XVIII DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
Forma Extraordinaria del Rito Romano
En aquel tiempo, subió Jesús a una barca, cruzó a
la otra orilla y fue a su ciudad. En
esto le presentaron un paralítico, acostado en una camilla. Viendo la fe que
tenían, dijo al paralítico: «¡Ánimo, hijo!, tus pecados te son perdonados». Algunos
de los escribas se dijeron: «Este blasfema». Jesús, sabiendo lo que pensaban,
les dijo: «¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil,
decir: “Tus pecados te son perdonados”, o decir: “Levántate y echa a andar”? Pues,
para que veáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar
pecados —entonces dice al paralítico—: “Ponte en pie, coge tu camilla y vete a
tu casa”». Se puso en pie y se fue a su casa. Al ver esto, la gente quedó
sobrecogida y alababa a Dios, que da a los hombres tal potestad.
Mt 9, 1-8