2 de febrero
Presentación del Señor y Purificación de la Virgen
Dom Gueranger
Oh Emmanuel, recibe el tributo de nuestra adoración y de nuestro agradecimiento, el día de tu entrada en el Templo de tu Majestad, llevado en los brazos de María, tu Madre. Si acudes al Templo, es con el fin de ofrecerte por nosotros; si te dignas pagar el precio del primogénito, es como anticipo de nuestro rescate; si ofreces un sacrificio legal, es para abolir a continuación los sacrificios imperfectos. Apareces hoy en la ciudad que va a ser un día el final de tu carrera y el lugar de tu inmolación. No te has contentado con nacer por nosotros; tu amor nos guarda para el futuro un testimonio más elocuente todavía.
¡Oh consuelo de Israel, a quien miran complacidos los Ángeles! hoy entras en el Templo, y los corazones que te esperaban se abren y dirigen hacia ti.
¡Oh, quién nos diera un poco del amor que sintió el anciano al tomarte en sus brazos, y apretarte contra su corazón! No deseaba más que verte, oh divino Niño, para morir feliz. Poco después de haberte contemplado un momento, expiraba dulcemente. ¿Cómo será, pues, la dicha de poseerte eternamente, cuando unos instantes tan breves bastaron para compensar la espera de una larga vida?