LA CUARESMA CON JESÚS
Dom Gueranger
Sábado después de ceniza
La barca de la Santa Madre Iglesia es botada a alta mar; la travesía durará cuarenta días. Los discípulos de Cristo reman contra el viento y se apodera ya de ellos la inquietud; temen no poder llegar al puerto. Pero Jesús se llega a ellos sobre las olas; sube con ellos a la barca; su travesía será feliz en adelante. Los intérpretes antiguos de la Liturgia nos explanan como sigue la intención de la Iglesia al escoger este paso del Evangelio. Cuarenta días de penitencia son poquísima cosa, coreada con una vida que demasiado frecuentemente se desentiende de Dios; y todavía serían muy pesados a nuestra debilidad si el mismo Salvador no acudiera a recorrerlos con nosotros. Tranquilicémonos: es Jesús. Durante este período salutífero, ruega El con nosotros, ayuna con nosotros y con nosotros ejerce las obras de misericordia. ¿No inauguró, por ventura, él la Cuaresma de las expiaciones? Fijemos nuestra mente en ello y cobremos ánimo. Y si todavía nos sentimos desfallecer, acerquémonos a Él como esos enfermos de que nos acaba de hablar el Evangelio. El contacto de sus vestidos bastaba a dar la salud a los que la habían pedido; vayamos a Él en el Sacramento de su amor; y la vida divina cuyo germen está asentada en nosotros, se desarrollará más y más, y la energía que comenzaba ya a languidecer en nuestros corazones; surgirá siempre en aumento.