ORACIÓN PARA COMENZAR TODOS LOS DÍAS
Por
la señal…
Acto de contrición. Señor mío Jesucristo…
Súplica al Padre Pío del
Papa Juan Pablo II
Humilde
y amado padre Pío, enséñanos también a nosotros, te pedimos, la humildad del
corazón para formar parte de los pequeños del Evangelio, a quienes el Padre les
ha prometido revelar los misterios de su Reino.
Ayúdanos
a rezar sin cansarnos nunca, seguros de que Dios conoce lo que necesitamos,
antes de que se lo pidamos.
Danos
una mirada de fe capaz de capaz de reconocer con prontitud en los pobres y en
los que sufren el rostro mismo de Jesús.
Apóyanos
en la hora del combate y de la prueba y, si caemos, haz que experimentemos la
alegría del sacramento del perdón.
Transmítenos
tu tierna devoción a María, Madre de Jesús y nuestra.
Acompáñanos
en la peregrinación terrena hacia la patria bienaventurada, donde esperamos
llegar también nosotros para contemplar para siempre la Gloria del Padre, del
Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Se le la meditación para cada
día. Terminada la lectura y después de unos breves instantes se concluye.
DÍA 6. VIRTUD DE LA HUMILDAD
La humildad es la
virtud por la que nos reconocemos criaturas delante de Dios, necesitadas y
dependientes de él. San Bernardo la define como: “Una virtud por la que un
hombre, conociéndose a sí mismo como realmente es, se rebaja."
A cerca de la
humildad, decía el Padre Pío: “Debes insistir principalmente en lo que es la
base de la justicia cristiana y el fundamento de la bondad, es decir, en la
virtud de la que Jesús, de forma explícita, se presenta como modelo; me refiero
a la humildad. Humildad interior y exterior, y más interior que exterior, más
vivida que manifestada, más profunda que visible. Considérate lo que eres en
realidad: nada, miseria, debilidad, fuente sin límites y sin atenuantes de
maldad, capaz de convertir el bien en mal, de abandonar el bien por el mal, de
atribuirte el bien o justificarte en el mal, y, por amor al mismo mal, de
despreciar al sumo Bien.”
“Reflexionad y
tened siempre ante los ojos de la mente la gran humildad de la Madre de Dios y
Madre nuestra. En la medida en que crecían en ella los dones del cielo,
ahondaba cada vez más en la humildad.
PARA FINALIZAR TODOS LOS DÍAS
Pídase
la gracia que se desea alcanzar por intercesión del glorioso Padre Pio.
Padrenuestro,
Avemaría y Gloria.
OH
DIOS, que a San Pío de Pietrelcina,
sacerdote capuchino, le has concedido el insigne privilegio de participar, de modo admirable, de la
pasión de tu Hijo: concédeme, por su intercesión, la gracia de que
ardientemente deseo; y otórgame, sobre todo,
que yo me conforme a la muerte de Jesús
para alcanzar después la gloria
de la resurrección. Amén.
Y se dice tres veces.
San
Pío de Pietrelcina,
R/. Ruega por nosotros.