QUIEN TIENE OREJAS DE OÍR, OIGA. Catena Aurea de Santo Tomás de Aquino
DOMINGO DE SEXAGÉSIMA
Comentarios al Evangelio
de la Catena Aurea de Santo Tomás de Aquino
Lucas 8, 04-15.- Y como hubiese concurrido un crecido número de
pueblo, y acudiesen solícitos a El de las ciudades, les dijo por semejanza:
"Salió el que siembra, a sembrar su simiente. Y al sembrarla, una parte
cayó junto al camino y fue hollada, y la comieron las aves del cielo. Y otra
cayó sobre piedra: y cuando fue nacida, se secó, porque no tenía humedad. Y
otra cayó entre espinas, y las espinas que nacieron con ella la ahogaron. Y
otra cayó en buena tierra: y nació, y dio fruto a ciento por uno". Dicho
esto, comenzó a decir en alta voz: "Quien tiene orejas de oír, oiga".
Sus discípulos le preguntaban qué parábola era ésta. El les dijo: "A
vosotros es dado el saber el misterio del reino de Dios, mas a los otros por
parábolas: para que viendo no vean y oyendo no entiendan. Es, pues, esta
parábola: La simiente es la palabra de Dios. Y los que están junto al camino,
son aquéllos que la oyen; mas luego viene el diablo, y quita la palabra del
corazón de ellos, porque no se salven creyendo. Mas los que sobre la piedra,
son los que reciben con gozo la palabra, cuando la oyeron; y éstos no tienen
raíces; porque a tiempo creen, y en el tiempo de la tentación vuelven atrás. Y
la que cayó entre espinas, éstos son los que la oyeron, pero después en lo
sucesivo quedan ahogados de los afanes, y de las riquezas, y deleites de esta
vida, y no llevan fruto. Mas la que cayó en buena tierra; éstos son, los que
oyendo la palabra con corazón bueno y muy sano, la retienen, y llevan fruto con
paciencia". (vv. 4-15)
Teofilacto
Lo que David
había predicho de la persona de Jesucristo "Abriré mi boca en
parábolas" ( Sal 77,2), lo cumple aquí el Señor. Por esto se dice: "Y
como hubiese concurrido un crecido número de pueblo, y acudiesen solícitos a El
de las ciudades, dijo por semejanza". El Señor hablaba por medio de
parábolas primeramente para que le oyesen con más atención, porque
acostumbraban los hombres a ejercitarse en las cosas oscuras, menospreciando
las más claras. En segundo lugar, para que los indignos no comprendiesen lo que
se les decía místicamente.
Orígenes
Por esto se
dice terminantemente: "Y como hubiese concurrido un crecido número y
acudiesen de las ciudades", etc. No son muchos, sino pocos, los que andan
por el camino estrecho y los que encuentran el camino que conduce a la vida.
Por esto dice San Mateo ( Mt 13), que fuera de la casa enseñaba por medio de
parábolas, pero que explicaba estas mismas a sus discípulos, cuando se
encontraban dentro.
Eusebio
El Señor
expone muy oportunamente esta primera parábola a la muchedumbre, no sólo a la
que estaba presente, sino también a la que después de ella había de venir,
invitándolos a escuchar sus palabras, cuando dice: "Salió el que siembra,
a sembrar su simiente".
Beda
No podemos
entender que este sembrador sea otro que el Hijo de Dios, quien saliendo del
seno de su Padre, a donde las criaturas no podían llegar, vino a este mundo,
para dar testimonio de la verdad ( Jn 19).
Crisóstomo in Mat. hom. 45
Salió el que
está en todas partes y no en un solo lugar, pero se aproximó a nosotros por
medio del vestido de la carne. Con razón Jesucristo designa su venida con el
nombre de salida, porque estábamos excluidos de Dios y como rebeldes condenados
por el Rey. De esta manera el que quiere reconciliarlos, saliendo fuera hacia
ellos, les habla hasta que, resultando dignos de la presencia del Rey, los
introduce. Así obró Jesucristo.
Teofilacto
Sale ahora
no para perder a los labradores, ni a quemar la tierra, sino a sembrar; porque
muchas veces el labrador que siembra, sale con otro fin, y no sólo a sembrar.
Eusebio
Salieron
también algunos de la patria celestial y bajaron a los hombres, no a sembrar,
puesto que no eran sembradores, sino enviados a ejercer el oficio de ministros
del Espíritu. Moisés, y los profetas después de él, no sembraron en los hombres
los misterios del reino de los cielos; pero retraían a los insensatos del error
de la maldad y del culto de los ídolos. Cultivaban, por decirlo así, las almas
de los hombres, y las convertían en campos nuevos. Sólo el sembrador de todos,
el Verbo de Dios, salió a evangelizar la nueva semilla, esto es, los misterios
del reino de los cielos.
Teofilacto
No cesa el
Hijo de Dios de sembrar en nuestras almas, porque no solamente cuando enseña,
sino también cuando crea, siembra en nuestras almas las buenas semillas.
Tito Bostrense
Salió a
sembrar su propia semilla, porque no recibió la palabra como prestada, puesto
que El es por naturaleza el Verbo de Dios vivo. La semilla de Pablo ni la de
Juan son propias; la tienen porque la han recibido. Jesucristo, por el
contrario, tiene su propia semilla, sacando de su naturaleza la doctrina. Por
eso los mismos judíos decían: "¿Cómo conoce éste las letras, que no
aprendió?" ( Jn 7,15).
Eusebio
Enseña que
hay dos grados entre aquellos que reciben la divina semilla. El primero se
compone de aquellos que se hicieron dignos de la vocación del cielo, pero que
pierden la gracia por negligencia y tibieza. El segundo se compone de aquellos
que multiplican la semilla por medio de buenos frutos. Además San Mateo
establece tres diferencias en cada uno de estos grados. Porque aquellos que
sofocan la semilla no tienen igual modo de perderla y los que fructifican con
ella, no reciben la misma abundancia. Por esto da a conocer las ocasiones en
que se pierde la semilla. Los unos, sin haber pecado, pierden la semilla
saludable que hay en sus almas, sustraída a su atención y a su memoria por los
espíritus malignos y por los demonios que vuelan en el aire, o por los hombres
engañosos y astutos, que llamó volátiles. Por esto añade: "Y cuando
sembraba, una parte cayó junto al camino".
Teofilacto
No dijo que,
el que siembra, arrojó la semilla junto al camino, sino que la semilla cayó. El
que siembra enseña buena doctrina, pero su palabra cae sobre los oyentes de
diversa manera, de suerte que algunos de ellos se consideran como camino:
"Y fue hollada, y las aves del cielo la comieron".
San Cirilo
Todo camino
es árido e inculto en cierto sentido, porque es pisado por todos y ninguna
semilla puede desarrollarse en él. Así, en los que tienen su corazón indócil,
no pueden penetrar las divinas enseñanzas ni germinar la alabanza de las
virtudes. Estos son el camino frecuentado por los espíritus inmundos. Hay
también algunos que reciben la fe de una manera superficial, como si ésta sólo
consistiese en palabras. La fe de éstos carece de raíz. Y por esto añade:
"Y otra cayó sobre piedras, y cuando fue nacida, se secó, porque no tenía
humedad".
Beda
Llama piedra
al corazón endurecido e indomable. Por el contrario, la humedad es agua para la
raíz de la semilla, que en otra parábola está figurado por el óleo, destinado a
alimentar las lámparas de las vírgenes ( Mt 25), y que representa el amor y la
perseverancia en la virtud.
Eusebio
Hay también
algunos que Cristo llama espinas, por la avaricia, por el apetito sensual y por
los cuidados del mundo. Sofocan la semilla que en ellos se sembró. Acerca de lo
que dice: "Y otra cayó entre espinas", etc.
Crisóstomo in Mat. hom. 4
Así como las
espinas no permiten que nazca la semilla, sino que la sofocan por su espesor,
así los cuidados de la vida presente, no permiten que fructifique la semilla
espiritual. Reprensible sería el labrador que sembrase sobre espinas punzantes,
sobre piedras y en el camino. Porque no es posible que la piedra se haga
tierra, ni que el camino deje de ser camino, ni que las espinas dejen de ser
espinas. Al contrario, no sucede lo mismo en las cosas espirituales, pues es
posible que la piedra se convierta en tierra rica, que el camino no se pise y
que las espinas desaparezcan.
San Cirilo
Son tierra
rica y fértil las almas humildes y buenas, que en su humildad reciben la
semilla de la palabra, la conservan y la hacen fructificar. Y en cuanto a esto
se dice: "Y otra cayó en buena tierra, nació y dio fruto de ciento por
uno". Cuando se introduce la palabra divina en una inteligencia limpia de
los cuidados mundanos, echa raíces profundas, produce espigas y crece
oportunamente.
Beda
El fruto
centuplicado es el que llama fruto perfecto, pues el número diez expresa
siempre la perfección, porque la custodia de la ley (esto es, su observancia)
se contiene en diez preceptos. El número diez multiplicado por sí mismo, forma
el número cien, y con este número se representa la gran perfección.
San Cirilo
Cuál es el
sentido de esta parábola, lo vamos a saber por Aquel que la compuso. Por esto
sigue: "Dicho esto, comenzó a hablar en alta voz diciendo: Quién tiene
orejas de oír, oiga".
San Basilio
Oír
pertenece al entendimiento. Por esto el Señor llama la atención a los que lo
oyen, para que comprendan bien lo que va a decir.
Beda
Cuantas
veces se hace esta advertencia, ya en el Evangelio ya en el Apocalipsis de San
Juan. Anuncia que lo que se dice es misterioso y que debemos meditarlo con más
atención. Por eso los discípulos, ignorándolo, preguntaban al Salvador. Sigue,
pues: "Sus discípulos le preguntaban qué parábola era ésta". Sin
embargo, no se crea que los discípulos le preguntaron al punto que terminó la
parábola, sino que, como dice San Marcos: "Le preguntaron estando
solo" ( Mc 4,10).
Orígenes
La parábola
es el relato de un hecho imaginario que no aconteció como se cuenta, pero que
es posible, y que significa otra cosa por la aplicación de lo que se refiera en
la parábola. Un enigma es la consecuencia de una relación imaginaria, que ni
aconteció ni es posible, pero que tiene un sentido oculto, como aquello que se
dice en el libro de los Jueces: "Que los árboles se reunieron para elegir
rey" ( Jue 9,8). No aconteció a la letra como lo refiere el evangelista,
aunque fue posible que se hiciese.
Eusebio
El Señor les
dijo el motivo por qué hablaba a las turbas por medio de parábolas. Por esto
añade: "Y les dijo: A vosotros es dado el saber el misterio del reino de
Dios".
San Gregorio Nacianceno
Cuando oigas
esto no introduzcas diferentes naturalezas, como ciertos herejes, que piensan
que la naturaleza de unos es de perderse, y la de otros de salvarse. Sin
embargo algunos son de tal modo, que su voluntad los lleva a lo peor o a lo
mejor. Pero añade a esto que se dice: "A vosotros es dado". Es dado a
los que quieren y a los simplemente dignos.
Teofilacto
A los que
son indignos de tan grandes misterios, se les dice de un modo oscuro. De donde
sigue: "Mas a los otros en parábolas, para que viendo no vean y oyendo no
entiendan". Ellos creen que ven, pero no ven; y oyen ciertamente, pero no
entienden. Jesucristo les ha ocultado esto para que no reciban un daño mayor si
llegan a despreciar estos misterios divinos después de conocerlos, pues el que
primero entiende y después desprecia, merece mayor castigo
Beda
Así oyen
sólo en parábolas, cuando cerrados los sentidos de su alma, no se cuidan de
conocer la verdad, olvidándose de lo que dijo el Señor: "Quien tiene
orejas de oír, oiga".
San Gregorio in Evang. hom. 15
El Señor se
dignó explicar lo que había dicho para que sepamos buscar la significación de
todas las cosas, aun de aquéllas que no nos quiso explicar. Porque sigue:
"Es, pues, ésta la parábola: La simiente es la palabra de Dios".
San Eusebio
Dice que hay
tres causas por medio de las que se destruye la semilla que cae sobre nuestras
almas. Unos destruyen la semilla escondida en sus almas, dando oídos a todos
los que quieren engañarlos. De éstos añade: "Y los que junto al camino,
son aquéllos que la oyen; mas luego viene el diablo y quita la palabra del
corazón de ellos".
Beda
Estos son
los que oyen la palabra divina sin fe, sin deseo de conocerla, sin ninguna
intención de sacar provecho de ella aplicándola a sus acciones.
Eusebio
Otros, no
habiendo recibido la palabra de Dios en el fondo de su alma, la dejan perecer
cuando llega el día de la adversidad, acerca de los que dice el Señor:
"Mas los que sobre piedra, son los que reciben con gozo la palabra cuando
la oyeron, y éstos no tienen raíces, porque a tiempo creen y en el tiempo de la
tentación vuelve atrás".
San Cirilo
Cuando
entran en la iglesia oyen la explicación de los divinos misterios con poca
voluntad y cuando han salido de la iglesia se olvidan de los sagrados
misterios. Y si la fe cristiana está en paz, perseveran. Pero si la persecución
la turba, su alma huye, porque su fe no tiene raíces.
San Gregorio, hom. 15, in Evang
Muchos
emprenden buenas obras y cuando empiezan a ser molestados por las adversidades
o por las tentaciones, abandonan lo empezado. La tierra pedragosa de sus
corazones no tuvo humedad suficiente para poder hacer germinar la semilla que
recibió y que llegase a dar fruto.
Eusebio
Algunos, en
verdad, sofocan también la semilla escondida en sus corazones con las riquezas
y con los placeres, como con espinas punzantes. Respecto de los que se añade:
"Y la que cayó entre espinas; éstos son los que la oyeron, pero en quienes
es sofocada por los afanes, por las riquezas y los deleites de la vida",
etc.
San Gregorio ut sup
Es digno de
admiración el considerar cómo el Señor llamó a las riquezas espinas, siendo así
que éstas punzan y aquéllas deleitan. Y sin embargo, son espinas, porque hieren
la inteligencia con las punzadas de sus pensamientos y cuando la conducen hasta
el pecado, le infieren cruelmente una terrible herida. Las riquezas llevan
consigo dos cosas: los cuidados y las satisfacciones; porque oprimen la
inteligencia con el afán de los cuidados y la disipan con su afluencia. Sofocan
también la semilla, porque interceptan el camino de la inteligencia con vanos
pensamientos, y no permitiendo que entre en el corazón ningún buen deseo,
cierran la puerta a la inspiración divina.
Eusebio
Todo esto
fue predicho por el Salvador y ha sido demostrado por los hechos. No se ha dado
ninguna otra manera de culto divino, sino según alguno de los modos predichos
por El.
Crisóstomo in Mat. hom. 45
Y para
compendiar esto en pocas palabras, diremos que éstos no quieren oírlo por
negligencia, aquéllos por cobardía o debilidad, los otros, en fin, porque se
han hecho como esclavos del placer y de las cosas del mundo. Bueno es el orden
del camino, de la piedra y de las espinas. Necesarias son, por consiguiente, en
primer lugar la memoria y la cautela, después la fortaleza y consiguientemente
el menosprecio de las cosas presentes. Habla después de la buena tierra, que
hace lo contrario que el camino, la piedra y las espinas, cuando añade:
"Mas la que cayó en buena tierra, éstos son los que, oyendo la palabra con
corazón bueno y muy sano, la retienen", etc. No la retienen los que están
junto al camino, porque el diablo les roba la semilla; los que están sobre la
piedra no sostienen con paciencia el empuje de la tentación por su imbecilidad;
y los que están sobre espinas, no fructifican, sino que se sofocan.
San Gregorio ut sup
La tierra buena produce el fruto por medio de la paciencia. Porque son inútiles todas nuestras buenas obras si no sufrimos con resignación aun las malas acciones de nuestros prójimos. Así producen frutos de paciencia, porque sufriendo humildemente todas las contrariedades, son admitidos después de las pruebas al gozo y al reposo.