4 DE MAYO
Sobre
la Inmaculada Concepción (2)
MARIA,
Virgo praedicanda,
VIRGEN
QUE HA DE SER PROCLAMADA
María es llamada Virgo praedicanda, es decir, virgen que
ha de ser proclamada, anunciada, y, más literalmente, predicada.
Estamos acostumbrados a que se
proclame universalmente todo lo que es maravilloso, extraño, raro, nuevo e
importante. Así, San Juan Bautista predico a Nuestro Señor cuando iba a
aparecer; después de la Ascensión, los apóstoles se esparcieron por el mundo y
predicaron a Cristo. ¿Cuál es la más alta, la más rara y la más excelente
prerrogativa de Maria? Es el haber estado libre de pecado. Cuando una mujer de
la multitud, dirigiéndose a nuestro Señor, exclamo: “Bienaventurado el seno que
te ha llevado”, le respondió: “Bienaventurados mas bien aquellos que oyen la
palabra de Dios y la guardan”. Estas palabras
se realizaron en Maria, Ella fue colmada de gracia, para ser la Madre de
Dios. Pero el ser tan pura y tan santa fue un don todavía más grande que el de
su maternidad. A la verdad, nuestro Señor no hubiera sido su Hijo, si antes no
la hubiese santificado, y su mayor prerrogativa fue recibir esta perfecta santificación.
He aquí porque es llamada Virgo
praedicanda. Merece ser universalmente predicada, porque jamás cometió
pescado alguno, ni aun el más pequeño, porque el pecado no tuvo parte alguna en
ella; porque por la plenitud de la gracia de Dios, jamás tuvo un pensamiento,
ni pronuncio palabra, ni hizo acción alguna que fuese desagradable, mejor
dicho, que no fuese agradable a Dios Todopoderoso; porque en Ella apareció de
una manera brillante el mayor triunfo reportado sobre el enemigo de las almas.
Por eso, cuando todo parecía perdido, nuestro Señor, a fin de manifestar lo que
podía hacer por todos nosotros muriendo por nosotros; a fin de mostrar a que
grado de excelencia podía llegar su obra, la naturaleza humana; a fin de hacer
brillar su omnipotencia, reduciendo a la nada los supremos esfuerzos y la
malicia más concentrada del enemigo y revocando todas las consecuencia de la
caída, nuestro Señor, aun antes de su venida a este mundo, comenzó a realizar
su obra más admirable de redención en la persona de Aquella que había de ser su
Madre. Por los méritos de su sangre, que había de ser derramada, aun antes de
hacer la reparación por el pecado de Adán sobre la cruz, se interpuso para
impedir que María fuese alcanzada por la mancha de este pecado. He aquí porque
predicamos a la que fue objeto de esta gracia maravillosa.
Pero también es llamada Virgo praedicanda por otra razón. ¿Cuándo predicamos? ¿Por qué
predicamos? ¿Qué predicamos? Predicamos lo que no es conocido, para que sea
conocido. Por esta causa, se dice en la Escritura que los apóstoles predicaron
a Cristo. ¿A quiénes? A los que no le conocían, al mundo pagano. No a los que
le conocían, sino a los que no tenían noticia de Él. Predicar es un trabajo
gradual; se predica una cosa, una lección, después de otra. Así los paganos
fueron conducidos gradualmente a la Iglesia. De la misma manera, la predicación
de Maria a los cristianos y la devoción que estos le profesan han ido creciendo
gradualmente con el transcurso de los siglos. María no fue predicada en las
primeras edades como en las edades más cercanas a nosotros. Primero fue
predicada como Virgen de las vírgenes; después como Madre de Dios; después como
gloriosa en su Asunción y como Abogada de los pecadores; finalmente como
Inmaculada en su concepción. Y esta última predicación ha sido la peculiar de nuestro siglo, de suerte
que lo que fue lo primero en su propia historia, ha sido lo último en la
confesión de sus grandezas hecha por la Iglesia.
Beato John Henry Newman
Transcripto
por gentileza de Dña. Ana María Catalina Galvez Aguiló