"LEVÁNTATE, TOMA TU LECHO, Y ANDA". Catena Aurea de Santo Tomás de Aquino
VIERNES DE LAS TÉMPORAS DE CUARESMA
Comentarios al Evangelio
de la Catena Aurea de Santo Tomás de Aquino
Después
de estas cosas, era el día de fiesta de los judíos, y subió Jesús a Jerusalén.
Y en Jerusalén está la Piscina Probática, que en hebreo se llama Betsaida, la
cual tiene cinco pórticos. En éstos yacía grande muchedumbre de enfermos,
ciegos, cojos, paralíticos, esperando el movimiento del agua. Porque un ángel
del Señor descendía en cierto tiempo a la piscina, y se movía el agua. Y el que
primero entraba en la piscina, después del movimiento del agua, quedaba sano de
cualquier enfermedad que tuviese. Y estaba allí un hombre que había treinta y
ocho años que estaba enfermo. Y cuando Jesús vio que yacía aquel hombre, y
conoció que estaba ya de mucho tiempo, le dijo: "¿Quieres ser sano?"
El enfermo le respondió: "Señor; no tengo hombre que me meta en la piscina
cuando el agua fuere revuelta, porque entretanto que yo voy, otro entra antes
que yo". Jesús le dijo: "Levántate, toma tu lecho, y anda". Y
luego fue sano aquel hombre, y tomó su camilla y caminaba. Y era sábado aquel
día. Dijeron entonces los judíos al hombre que había sido sanado: "Sábado
es, y no te es lícito llevar tu camilla". Les respondió: "Aquél que
me sanó me dijo: Toma tu camilla y anda". Entonces le preguntaron ¿quién
es aquel hombre que te dijo toma tu camilla y anda? Y el que había sido sanado
no sabía quién era, porque Jesús se había retirado del tropel de gente que
había en aquel lugar. (vv. 1-13)
San Agustín. De cons. evang 4, 10
Después del
milagro que hizo Jesús en Galilea, volvió a Jerusalén. Por esto dice:
"Después de estas cosas, era el día de fiesta", etc.
Crisóstomo, in Ioannem, hom. 35
Según mi parecer, era el día de la fiesta de Pentecostés 1. Subió Jesús a Jerusalén, como siempre en los días de las fiestas, para que los judíos, viendo que las celebraba con ellos, no lo considerasen como enemigo de la Ley. Y por esta razón podría atraer a la multitud sencilla por medio de milagros y de enseñanzas, especialmente en los días de fiesta, que era cuando concurrían y se ponían cerca de El.
Prosigue:
"Y en Jerusalén está la Piscina Probática", etc.
Alcuino
Probaton
quiere decir oveja, luego Piscina Probática significa de los ganados. Era allí
en donde los sacerdotes lavaban los cuerpos de las víctimas 2.
Crisóstomo, ut supra
Convenía,
por tanto, que se diese a conocer el bautismo, limpiando de los pecados, cuya
imagen quedó representada en la piscina, así como de otras maneras.
Primeramente dio el Señor el agua que limpia las inmundicias de los cuerpos y
las maldades que, aunque no existen en realidad, se cree que existen, como son
las que provienen de los cadáveres corruptos y de la lepra, y que se consideran
como contagiosas. Además, hizo que pudiesen curarse varias enfermedades por
medio del agua. Por esto sigue: "En estos yacía grande multitud de
enfermos", etc. Y queriendo el Señor llevar consigo la gracia del
bautismo, no sólo cura los pecados, sino que también las enfermedades. Y así
como los ministros que están cerca del rey son más estimados que los que están
lejos, así acontece también en los milagros. Mas no curaba sencillamente con el
sólo tacto de las aguas -aun cuando esto siempre sucedía-, sino por medio de la
bajada de un ángel. Por esto sigue: "Porque un ángel del Señor descendía
en cierto tiempo a la piscina, y se movía el agua". Así sucede en los
bautizados, que no es el agua únicamente la que opera, sino que cuando recibe
la gracia del Espíritu Santo, entonces es cuando purifica todos los pecados.
Cuando bajaba el ángel, movía el agua y le comunicaba la virtud de sanar, para
que sepan los judíos que con mucha mayor razón el Señor de los ángeles podría
curar todas las enfermedades del alma. Pero allí la enfermedad era un obstáculo
para el que deseaba curarse, pues añade: "y el que primero entraba en la
piscina, después del movimiento del agua, quedaba sano", etc. Pero ahora
todos pueden acercarse al bautismo, porque no es un ángel quien mueve las
aguas, sino el Señor de los ángeles, que todo lo hace. Y aun cuando vengan los
hombres de todo el mundo, la gracia no se consume, sino que se conserva igual;
y así como los rayos del sol alumbran todo el día y no se consumen ni disminuye
su luz porque alcance a muchos, así la acción del Espíritu Santo mucho menos
disminuye en los que la reciben, por grande que sea la multitud de aquéllos
sobre quienes descansa. Y solamente se curaba uno después del movimiento de las
aguas, para que aprendiesen que con el agua se curaban las enfermedades del
cuerpo. De esta forma, ejercitados por mucho tiempo, creerían también que por
medio del agua se pueden curar las enfermedades del alma.
San Agustín, in Ioannem trat. 17
Es mucho más
el que Jesucristo curase las enfermedades de las almas, que el que sanase las
enfermedades de los cuerpos que habrían de morir. Pero como esta alma no
conocía a Aquél por quien habría de ser curada, y como tenía los ojos de la
carne para ver las cosas corporales, y aún no tenía sanos los ojos del alma
para que pudiese conocer a Dios -aunque oculto-; hizo lo que podía ser visto
para que se curase lo que no podía verse. Entró en aquel lugar en donde había
muchos enfermos, y de ellos eligió uno para curarlo. Acerca de esto, prosigue:
"Y estaba allí un hombre", etc.
Crisóstomo, in Ioannem hom. 36
No le cura
en seguida en cuanto entra, sino que primero se le hace amigo y, por medio de
preguntas, le presenta el camino de la fe, que habría de tomar después. Y no
prueba su fe, como lo hizo respecto de los ciegos, cuando les decía:
"¿Creéis que yo puedo hacer esto?" ( Mt 9,28). Porque éste aún no lo
conocía claramente. Unos conocían su poder en otras cosas y oían esto muy
convenientemente, pero a otros, que aun no lo conocían sino que lo harían por
medio de sus signos, se les preguntó acerca de su fe después de ocurrido el
milagro. Por esto sigue: "Y cuando Jesús vio que yacía aquel hombre y
conoció que estaba ya hace mucho tiempo", etc. No le pregunta esto para
saberlo, porque esto sería innecesario, sino para dar a conocer la paciencia
del hombre en el espacio de treinta y ocho años y que todos los años acudía
esperando quedar libre de su enfermedad, y para que conozcamos también la razón
por qué, prescindiendo de los demás, se fijó en éste. Y no dice "si
quieres, te curaré", porque aun no esperaba cosa grande de Jesucristo. Y
no se turbó por la pregunta, ni dijo: has venido a injuriarme, cuando me
preguntas si quiero ser sano, sino que le responde con mansedumbre. Por esto
sigue: "El enfermo le respondió: Señor, no tengo hombre", etc. No
había conocido quién era el que preguntaba, ni que podría curarle; únicamente
creía que Jesucristo serviría para introducirle en el agua. Pero el Señor le
manifestó que todo podía hacerlo con su palabra. Por esto sigue: "Jesús le
dijo: Levántate, toma tu lecho, y anda".
San Agustín, ut supra
Le dijo tres
cosas, pero el decir "levántate" no fue mandato de obra, sino
ejecución de la curación. Ya una vez sano, le mandó dos cosas: "Toma tu
lecho, y anda".
Crisóstomo, ut supra
Véase aquí
la superabundancia de la sabiduría divina, que no sólo cura, sino que le manda
llevar el lecho, para que se vea que era verdadero el milagro y para que
ninguno creyese que era falso lo que había sucedido. Porque si los miembros no
estuviesen bien fuertes, no hubiesen podido llevar el lecho. Mas como oyese el
enfermo que le había dicho con cierto poder y como mandándole "Levántate,
toma tu lecho", no se burló diciendo: únicamente se cura uno solo cuando
el ángel baja y mueve el agua, pero tú que no eres más que hombre, ¿esperas que
con sólo tu mandato habrás de poder más que un ángel?; sino que en cuanto lo
oyó no dejó de creer al que lo mandó y se curó. Por esto sigue: "Y luego
fue sano aquel hombre", etc.
Beda
Hay mucha
diferencia entre la salud que concede el Señor y la que se obtiene por medio de
los médicos. Y ahora sucede así, porque la de éstos generalmente necesita mucho
tiempo para llegar a su perfección.
Crisóstomo, ut supra
Y si esto es
admirable, lo que sigue es mucho más. Porque al principio, en verdad, cuando
nadie molestaba, no era tan difícil creer como cuando ensañándose y acusándole
los judíos obedeció a Jesucristo. Por esto sigue el Evangelista diciendo:
"Y era sábado aquel día. Decían, pues, los judíos a aquel hombre que había
sido curado", etc.
San Agustín, in Ioannem trat. 17
No
vituperaban al Señor porque lo había curado en sábado, puesto que hubiera
podido responderles, que si el asno de cualquiera de ellos hubiese caído en un
pozo, lo hubieran sacado y lo hubieran librado, a pesar de ser día de sábado.
Pero al que llevaba su lecho le decían que si su curación no había de
retardarse, ¿qué necesidad tenía de cumplir inmediatamente lo que le había
mandado? Pero él oponía el autor de su curación a los que le calumniaban. Por
esto sigue: "Les respondió: aquél que me sanó, me dijo: toma tu camilla, y
anda"; como diciendo: ¿por qué no he de obedecer lo que me manda aquél que
me ha curado?
Crisóstomo, ut supra
Además, si
hubiese querido contestar mal, pudo haber dicho: si hay culpa, acusad a aquél
que lo mandó. Pero también hubiese ocultado la curación, porque sabía que a
ellos no les molestaba por la profanación del sábado, sino por la curación de
la enfermedad. Así es que no la ocultó ni pidió perdón, sino que con voz clara
confesó el beneficio recibido, a pesar de que aquéllos preguntaban con malicia.
Por esto sigue: "Entonces le preguntaron: ¿quién es el hombre que te dijo:
toma tu camilla y anda?" No le dicen: ¿quién es el que te ha curado?, sino
que le recriminan, considerando aquello como una infracción de la Ley.
Prosigue: "Y el que había sido sanado, no sabía quién era, porque Jesús se
había retirado del gentío que había en aquel lugar". Se había retirado, en
primer lugar porque estando ausente, su testimonio no era sospechoso; y el que
había alcanzado la salud era buen testigo del beneficio recibido. En segundo
lugar para que no se enconase más el furor de los judíos, pues la sola presencia
de aquél a quien se envidia enciende gran hoguera. Y por eso, alejándose, les
permitió que examinaran el milagro por sí mismos. Otros creían que este
paralítico es aquél de quien habla San Mateo ( Mt 9), pero no lo es, porque
aquél tenía muchos que le cuidasen y le llevasen, mas éste no tenía a nadie.
Además, el lugar donde se encontraba era diferente.
San Agustín, ut supra
Si
consideramos con corazón mezquino y humano ingenio al que hace este milagro,
nos parecerá que en cuanto a su poder no hizo cosa grande, y que era poco para
mostrar su benignidad. Tantos estaban tendidos, y sólo fue curado uno, siendo
así que con una palabra pudo curarlos a todos. ¿Cómo, pues, debe entenderse
esto, sino porque aquel poder y aquella bondad se esforzaba más por la salud
eterna del alma, que por la curación material que necesitaban los cuerpos. En
aquellos milagros, pues, todo lo que se curaba en los miembros corporales, al
final desapareció, mas el alma que creyó pasó a la vida eterna. Aquella piscina
y aquella agua me parece que indicaban al pueblo de los judíos, porque con el
nombre de aguas son significados pueblos según el Apocalipsis de San Juan ( Ap
17,15).
Beda
Se cita muy
oportunamente que aquella piscina era Probática, porque aquel pueblo se
designaba con el nombre de oveja, como se dice en el salmo 94 ( Sal 94,17):
"Nosotros somos tu pueblo, y oveja de tu rebaño".
San Agustín, ut supra
Mas aquella
agua, esto es, aquel pueblo, estaba aprisionado, como por cinco puertas, por
los cinco libros de Moisés. Pero aquellos libros estaban ya lánguidos y no
curaban, porque la Ley convencía a los que pecaban, pero no los absolvía.
Beda
Finalmente,
muchas clases de enfermos se encontraban tendidos alrededor de la piscina, a
saber: los ciegos, que carecen de la luz de la ciencia; los cojos, que no
tienen fuerza para cumplir lo que se les manda; y los tullidos, que carecen de
las riquezas del amor de Dios.
San Agustín, ut supra
Mas vino
Jesucristo al pueblo de los judíos, y haciendo cosas grandes y enseñando cosas
útiles, turbó con su presencia a los pecadores (esto es, el agua), y los
levantó hasta el conocimiento de su pasión. Pero los turbó ocultándose; porque
si lo hubiesen conocido, nunca hubieran crucificado al Señor de la gloria ( 1Cor
2,8). Mas de repente el agua se veía turbada, y no se veía quién la movía.
Bajar al agua una vez movida, es tanto como creer humildemente en la pasión del
Señor. Mas allí se salvaba uno solo, dando a conocer la unidad de la Iglesia.
Después, ninguno de los que llegaban se curaba, porque todo el que estaba fuera
de la unidad, no podía curarse. ¡Ah de aquéllos que aborrecen la unidad y
dividen en partes (esto es, en sectas), a los hombres! Permanecía, pues,
treinta y ocho años en su enfermedad aquél que fue curado, mas este número
corresponde más bien a la enfermedad que a la salud. El número cuarenta se nos
presenta como significando cierta perfección. La Ley está dividida en diez
preceptos, y como había de predicarse por todo el mundo, que se considera dividido
en cuatro partes, el número diez, multiplicado por cuatro, forma el número
cuarenta. Y la Ley se cumplió por medio del Evangelio, que se compone de cuatro
libros. Por tanto, si el número cuarenta lleva consigo la perfección de la Ley,
y si la Ley no se cumple sino por medio de los dos preceptos de caridad, ¿por
qué nos admiramos que estuviese lánguido el que no llegaba a cuarenta y le
faltaban dos años? Le era necesario un hombre para que le curase. Mas aquel
hombre, que es Dios, porque lo encontró caído por falta de dos años, completó
lo que tenía de menos, mandándole dos cosas. Porque en los dos preceptos del
Señor se encuentran los dos mandamientos de caridad, esto es, el amor de Dios y
del prójimo. Y en realidad el amor de Dios es el primero según se manda, aunque
el amor del prójimo es lo primero que se ejecuta. Dice pues: "Toma tu
lecho", como si le dijera: cuando estabas lánguido te llevaba tu prójimo,
mas ahora has sido curado y debes llevar tú al prójimo. Le dice también:
"Anda", pero ¿por dónde caminas si no te diriges al Señor tu Dios?
Beda
¿Qué quiere
decir levántate y anda, sino, levántate de la tibieza y la pereza en que
estabas tendido y aprende el modo de adelantar en las buenas obras? Toma tu
lecho, esto es, a tu prójimo y llévalo con paciencia.
San Agustín, ut supra
Lleva, pues,
a aquél con quien andas, para que puedas llegar a aquél en quien deseas
descansar. Mas aquél aún no había conocido a Jesús, pero nosotros creemos en El
a pesar de que no le vemos. Y para que no sea visto se sale de entre las
multitudes. Dios se deja conocer en cierto silencio de intención, pero la turba
siempre lleva consigo el ruido, y este acto de verle necesita silencio.
Notas
1. Pentecostés, del griego penthkosthV , nombre derivado del numeral penthkonta , cincuenta, con el cual se designaba la fiesta de las primicias, o fiesta de las semanas, que se celebraba cincuenta días después de la pascua. Originalmente era una fiesta agraria para dar acción de gracias por la cosecha y ofrecer sus primicias.
2. Del griego, epi th probatikh kolumbhqra , piscina sobre la (puerta) probática. Se refiere a la piscina de Betzatá - casa de olivos - o Betesda - casa de la misericordia -, que quedaba cerca a la puerta probática - de las ovejas -, en la muralla septentrional de Jerusalén.
14-18 Después
le halló Jesús en el templo, y le dijo: "Mira, que ya estás sano: no
quieras pecar más, porque no te acontezca alguna cosa peor". Fue aquel
hombre y dijo a los judíos que Jesús era el que le había sanado. Por esta causa
los judíos perseguían a Jesús, porque hacía estas cosas en sábado. Y Jesús les
respondió: "Mi Padre obra hasta ahora, y yo obro". Y por esto los
judíos tanto más procuraban matarlo: porque no solamente quebrantaba el sábado,
sino porque también decía que era Dios su Padre, haciéndose igual a Dios. (vv.
14-18)
Crisóstomo, in Ioannem hom. 37
Una vez
curado aquel hombre, no se mezcla en los negocios, ni se entrega a las pasiones
ni a la vanagloria, sino que se queda en el templo, lo cual es signo de gran
religiosidad. Por esto dice: "Después le halló Jesús en el templo".
San Agustín, in Ioannem trat. 17
El Señor,
esto es, Jesús, le veía tanto entre las multitudes como en el templo. Mas aquel
enfermo, que no conocía a Jesús entre las multitudes, le conoció en el templo,
que era lugar sagrado.
Alcuino
Por lo tanto, si queremos conocer la gracia del Salvador, debemos venir a verle, huyendo de la turba de nuestros malos pensamientos y afectos. Debemos prescindir también de la unión con los malos y debemos acogernos al templo, para que así aprendamos a convertirnos en templo de Dios, y el Señor nos visite y se digne habitar en nosotros.
Prosigue:
"Y le dijo: mira, que ya estás sano; no quieras pecar más, porque no te
suceda alguna cosa peor".
Crisóstomo, ut supra
En estas
palabras conocemos que aquella enfermedad le había venido por sus pecados.
Porque muchas veces sucede que tenemos el alma enferma y no lo sentimos, pero
en cuanto experimentamos una pequeña lesión en el cuerpo, hacemos los mayores
esfuerzos por librarlo de aquella enfermedad. Además, el Señor permite muchas
veces que el cuerpo sufra por lo que peca el alma. En segundo lugar, aprendemos
que es verdad lo que se dice respecto del infierno, y en tercer lugar, que el
castigo que allí se sufre es largo y no tiene fin. Pero dicen algunos: ¿por qué
cuando peco por poco tiempo he de ser atormentado para siempre? Pero éste,
según vemos, estaba atormentado mucho tiempo por sus pecados, en atención a que
los pecados no se juzgan según el tiempo que se emplea en cometerlos, sino
según la naturaleza de ellos. En todo esto aprendemos también que si sufrimos
grande castigo por los primeros pecados y después volvemos a caer en los
mismos, sufriremos castigos mayores. Y esto es muy justo, el que no se enmienda
por los castigos, se hace incorregible en adelante, y como todo lo desprecia,
es atormentado en mayor escala. Por tanto, si no sufrimos aquí lo que debemos
por nuestros pecados, no confiemos. El no padecer aquí por sus pecados, es
señal de mayor castigo en la eternidad. Porque no todas las enfermedades
provienen de los pecados, sino que unas provienen de la dejadez y otras se
permiten para probarnos, como le sucedió a Job. Pero ¿por qué Jesucristo no le
dijo algo a este paralítico, respecto de sus pecados? Algunos, queriendo
vituperar al paralítico, dicen que fue uno de los que acusaron a Jesucristo, y
que por esto oyó estas palabras. ¿Y qué dicen del paralítico del cual se habla
en San Mateo ( Mt 9,2)? Porque también se le dijo: se te perdonan tus pecados;
pero Jesucristo no le reprende por lo pasado, sino que le prepara para el
porvenir. Cuando curó a otros, no hizo mención de sus pecados, porque estos no
padecían enfermedades por sus culpas, sino que, como otros, padecían alguna
enfermedad natural. Pero por medio de éstos amonesta a los demás. Aparte de
esto, también puede decirse que vio tanta paciencia en este paralítico, que
podía sufrir la amonestación, y Jesús le amonestó. Pero le dio a conocer su
propia divinidad, diciéndole "no peques más", en lo que le manifiesta
que conoce todos los pecados que había cometido.
San Agustín, ut supra
Pero ahora,
después que éste vio a Jesús y conoció que era quien le había curado, no fue
perezoso en hablar de aquél a quien había visto. Por esto sigue: "Fue
aquel hombre, y dijo a los judíos que Jesús era quien le había sanado".
Crisóstomo, ut supra
No sería tan
insensible, que después de aquel gran beneficio y la advertencia que se le
había hecho, habría de decir esto con mal fin. Porque si hubiese querido
perjudicarle callándose respecto de la curación, únicamente hubiese hablado de
la transgresión, pero no lo hizo así, porque no dijo que Jesús era el que le
había dicho: "Toma tu lecho" (lo cual parecía culpable entre los
judíos), sino que dijo: Jesús es quien me ha curado.
San Agustín, in Ioannem trat. 18
Así sucedía
que el paralítico anunciaba a Jesús mientras que los judíos se enfurecían
contra El. Sigue: "Por esta causa los judíos perseguían a Jesús, porque
hacía estas cosas en sábado". Es bien sabido que la transgresión cometida
a los ojos de los judíos, no era la curación del cuerpo, sino la carga del
lecho, que no les parecía fuese tan necesaria como la salud del cuerpo. Pero
Jesús les había explicado el misterio del sábado y les había dicho que era una
señal concedida a los judíos para que guardasen este día por cierto tiempo,
pero que el cumplimiento de este mandato había concluido con su venida. Por
esto sigue: "Y Jesús les respondió: Mi Padre obra hasta ahora, y yo
obro". Pero se dice que Dios descansó por que ya no hizo ninguna otra criatura
después de las que habían sido hechas. Por esto la Sagrada Escritura le llamó
descanso, para advertirnos que después de las buenas obras debemos quedar
tranquilos. Y así como Dios, después que hizo al hombre a su imagen y
semejanza, y concluyó todas sus obras, que eran muy buenas, descansó en el día
séptimo, del mismo modo nosotros no debemos esperar descanso hasta que volvamos
a la semejanza de quien fuimos hechos (la cual perdimos por el pecado) haciendo
buenas obras.
San Agustín, Super Genesim 4, 1
Puede decirse
también, que el sábado fue guardado por los judíos como sombra del día que
venía después. Era, pues, figura del descanso espiritual que Dios ofrece con el
ejemplo misterioso de su descanso a todos los fieles que hacen buenas obras.
San Agustín, Super Ioannem
Vendrá el
sábado cuando pasen seis edades, porque son seis los días del siglo, y entonces
habrá de venir el descanso ofrecido a los santos.
San Agustín, Super Genesim, 4, 12
El misterio de este descanso ya lo demostró el mismo Jesús con su sepultura. Descansó precisamente en el mismo día de sábado en el sepulcro, después de haber concluido todas sus obras en el día sexto, cuando dijo ( Jn 19,30): "Todo está concluido". ¿Por qué llama la atención, pues, que Dios, queriendo también anunciar de este modo el día en que Jesús había de estar en el sepulcro, descansó de sus obras en un solo día? También puede entenderse que el Señor descansó de hacer toda clase de criaturas, porque ya en adelante no creó ningún género nuevo. Además sucede que en adelante y hasta nuestros tiempos y hasta el fin, hace toda clase de criaturas, pero de aquellas mismas clases que entonces fueron hechas. Por tanto, no concluyó en el día séptimo su poder para gobiernar el cielo y la tierra y todo lo que había creado. De ser así, todo se hubiera derrumbado en seguida, mas el poder del Creador es la causa por la que subsisten todas las criaturas, porque si en alguna época cesare de gobernar lo que había creado, también concluirían las clases de éstas, y toda naturaleza. Y así como sucede que cuando alguno construye una casa no la abandona en cuanto la concluye, porque si él deja de cuidarla se destruye, de la misma manera el mundo apenas puede subsistir un momento si Dios deja de gobernarle. Por esta razón dice el Señor: "Mi Padre obra hasta ahora", manifestando cierta continuación de su obra, con la que contiene y gobierna toda criatura. Porque de otro modo podría entenderse si dijera: y ahora obra, en lo cual no sería necesario entender que se refería a la continuación de lo que había creado; pero, por otra parte, nos obliga a comprender esto cuando dice: "Hasta ahora"; esto es, desde aquel tiempo en que trabajó, cuando hizo todas las cosas.