Homilía de
maitines
15 de septiembre
NUESTRA SEÑORA DE
LOS DOLORES
Forma
Extraordinaria del Rito Romano
Homilía
de San Ambrosio, Obispo
Sobre la formación
de la Vírgenes, cap. 7
La
Madre estaba de pie junto a la cruz. Cuando los mismos hombres huían, ella se
mantenía allí intrépidamente. Decidme ahora si podía alterarse la modestia de
aquella Madre de Jesús cuyo valor permaneció inalterable. Sus ojos, llenos de
ternura, contemplaban las heridas de su Hijo, aquellas heridas de las cuales sabía
que había de brotar la salvación de todos. No era indigna, por cierto, de
asistir a este espectáculo aquella Madre que no habría temido por su propia
vida. El Hijo pendía de la Cruz, y la Madre se ofrecía a los perseguidores.
Epístola 25 a la
Diócesis Vercelense
María,
la Madre del Señor, estaba de pie ante la cruz de su Hijo. De todos los
Evangelistas, San Juan es el único en darnos a conocer este detalle. Otros
refieren que la tierra tembló durante la Pasión, que el cielo se cubrió de
tinieblas, que el sol se oscureció y que el ladrón obtuvo el paraíso después de
la humilde confesión de sus pecados. Pero Juan me ha enseñado lo que no encuentro
en ningún otro evangelista; cómo el Salvador crucificado dirigió la palabra a María.
Parece conceder más importancia a los piadosos deberes que Jesús sobreponiéndose
a los tormentos cumplía con su Madre, que a la misma promesa del reino de los
cielos. El perdón otorgado al ladrón debe excitar ciertamente nuestra piedad,
pero se halla todavía una mayor dulzura en la contemplación de Cristo honrando
a su Madre con un afecto tan grande.
He aquí a tu Hijo, he aquí a tu Madre. Desde lo alto de la Cruz, Cristo hacía testamento. Repartía sus deberes de piedad entre la madre y el discípulo. No se reducía a dictar un testamento de carácter general, sino además uno de carácter familiar, firmado este último por Juan, como digno testigo de semejante testador. Testamento excelente, en el cual no se trata de dinero, sino de vida eterna; testamento escrito no con tinta, sino por aquel Espíritu del Dios vivo que dice: Mi lengua es como pluma de amanuense que escribe velozmente.