COMENTARIO AL EVANGELIO CATENA AUREA
VIERNES
DE LA II DE CUARESMA
Forma Extraordinaria del Rito Romano
San Ambrosio
La mayor parte interpretan de
distinto modo la palabra viña; pero Isaías dice claramente que la viña del
Señor es la casa de Israel. ¿Quién sino Dios plantó esta viña?
No porque el Señor se fuese de
un lugar a otro, puesto que está presente en todas partes; sino porque está más
presente a los que le aman, y ausente de los que le desprecian. Estuvo ausente
mucho tiempo para que se viese que su exigencia no era inmediata, porque cuanto
más indulgente es la liberalidad, tanto menos excusa admite la contumacia.
Sucedió, pues, que mandó a
muchos otros, a quienes los judíos -de quienes nada pudieron sacar- los
despidieron sin honor como inútiles. Por esto sigue: "Y volvió a enviar
otro siervo".
Los pérfidos judíos, deseando
que desaparezca el Hijo unigénito, o digámoslo así, el heredero que les había
enviado, le mataron crucificándole y le arrojaron negándole. Por esto continúa:
"Cuando los colonos le vieron venir pensaron entre sí y dijeron: Este es
el heredero: matémosle, para que sea nuestra la heredad". El heredero es
Jesucristo, y también el testador; heredero porque sobrevivió a su propia
muerte y alcanzó de los testamentos que El mismo nos ha dado, la herencia que
representa nuestro aprovechamiento.
Muy oportunamente pregunta para
que se condenen por su propia sentencia. Sigue, pues: "¿Qué hará con ellos
el dueño de la viña?"
Dice que vendrá el señor de la
viña, porque en el Hijo está la misma majestad paterna, o porque en los últimos
días se manifestará más patente en las cosas humanas.
También la viña es nuestra imagen.
El labrador es el Padre omnipotente; la vid es Jesucristo y nosotros somos los
sarmientos (Jn 15). Con toda propiedad, pues, se llama viña de Cristo al
pueblo; ya porque tiene sobre la frente la señal de la cruz, ya porque le
recoge su fruto en la última estación del año, o ya también porque a semejanza
del orden con que están plantadas las vides, pobres y ricos, siervos y señores,
todos tendrán sin diferencia el mismo lugar en la Iglesia. Y así como la vid se
adhiere a los árboles, así el cuerpo al alma. El labrador inteligente
acostumbra a cavar y podar esta viña para que no sea demasiado frondoso su
follaje, y una infructuosa jactancia de palabras no impida la madurez de su
índole espiritual; y estando plantada esta viña en todo el mundo, la vendimia
debe ser universal.