Santo Rosario.
Por la señal...
Monición inicial:
Celebra hoy el tránsito de San Benito que tal día como hoy del año 547
llegó al cielo. Patrono principal de Europa, nacido en Nursia, en Umbria, pero
educado en Roma, abrazó luego la vida eremítica donde pronto se vio rodeado de
muchos discípulos. Su Regla siendo hoy
un medio adecuado para la vida de entrega al Señor. En ella, San Benito no
menciona a la Virgen, pero si sus actitud de perfecta obediencia a Dios.
Pidiendo la gracia de imitar las virtudes de la Virgen María, ofrecemos
este rosario por Europa para que sea fiel a sus raíces cristianas..
Señor mío
Jesucristo...
1.-LA
ENCARNACIÓN DEL HIJO DE DIOS EN LAS ENTRAÑAS PURÍSIMAS DE LA VIRGEN
Oigamos con suma reverencia la voz de Dios que a diario
nos dice: Ojalá escuchéis hoy su voz: No endurezcáis el corazón.
2.-LA
VISITACIÓN DE NUESTRA SEÑORA A SU PRIMA SANTA ISABEL
Ceñida, pues, la cintura con la fe y la observancia de
las buenas obras, sigamos su camino, guiados por el Evangelio, para que
merezcamos ver a quien nos ha llamado a su reino. Si queremos habitar en su
reino, no llegaremos a él si no adelantamos en buenas obras.
3.-EL
NACIMIENTO EN BELÉN DEL HIJO DE DIOS
Creemos que Dios está presente en todas partes, y que
"los ojos del Señor vigilan en todo lugar a buenos y malos", pero debemos creer esto sobre todo y sin la
menor vacilación, cuando asistimos a la Obra de Dios. Consideremos, pues, cómo
conviene estar en la presencia de la Divinidad y de sus ángeles, y asistamos a
la salmodia de tal modo que nuestra mente concuerde con nuestra voz.
4.-LA
PRESENTACIÓN EN EL TEMPLO Y LA PURIFICACIÓN DE NUESTRA SEÑORA
Al preguntarle al Señor, hermanos, por el que ha de
habitar en su morada, hemos oído sus condiciones: cumplir los deberes del
morador de su casa. Por tanto, debemos disponer nuestros corazones y nuestros
cuerpos para militar en la santa obediencia de sus preceptos. Roguemos al Señor
nos dé la ayuda de su gracia para superar lo que exceda a nuestra naturaleza.
5.-EL
NIÑO PERDIDO Y HALLADO EN EL TEMPLO
Los que obedecen sin demora y nada estiman tanto como a
Cristo, dejan al momento sus cosas, abandonan la propia voluntad, desocupan sus
manos y dejan sin terminar lo que estaban haciendo, y obedeciendo a pie
juntillas, ponen por obra la voz del que manda. Y así, no viven a su capricho
ni obedecen a sus propios deseos y gustos.