SÁBADO
DE LA I SEMANA DE PASIÓN
Forma Extraordinaria del Rito Romano
Por eso los príncipes de
los sacerdotes deliberaron quitar también la vida a Lázaro, visto que muchos judíos por su causa se
apartaban de ellos, y creían en Jesús. Al día siguiente, una gran muchedumbre,
que habían venido a la fiesta, habiendo oído que Jesús estaba para llegar a
Jerusalén, cogieron ramos de palmas y
salieron a recibirle, gritando: ¡Hosanna! ¡Bendito sea el que viene en nombre
del Señor, el rey de Israel! Halló Jesús
un burro, y montó en él, según está escrito: No tienes que temer, hija de Sión:
Mira a tu rey que viene sentado sobre un burro.
Los discípulos por entonces no reflexionaron sobre esto; mas cuando
Jesús hubo entrado en su gloria, se acordaron que tales cosas estaban escritas
de él, y que ellos mismos las cumplieron.
Y la multitud que estaba con Jesús, cuando llamó a Lázaro del sepulcro,
y le resucitó de entre los muertos, daba testimonio de él. Por esta causa salió tanta gente a recibirle,
por haber oído que había hecho este milagro. En vista de lo cual se dijeron
unos a otros los fariseos. ¿Véis cómo no adelantamos nada? He aquí que todo el
mundo se va con él. Al mismo tiempo ciertos gentiles de los que habían venido
para adorar a Dios en la fiesta, se
acercaron a Felipe, natural de Betsaida en Galilea, y le hicieron esta súplica:
Señor, deseamos ver a Jesús. Felipe fue y lo dijo a Andrés; y Andrés y Felipe juntos,
se lo dijeron a Jesús. Jesús les respondió, diciendo: Venida es la hora en que
debe ser glorificado el Hijo del hombre. En verdad, en verdad os digo que si el
grano de trigo, después de echado en la tierra, no muere, queda infecundo; pero
si muere, produce mucho fruto. Así el que ama desordenadamente su alma, la
perderá; mas el que aborrece o mortifica su alma en este mundo, la conserva
para la vida eterna. El que me sirve, sígame; que donde yo estoy, allí estará
también el que me sirve; y a quien me sirviere, le honrará mi Padre. Pero ahora
mi alma se ha conturbado. Y ¿qué diré? ¡Oh Padre!, líbrame de esta hora. Mas
no, que para esa misma hora he venido al mundo. ¡Oh Padre! glorifica tu santo
Nombre. Al momento se oyó del cielo esta voz: Le he glorificado ya, y le
glorificaré todavía más. La gente que allí estaba, y oyó el sonido de esta voz,
decía que aquello había sido un trueno. Otros decían: Un ángel le ha hablado. Jesús
les respondió, y dijo: Esta voz no ha venido por mí, sino por vosotros. Ahora mismo va a ser juzgado el mundo; ahora
el príncipe de este mundo va a ser lanzado fuera. Y cuando yo sea levantado en
alto en la tierra, todo lo atraeré a mí. (Esto lo decía para significar de qué
muerte había de morir). Le replicó la
gente: Nosotros sabemos por la ley, que el Cristo debe vivir eternamente; pues
¿cómo dices que debe ser levantado en alto o crucificado el Hijo del hombre?
¿Quién es ese Hijo del hombre? Les respondió Jesús: La luz aún está entre
vosotros por un poco de tiempo. Caminad, pues, mientras tenéis luz, para que
las tinieblas no os sorprendan; que quien anda entre tinieblas, no sabe adónde
va, mientras tenéis luz, creed en la
luz, para que seáis hijos de la luz. Estas cosas les dijo Jesús; y fue, y se
escondió de ellos.
Juan 12,10-36.