JUEVES
DE LA III SEMANA DE CUARESMA
Forma Extraordinaria del
Rito Romano
Y saliendo de la sinagoga, entró en la
casa de Simón. La suegra de Simón estaba con mucha fiebre y le rogaron por
ella. Inclinándose sobre ella, conminó a la fiebre; y la fiebre la dejó; ella,
levantándose al punto, se puso a servirles. A la puesta del sol, todos cuantos
tenían enfermos de diversas dolencias se los llevaban; y él, poniendo las manos
sobre cada uno de ellos, los curaba.
Salían también demonios de muchos, gritando y diciendo: «Tú eres el Hijo
de Dios.» Pero él les conminaba y no les permitía hablar, porque sabían que él
era el Cristo. Al hacerse de día salió y se fue a un lugar solitario. La gente
le andaba buscando y, llegando hasta él, trataban de retenerle para que no les
dejara. Pero él les dijo: «También a otras ciudades tengo que anunciar la Buena
Nueva del Reino de Dios, porque a esto he sido enviado.» E iba predicando por
las sinagogas de Judea.
Lucas 4, 38-44