VIERNES
DE LA I SEMANA DE CUARESMA
TÉMPORAS DE CUARESMA
Forma Extraordinaria del Rito Romano
Levántate, toma tu camilla y anda
LECTURA
DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN Jn 5, 1-15
En
aquel tiempo, se celebraba una fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén.
Hay en Jerusalén una piscina Probática que se llama en hebreo Betzatá, que
tiene cinco pórticos. En ellos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos,
paralíticos, esperando la agitación del agua. Porque el ángel del Señor se
lavaba de tiempo en tiempo en la piscina y agitaba el agua; y el primero que se
metía después de la agitación del agua, recobraba la salud de cualquier mal que
tuviera. Había allí un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo. Jesús,
viéndole tendido y sabiendo que llevaba ya mucho tiempo, le dice: «¿Quieres
recobrar la salud?» Le respondió el enfermo: «Señor, no tengo a nadie que me
meta en la piscina cuando se agita el agua; y mientras yo voy, otro baja antes
que yo.» Jesús le dice: «Levántate, toma tu camilla y anda.» Y al instante el
hombre recobró la salud, tomó su camilla y se puso a andar. Pero era sábado
aquel día. Por eso los judíos decían al que había sido curado: «Es sábado y no
te está permitido llevar la camilla.» Él les respondió: «El que me ha devuelto
la salud me ha dicho: Toma tu camilla y anda.» Ellos le preguntaron: «¿Quién es
el hombre que te ha dicho: Tómala y anda?» Pero el curado no sabía quién era,
pues Jesús había desaparecido porque había mucha gente en aquel lugar. Más
tarde Jesús lo encuentra en el Templo y le dice: «Mira, has recobrado la salud;
no peques más, para que no te suceda algo peor.» El hombre se fue a decir a los
judíos que era Jesús el que le había devuelto la salud.
Textos de la misa -Viernes de Témporas
SU EDAD DENOTA ENFERMEDAD. San Agustín, obispo
PRIMERO SE LE HACE AMIGO. San Juan Crisóstomo
No dejar la oración. Santa Teresa
SOLO JESÚS PUEDE CURAR VERDADERAMENTE
LA LANZA Y LOS CLAVOS DE NUESTRO SEÑOR. Santo Tomás de Aquino
EL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA Y EL AGUA DEL BAUTISMO. DOM GUERANGER
DIOS NO QUIERE LA MUERTE DEL PECADOR. Homilía
LOS EFECTOS DEVASTADORES DEL PECADO. Homilía