DÍA
VEINTITRÉS
I. Violas simple y doble, color blanco
1. El que contemple atentamente la viola blanca doble
y la sencilla verá en la primera todas las cualidades de una
verdadera flor, con la circunstancia de presentarse la
primera abierta a nuestra vista. Cándida como la nieve, apiñadas
sus flores en muchos ramos, abundante, duradera, no delicada, bella y
de unos perfumes aromáticos muy gratos al olfato.
¿Quién no ve aquí?
II. La castidad y la virginidad
2. La viola blanca simple nos enseña la castidad, y
la doble la virginidad. La castidad sigue todos los estados
considerada en sentido común, esto es, dentro de las reglas de la
templanza. El soltero y soltera han de ser castos, como también el
casado y la casada, el viudo y la viuda. La viola blanca doble tiene
su castidad en la candidez de su flor: ésta es pura como la luz, blanca
como un bollo de nieve: es virgen y madre. ¿En qué? Es virgen, no tiene
semilla, sino flor, y cuando una flor cae, va a producir como la sencilla semilla:
pero ¡oh prodigio de la naturaleza! una flor produce otra flor: de una
flor sale otra y de ésta otra. Una virginidad concibe, y su semilla es una
flor y no una planta sino una virginidad, y la Madre virgen es pura y no
pierde en el parto su pureza. Si la viola virgen, cual es la doble, se
acerca a otra sencilla, toca sus raíces y la fecundiza, esto es, le da
virtud para producir violas vírgenes como ella, violas dobles,
violas cuyas flores dan por semilla otra flor. ¿Quién no ve aquí la
virginidad, la maternidad y la fecundidad en un mismo ser?
III. La castidad y la virginidad de María
3. María virgen, como la viola blanca doble,
concibió una flor: nació esta flor y fue virgen Jesús como su Madre;
y la Madre no perdió su pureza ni en la concepción ni en el parto. María
era hija de Dios virgen. María fue hija de una virginidad y sin perder
jamás su pureza, produjo otra virginidad y en la fecundidad de madre quedó
siempre virgen.
IV. La castidad y virginidad a María
4. Examina bien tu jardín y mira cómo están las violas de
color blanco. Hoy la Madre virgen te pide, como emblema de tu castidad, un
ramillete de violas. Si no tienes de dobles, dale las sencillas, y dile:
Presentación de la pureza
ORACIÓN.
Madre
virgen la más pura entre las criaturas, recibid este ramo en flor: os doy
un corazón resuelto, deter minado y dispuesto a guardar castidad dentro de
las reglas de la templanza y de las leyes de mi estado o
profesión: recibid, purísima doncella, recibid esta mi flor, y a vuestro maternal
cuidado confío la planta destinada a producirla: cuidadla bien.