)

 

Por las intenciones del Romano Pontífice

Padrenuestro, Avemaría y Gloria

 

INDULGENCIA PLENARIA DEL VIERNES SANTO AL BESAR LA CRUZ Y DIARIA POR EL REZO DEL VIACRUCIS

 

Se concede indulgencia plenaria al fiel cristiano que:

1.       el Viernes Santo de la Pasión y Muerte del Señor asista piadosamente a la adoración de la cruz en la solemne Acción litúrgica.

2.       practique el piadoso ejercicio del Vía Crucis o se una piadosamente al que practica el Sumo Pontífice y que es retransmitido por la radio o la televisión.

Con el piadoso ejercicio del Vía Crucis se actualiza el recuerdo de los sufrimientos que soportó el divino Redentor en el camino desde el pretorio de Pilato, donde fue condenado a muerte, hasta el monte de la Calavera o Calvario, donde murió en la cruz por nuestra salvación.

Para ganar indulgencia plenaria se establece lo siguiente:

1.     El piadoso ejercicio debe practicarse ante las estaciones del Vía Crucis legítimamente erigidas.

2.     Para erigir el Vía Crucis se requieren catorce cruces, a las que provechosamente se acostumbra añadir otros tantos cuadros o imágenes que representan las estaciones de Jerusalén.

3.     Según la costumbre más extendida, este piadoso ejercicio consta de catorce lecturas piadosas, a las que se añaden algunas oraciones vocales. No obstante, para realizar este piadoso ejercicio, se requiere únicamente la piadosa meditación de la Pasión y Muerte del Señor, sin que sea necesaria una consideración sobre cada uno de los misterios de las estaciones.

4.     Se requiere el paso de una estación a otra. Si el piadoso ejercicio se practica públicamente y el movimiento de todos los presentes no puede efectuarse sin evitar el desorden, basta con que quien dirige el ejercicio se traslade a cada estación, sin que los demás se muevan de su lugar.

5.     Los que están legítimamente impedidos pueden ganar la misma indulgencia, si al menos por un tiempo, por ejemplo, un cuarto de hora, se dedican a la piadosa lectura y meditación de la Pasión y Muerte del Señor Jesucristo.

6.     Al piadoso ejercicio del Vía Crucis se asimilan, también en lo que se refiere a la consecución de la indulgencia, otros piadosos ejercicios, aprobados por la autoridad competente, en los que se recuerda la Pasión y Muerte del Señor, manteniendo las dichas catorce estaciones.

7.     Entre los Orientales, donde no hay costumbre de practicar este piadoso ejercicio, los patriarcas podrán establecer, para ganar esta indulgencia, otro piadoso ejercicio en recuerdo de la Pasión y Muerte de nuestro Señor Jesucristo.

 

VIA CRUCIS. DOM GASPAR LEFEBVRE by IGLESIA DEL SALVADOR DE TOLEDO (ESPAÑA)