DÍA 8. NOVENA AL PADRE PÍO DE PIETRELCINA
PARA COMENZAR TODOS LOS DÍAS:
Por la señal…
Acto de contrición. Señor mío Jesucristo…
Súplica al Padre Pío del Papa Juan Pablo II
Humilde y amado padre Pío, enséñanos también a nosotros, te pedimos, la humildad del corazón para formar parte de los pequeños del Evangelio, a quienes el Padre les ha prometido revelar los misterios de su Reino.
Ayúdanos a rezar sin cansarnos nunca, seguros de que Dios conoce lo que necesitamos, antes de que se lo pidamos.
Danos una mirada de fe capaz de reconocer con prontitud en los pobres y en los que sufren el rostro mismo de Jesús.
Apóyanos en la hora del combate y de la prueba y, si caemos, haz que experimentemos la alegría del sacramento del perdón.
Transmítenos tu tierna devoción a María, Madre de Jesús y nuestra.
Acompáñanos en la peregrinación terrena hacia la patria bienaventurada, donde esperamos llegar también nosotros para contemplar para siempre la Gloria del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
*Se le la meditación para cada día. Terminada la lectura y después de unos breves instantes se concluye.
DÍA 8. VIRTUD DE LA PERSEVERANCIA
La virtud de la perseverancia es aquella virtud cuyo fin es soportar las dificultades en la consecución del bien, venciendo el desaliento y la desesperación.
Acerca de la perseverancia, decía el Padre Pío: “En resumen, no filosoféis sobre vuestros defectos y tampoco repliquéis; continuad vuestro camino sin rodeos. No. Dios no puede abandonaros cuando vosotros, por no perderlo, permanecéis firmes en vuestras decisiones. Que el mundo se destruya, que todo esté en tinieblas, en humo, en confusión..., pero Dios está con nosotros. ¿De qué, pues, vamos a tener miedo? Si Dios habita en las tinieblas y sobre el monte Sinaí, entre relámpagos y truenos, ¿no debemos estar contentos sabiendo que estamos cerca de él?”
“El miedo es un mal peor que el mismo mal.”
“El dudar es el mayor insulto a la divinidad.”
“Es por medio de las pruebas que Dios une a sí a las almas que ama.”
PARA FINALIZAR TODOS LOS DÍAS
Pídase la gracia que se desea alcanzar por intercesión del glorioso Padre Pio.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Oh Dios, que a San Pío de Pietrelcina, sacerdote capuchino, le has concedido el insigne privilegio de participar, de modo admirable, de la pasión de tu Hijo: concédenos, por su intercesión, la gracia que ardientemente deseamos; y otórganos, sobre todo, que nos conformemos a la muerte de Jesús para alcanzar después la gloria de la resurrección. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
Y se dice tres veces.
San Pío de Pietrelcina,
R/. Ruega por nosotros.