15 de Enero
San Pablo, ermitaño
Pablo, fundador y maestro de los ermitaños, nació en la Tebaida, huérfano a la edad de quince años. Para librarse de la persecución de Diocleciano y Valeriano y poder servir a Dios con más libertad se retiró a una caverna del desierto. Allí, sin otra comida ni vestido que los que le proporcionaba una palmera, vivió 113 años; entonces San Antonio, ya nonagenario, le visitó por admonición divina. Sin haberse visto nunca, se saludaron con sus propios nombres; mientras tenían coloquios sobre el reino de Dios, un cuervo que hasta entonces había llevado a Pablo cada día la mitad de un pan les trajo uno entero.
Después de partir el cuervo, Pablo dijo: “He ahí que el Señor, verdaderamente bueno y misericordioso, nos ha enviado la comida. Hace ya sesenta años que cada día recibo medio pan, y ahora, a tu llegada, Cristo ha duplicado la ración para socorrer a sus soldados”. Comieron el pan, dando gracias al Señor, cerca de la fuente, y reparadas sus fuerzas y dando nuevamente gracias a Dios, según la costumbre, pasaron la noche en las divinas alabanzas. Al amanecer, sabiendo Pablo que moriría pronto, lo reveló a Antonio, suplicándole que le trajera el palio que había recibido de Atanasio para envolver con él su cuerpo. Volviendo, Antonio vio desde el camino el alma de Pablo que subía al cielo en medio de los coros de los Ángeles, de los profetas y apóstoles.
Al llegar, le halló de rodillas, levantada la cabeza, elevadas las manos, y el cuerpo exánime. Le envolvió con el palio, y cantó los salmos e himnos, según la costumbre cristiana; y no teniendo azada para cavar, dos leones vinieron velozmente del interior del desierto, y se postraron a los pies del santo, dando a entender que lloraban su muerte. Allí cavaron la tierra con las garras, y abrieron una cavidad capaz de colocar el cuerpo de un hombre. Habiendo partido los leones, Antonio colocó en aquel lugar el cuerpo del Santo, y cubriéndole con tierra, levantó un sepulcro, según costumbre de los cristianos. Mas la túnica de Pablo, que él mismo había tejido para sí, con hojas de la palmera, a la manera de las espuertas, la llevó consigo, y la usó durante el resto de su vida en las grandes solemnidades.
Preciosa es a los
ojos del Señor.
La muerte de sus santos
Santa María y todos los santos intercedan por nosotros ante el Señor, para que merezcamos ser ayudados y salvados por Aquél que vive y reina por los siglos de los siglos. R. Amén.
Oremos.
¡Oh Dios, que todos los años nos alegras con la solemnidad de San Pablo!, al celebrar su entrada en la gloria, concédenos la gracia de imitar sus ejemplos. Por Jesucristo nuestro Señor. R. Amén.
Se también hoy conmemoración de San Mauro, Abad
Mauro, noble romano, desde su infancia fue ofrecido a Dios por Eutiquio, su padre, para vivir bajo la regla de San Benito. En breve tiempo aprovechó tanto con la divina gracia, que causó la admiración a su propio maestro, quien le propuso muchas veces a los otros discípulos como modelo de la observancia regular y de todas las virtudes. San Gregorio, Papa, nos cuenta de Mauro, aún adolescente, este admirable ejemplo de obediencia: Habiendo caído el monje Plácido en un lago, y arrastrándole la corriente, Mauro corrió en su auxilio por mandato de San Benito; caminando sobre las aguas trajo a tierra a su compañero cogido por los cabellos. Enviado por el mismo San Benito a las Galias, fundó allí un monasterio muy famoso, que gobernó cuarenta años, y propagó con gran éxito la vida monástica. Finalmente, ilustre por su santidad y milagros, con más de setenta años, voló al cielo, en el año del Señor 565.
Oremos.
Te rogamos, Señor, que interceda ante ti la oración de tu santo abad Mauro, para que consigamos los bienes que nuestros méritos no alcanzan. Por Jesucristo nuestro Señor. R. Amén.