DÍA
DIECIOCHO
I. Claveles en ramillete
1. Entre las varias especies de clavelinas hay una
que florece todas las estaciones del año, saca sus varitas
rectas, produce sus tallos con una piña de botoncitos, y éstos,
cuando revientan, forman un ramillete. Si bien no son tan
grandes como otros de su especie, pero tienen el don de
abrirse muchos a la vez en una misma piña: su olor es especial.
II. La magnanimidad y la magnificencia
2. Ordenada la vida según Dios y en Dios, y sentado
el orden, se ha de preparar el ánimo para dos actos, el uno
es ejecutar lo que la ley manda, Dios inspira y la conciencia dicta,
y el otro sostener con constancia y firmeza y con ánimo invicto, el orden
puesto a nuestra vida en medio de las batallas, contradicciones y oposiciones
que encuentra de todos lados la virtud; y estos actos pertenecen a la
magnanimidad. Es una virtud que nos da un corazón grande,
infractible, capaz de emprender cuanto Dios le ordene. El
decaimiento de ánimo, un abatimiento de fuerzas morales o la pusilanimidad, mata
el alma. Si las empresas que Dios ordena traen consigo gastos
de mucha consideración, en su ejecución necesitamos otra
virtud compañera de la magnanimidad, y es la magnificencia.
III. Estas virtudes en María
3. María fue magnánima en toda su vida. Nos vio perdidos a
todos, propuso en su ánimo salvarnos; perseveró en su propósito y lo
consiguió. En la muerte de su Hijo stabat mater recibió en su corazón los
golpes terribles que caían sobre su Hijo; la lanza traspasó su alma y no
se intimidó, ni se acobardó, ni desfalleció.
IV. Claveles a María en ramillete
4. Después que has prometido y resuelto y
propuesto practicar la virtud, venida la ocasión, en tiempo de
pruebas, de tentación y de contradicción, ¿cómo te portas? ¿decae
tu ánimo? ¿te desalientas? ¿desmayas y desfalleces? Tu corazón ¿se
mantiene siempre abierto, siempre grande, invicto, firme, invulnerable?
Medítalo bien, y guárdate de la pusilanimidad y del apocamiento
espiritual: coge esta magnanimidad y al dar a María tu flor, dile:
Presentación de la flor
ORACIÓN.
Magnánima
Judit: Recibid la flor de hoy, es el clavel ramillete, emblema de mi
magnanimidad. Yo os prometo, yo propongo guardar entero, sincero nunca
abatido, decaído ni pusilánime mi ánimo en tiempo de prueba y de
tentación. Unid mi ánimo al vuestro, y será siempre magnánimo. A
vuestro cuidado y solicitud maternal fío mi clavelina.