martes, 17 de marzo de 2015

EVANGELIO DEL DÍA: MI DOCTRINA NO ES MÍA, SINO DE AQUEL QUE ME HA ENVIADO.


MARTES DE LA IV SEMANA DE CUARESMA
Forma Extraordinaria del Rito Romano


Como quiera, hacia la mitad de la fiesta, subió Jesús al templo, y se puso a enseñar.  Y se maravillaban los judíos, y decían: ¿Cómo sabe éste las letras sagradas sin haber estudiado?  Les respondió Jesús: Mi palabra no es mía sino de aquel que me ha enviado. Quien quisiere hacer la voluntad de éste, conocerá si mi palabra es de Dios, o si yo hablo de mí mismo.  Quien habla de su propio movimiento, busca su propia gloria; mas el que únicamente busca la gloria del que le envió, ése es veraz, y no hay en él injusticia o fraude.  ¿Por ventura, no os dio Moisés la ley, y con todo eso ninguno de vosotros observa la ley?  ¿Pues, por qué intentáis matarme? Respondió la gente: Estás endemoniado: ¿Quién es el que trata de matarte?  Jesús prosiguió, diciéndoles: Yo hice una sola obra milagrosa en día de sábado, y todos lo habéis extrañado.  Mientras que, habiéndoos dado Moisés la ley de la circuncisión (no que traiga de él su origen, sino de los patriarcas), no dejáis de circuncidar al hombre aun en día de sábado.  Pues si un hombre es circuncidado en sábado, para no quebrantar la ley de Moisés, ¿os habéis de indignar contra mí, porque he curado a un hombre en todo su cuerpo en día de sábado?  No queráis juzgar por las apariencias, sino juzgad por un juicio recto.  Comenzaron entonces a decir algunos de Jerusalén: ¿No es éste a quien buscan para darle la muerte?  Y con todo vedle que habla públicamente, y no le dicen nada. ¿Si será que nuestros príncipes de los sacerdotes y los senadores han conocido de cierto ser éste el Cristo?  Pero de éste sabemos de dónde es; mas cuando venga el Cristo nadie sabrá su origen. Entretanto, prosiguiendo Jesús en instruirlos, decía en alta voz en el templo: Vosotros pensáis que me conocéis, y sabéis de dónde soy; pero yo no he venido de mí mismo, sino que quien me ha enviado es veraz, al cual vosotros no conocéis. Yo sí que le conozco, porque de él tengo el ser; y él es el que me ha enviado. Al oír esto buscaban cómo prenderle; mas nadie puso en él las manos, porque aún no era llegada su hora. Entretanto muchos del pueblo creyeron en él, y decían: Cuando venga el Cristo, ¿hará por ventura más milagros que los que hace éste? 
Juan 7,14-31