jueves, 9 de febrero de 2023

Capítulo 21. CAMINO A LA CONVERSIÓN. CONSEJOS ÚTILES PARA LA VIDA ESPIRITUAL

Capítulo 21
CAMINO A LA CONVERSIÓN

CONSEJOS ÚTILES PARA LA VIDA ESPIRITUAL

Libro primero De la imitación de Cristo

 

 

ORACIONES PARA COMENZAR TODOS LOS DÍAS:

 

+Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Dispongámonos a hacer este momento de oración, elevando a Dios nuestro pensamiento y nuestro corazón; y hagamos un acto de fe, esperanza y caridad:

ACTO DE FE, ESPERANZA Y CARIDAD

Creo en Dios Padre; Creo en Dios Hijo; Creo en Dios Espíritu Santo;  Creo en la Santísima Trinidad;  Creo en mi Señor Jesucristo, Dios y hombre verdadero.

Espero en Dios Padre;  Espero en Dios Hijo;  Espero en Dios Espíritu Santo;  Espero en la Santísima Trinidad;  Espero en mi Señor Jesucristo,  Dios y hombre verdadero.

Amo a Dios Padre;  Amo a Dios Hijo;  Amo a Dios Espíritu Santo;  Amo a la Santísima Trinidad;  Amo a mi Señor Jesucristo,  Dios y hombre verdadero. Amo a María santísima, madre de Dios  y madre nuestra y amo a mi prójimo  como a mí mismo.

Amo a San José, a  los ángeles y a mis hermanos los santos,  particularmente a mis santos patrones y protectores. Amo a los que me aman, mis familiares y amigos, amo a los que me odian y a los que les soy molesto o indiferente.  Amo a los que he hecho mal o he inducido a pecar. Pido para ellos y para mí, las gracias necesarias para la salvación. Amén.     

 

Capítulo 21
CAMINO A LA CONVERSIÓN

1. Si quieres adelantar algo consérvate en el respeto a Dios y no pretendas ser demasiado libre sino mantén bajo control todos tus sentidos y no te entregues a alegrías ineptas. Dedícate a transformar tu corazón y sentirás la presencia de Dios. La compunción nos obtiene muchos bienes que la distracción acostumbra perder rápidamente. Es increíble que en esta vida alguien pueda alegrarse alguna vez perfectamente si piensa y reflexiona que está como desterrado y rodeado de tantos peligros.

2. Por causa de nuestra superficialidad y la dejadez en corregir nuestros defectos no sentimos el llamado angustioso de nuestra conciencia sino que tomamos todo a risa cuando más bien deberíamos llorar. No existe verdadera libertad ni justo regocijo sino en el respeto a Dios con buena conciencia. Feliz quien puede arrojar lejos todo impedimento de distracción y recogerse a la unidad gracias al saludable arrepentimiento que nos lleva a la conversión. Feliz quien se abstiene de todo lo que puede  manchar u ofender su conciencia. Lucha valerosamente: una costumbre se vence con otra. Si aprendes a no dejarte llevar por los demás entonces te dejarán hacer lo que te toca.

3. No pretendas manejar asuntos ajenos ni te impliques en las causas de los mayores y amonéstate más especialmente a ti mismo que a todos los que estimas. Si no te favorecen los demás no vayas a sentirte triste por eso pero que sí te sea causa de preocupación el no comportarte bien y consideradamente como corresponde a un servidor de Dios y persona de fe. Con  frecuencia es muy conveniente y seguro que la persona no tenga muchas satisfacciones en esta vida principalmente si se trata de consuelos materiales. Pero si no percibimos o rara vez experimentamos la presencia de Dios es por nuestra culpa porque no buscamos convertirnos a Él abandonando vanidades y exterioridades.

4. Reconoce que no eres merecedor de experimentar el afecto de Dios si no más bien digno de muchas aflicciones. Cuando alguien está más perfectamente urgido a la santidad entonces más pesado y amargo le parece todo el mundo. La persona buena descubre dentro de sí suficiente motivo de dolor y pena. Porque ya se considere a sí o se preocupe del prójimo sabe que nadie vive en éste mundo sin tribulación y cuando más estrictamente se examina más grande es su dolor. Constituyen materia de justo dolor e intenso arrepentimiento nuestros pecados y vicios que nos tienen envueltos, por lo que rara vez somos capaces de contemplar las realidades trascendentes.

5. Si reflexionaras con más frecuencia sobre tu propia muerte en vez de como prolongar la vida no dudo que con más  entusiasmo te enmendarías. Si examinas de corazón las penas futuras del infierno o del proceso de purificación después de muerto creo que con gusto soportarías los esfuerzos y dolores y no tendrías temor de ninguna exigencia. Pero porque estas cosas no penetran en nuestro corazón y todavía amamos la comodidad por eso permanecemos desanimados y muy holgazanes. Frecuentemente hay carencia espiritual donde tanto se lamenta la miserable naturaleza. Ruega pues humildemente al Señor porque como dijo un profeta: "Les alimentaste con aflicciones y les hiciste beber lágrimas" (Sal 80, 6).

 

 

PARA FINALIZAR TODOS LOS DÍAS

 

Concluyamos nuestra oración recitando las preces de las letanías del santo nombre de Jesús.

 

PRECES DE LAS LETANÍAS

DEL SANTO NOMBRE DE JESÚS

Jesús, óyenos. Jesús, óyenos

Jesús, escúchanos. Jesús, escúchanos

Sednos propicio, perdónanos, Jesús

Sednos propicio, escúchanos, Jesús

De todo mal, líbranos, Jesús

De todo pecado, líbranos, Jesús

De tu ira,  líbranos, Jesús

De las asechanzas del demonio, líbranos, Jesús

Del espíritu impuro, líbranos, Jesús

De la muerte eterna, líbranos, Jesús

Del menosprecio de tus inspiraciones, líbranos, Jesús

Por el misterio de tu santa encarnación, líbranos, Jesús

Por tu natividad, líbranos, Jesús

Por tu infancia, líbranos, Jesús

Por tu divinísima vida, líbranos, Jesús

Por tus trabajos, líbranos, Jesús

Por tu agonía y pasión,  líbranos, Jesús

Por tu cruz y desamparo, líbranos, Jesús

Por tus sufrimientos, líbranos, Jesús

Por tu muerte y sepultura, líbranos, Jesús

Por tu resurrección, líbranos, Jesús

Por tu ascensión, líbranos, Jesús

Por tu institución de la santísima eucaristía,  líbranos, Jesús

Por tus gozos, líbranos, Jesús

Por tu gloria, líbranos, Jesús

 

Oremos:

Señor nuestro Jesucristo, que dijiste: pedid y recibiréis, buscad y encontraréis, llamad y os abrirán; te suplicamos nosotros que pedimos la ternura de tu divino amor, que, amándote de palabra, de obra y de todo corazón, nunca dejemos de bendecir tu santo nombre.

Haz, Señor, que reine siempre en nosotros un temor respetuoso y un amor ardiente a tu santo nombre; ya que tu providencia no abandona jamás a los que has establecido en la solidez de tu amor. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

 

***

Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.

Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.

Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.

Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.

***

¡Querido hermano, si te ha gustado esta meditación, compártelo con tus familiares y amigos.

***

Ave María Purísima, sin pecado concebida.