martes, 3 de enero de 2023

4 de enero. DE LA POBREZA DEL NIÑO JESÚS. NAVIDAD CON SAN ALFONSO MARÍA

4 de enero

DE LA POBREZA DEL NIÑO JESÚS.

NAVIDAD CON SAN ALFONSO MARÍA

 

ORACIONES PARA COMENZAR TODOS LOS DÍAS:

 

+Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Dispongámonos a hacer este momento de oración, elevando a Dios nuestro pensamiento y nuestro corazón; y digamos: 

                        

Oración para todos los días

Benignísimo Dios de infinita caridad, que nos has amado tanto y que nos diste en tu Hijo la mejor prenda de tu amor, para que hecho hombre en las entrañas de una virgen naciese en un pesebre para nuestra salud y remedio. Yo en nombre de todos los mortales te doy infinitas gracias por tan soberano beneficio.

En retorno de él te ofrezco la pobreza, humildad y demás virtudes de tu hijo humanado, y te suplico por sus divinos méritos, por las incomodidades en que nació y por las tiernas lágrimas que derramó en el pesebre, que dispongas nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido y con tal desprecio de todo lo terreno, que Jesús recién nacido, tenga en ellos su cuna y more eternamente. Amén. 

Se reza tres veces Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo

 

Gloria al Padre

y al Hijo

y al Espíritu Santo.

Como era en el principio,

ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

 

***

4 de enero

DE LA POBREZA DEL NIÑO JESÚS.

 

¡Oh, Dios! ¿Quién no compadecería si viese un príncipe hijo de un monarca, nacido tan pobre, que hubiese de albergarse en una cueva húmeda y fría, sin tener lecho ni criados, ni fuego, ni ropas bastantes para calentarlo? ¡Ah, Jesús mío! Vos sois, pues, el Hijo del Señor del cielo y de la tierra, Vos sois el que en esta gruta no tenéis otra cosa que un pesebre por cuna, paja por lecho y unos pobres pañales para cubriros.

Los Ángeles están a vuestro rededor para alabaros, pero en nada socorren vuestra pobreza. Redentor mío, cuanto más pobre sois más amable os hacéis, habiendo a este fin abrazado tanta pobreza.

Si nacierais en una habitación regia, si tuvieseis una cuna de oro, si os asistiesen los primeros grandes de la tierra, os atraeríais de los hombres mayor respeto, pero menos amor.

Más ahora, esta gruta en que os albergáis, estos viles pañales que os cubren, esta paja que os sirve de cama, este pesebre que es vuestra cuna, ¡Oh! ¡cómo atraen a Vos nuestros corazones, siendo así que os habéis hecho tan pobre para haceros a nosotros más amable

Cuanto por mí, más abatido, tanto para mí, más amado, dice San Bernardo.

Os habéis hecho pobre, para enriquecernos con vuestra pobreza, según lo que nos enseña san Pablo: Pues conocéis la generosidad de nuestro Señor Jesucristo, el cual, siendo rico, por vosotros se hizo pobre a fin de que os enriquecierais con su pobreza. (2Cor 8, 9).

En efecto, la pobreza de Jesucristo fue para nosotros una gran riqueza, pues ella nos mueve a adquirirnos los bienes del cielo, despreciando los de la tierra.

¡Ah, Jesús mío! Ésta, vuestra pobreza, ciertamente ha llevado a muchos Santos a dejarlo todo: riquezas, honores y reinos para ser pobres con Vos. Ea, pues, Salvador mío, desprendedme también del afecto a los bienes de la tierra, para que ser digno de adquirir vuestro santo amor y, de esta manera, poseer a Vos, bien infinito.

 

AFECTOS Y SÚPLICAS.

Ojalá pudiera deciros yo también, santo Niño, con vuestro amado San Francisco: Dios mío y todas las cosas; y con David: ¿Que hay para mí en el cielo? y fuera de Ti ¿qué he querido sobre la tierra? Dios de mi corazón y mi porción, Dios para siempre.

¿Quién hay para mí en el cielo? Estando contigo no hallo gusto ya en la tierra. Mi carne y mi corazón se consumen: ¡Roca de mi corazón, mi porción, Dios por siempre! Sal 73, 25-26

¡Ojalá fuese que, de hoy en adelante, yo no codiciase otra riqueza que la de vuestro amor y que éste, mi corazón, no fuera ya dominado más de la vanidad del mundo, sí que Vos sólo fueseis su único Señor, pudiendo comenzar a decir: Dios de mi corazón, mi porción, ¡Dios para siempre!

¡Miserable hasta aquí, he buscado los bienes terrenos y no he hallado más que espinas y hiel! Mayor satisfacción me causa el hallarme ahora a vuestros pies, para daros gracias y amaros, que contento me han dado todos mis pecados. Un solo temor me aflige y es que, quizá, no me habréis aún perdonado, pero, vuestras promesas de perdonar al que se arrepiente, el veros hecho tan pobre por mi amor, el sentirme llamado de Vos a amaros, las lágrimas, la sangre que habéis derramado por mí; los dolores, las ignominias, la muerte amarga que por mí habéis sufrido, me consuelan y me hacen esperar seguramente el perdón. Y, si todavía no me habéis perdonado, decidme: ¿Qué he de hacer? ¿Queréis que me arrepienta? Yo me arrepiento, pues, con todo mi corazón de haberos despreciado, Jesús mío. ¿Queréis que os ame? Os amo más que a mí mismo. ¿Queréis que yo lo deje todo? Sí, todo lo dejo y a Vos solo me entrego y sé que Vos me aceptáis. De otra manera, yo no tendría ni arrepentimiento, ni amor, ni deseo de entregarme a Vos. Pues que me doy a Vos y me aceptáis, no permitáis que este amor entre Vos y yo haya jamás de disolverse.

Madre mía, María, alcanzadme que yo ame siempre a Jesús y sea amado siempre de Jesús.

 

PARA FINALIZAR TODOS LOS DÍAS

 

Concluyamos nuestra oración implorando la intercesión de la santísima Virgen María y del Glorioso Patriarca san José:

 

Oración a la Santísima Virgen

Soberana María que por tus grandes virtudes y especialmente por tu humildad, mereciste que todo un Dios te escogiera para madre suya. Te suplico que tú misma prepares y dispongas mi alma para celebrar el nacimiento de tu adorable Hijo.

¡Oh dulcísima Madre!, concédenos recibir a tu Hijo con tu pureza, humildad y devoción, tu profundo recogimiento y divina ternura para que seamos un día dignos de verle, amarle y adorarle por toda la eternidad. Amén.

 

Oración a San José

Oh Santísimo San José, esposo de María y padre putativo de Jesús, infinitas gracias doy a Dios porque te escogió para tan altos ministerios y te adornó con todos los dones proporcionados a tan excelente grandeza. Por el amor que le tuviste al Divino Niño, te ruego la gracia de abrasarme en fervorosos deseos de verle y recibirle sacramentalmente hasta que lo vea y goce en el cielo. Amén. 

 

***

Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.

Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.

Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.

Santos Patriarcas, Profetas y justos que aguardasteis la llegada del Mesías, rogad por nosotros.

Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.

***

¡Querido hermano, si te ha gustado esta meditación, compártelo con tus familiares y amigos.

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Ave María Purísima, sin pecado concebida.