jueves, 23 de febrero de 2023

Viacrucis Con Santa Teresa de Los Andes

 

Viacrucis Con Santa Teresa ... by IGLESIA DEL SALVADOR DE TOL...

 VIACRUCIS CON SANTA TERESA DE LOS ANDES

Santa Teresa de los Andes, nació en Santiago de Chile el 13 de julio de 1900. A los catorce años de edad, inspirada por Dios, decidió consagrarse a Él como religiosa, como carmelita descalza. Su deseo se realizó el 7 de mayo de 1919, cuando ingresó en el pequeño monasterio del Espíritu Santo en el pueblo de Los Andes, a unos 90 km de Santiago. El Señor le había revelado que moriría joven y, a pesar de ello, dio testimonio de alegría, serenidad y confianza. Entregó su alma a Dios al atardecer del 12 de abril de 1920. El 7 de abril había hecho la profesión religiosa in articulo mortis. Es la primera Santa chilena, la primera Santa carmelita descalza fuera de las fronteras de Europa. Teresa de Los Andes, con el lenguaje de su intensa vida, nos confirma que Dios existe, que Dios es amor y alegría, que Él es nuestra plenitud.

 

EJERCICIO DEL SANTO VIACRUCIS

 

Por la señal de la Santa Cruz

de nuestros enemigos,

líbranos Señor, Dios nuestro.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Amén

 

ACTO DE CONTRICCIÓN

¡Señor mío, Jesucristo! Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón de haberos ofendido; también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno. Ayudado de vuestra divina gracia propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta. Amén.

 

Al principio de cada estación se puede decir:

V/. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos

R/. Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.

 

Y al final de cada estación:

V/. Señor, pequé.

R/. Tened piedad y misericordia de mí y de todos los pecadores.

V/. Bendita y alabada sea la Pasión y Muerte de nuestro Señor Jesucristo

R/. Y los Dolores de su Santísima Madre al pie de la cruz.

 

 

 

 

I ESTACIÓN. Jesús es condenado a muerte

De las cartas de santa Teresa de los Andes:

La Pasión de Jesucristo es lo que mejor me hace para mi alma: aumenta en mí el amor al ver cuánto sufrió mi Redentor; el amor al sacrificio, al olvido de mí misma. Me sirve para ser menos orgullosa. Me excita en la confianza de ese mi Maestro adorado, que sufrió tanto por amarme. La confianza es lo que más le agrada a Jesús. Si confiamos en el corazón de un amigo que nos ama, ¿cómo no confiar en el corazón de un Dios, donde reside la bondad infinita? Desconfiar del corazón de un Dios que se hizo hombre, que murió como un malhechor en una cruz, que se da en alimento a nuestras almas diariamente para hacerse uno con sus criaturas, ¿no es un crimen? (Carta 143).

 

II ESTACIÓN. Jesús carga con la Cruz

De las cartas de santa Teresa de los Andes:

El Señor la trata como a fuerte dándole trabajos y cruces. Feliz usted, que sube al Calvario para ser crucificada con Jesús. Es una señal de predestinación el que Dios Padre la quiera hacer conforme a su Divino Hijo. Quisiera que en la oración muchas veces pusiera los ojos de su alma en Jesús Crucificado. Allí encontrará no sólo alivio en el dolor (aunque un alma generosa no debe buscar consuelos), sino que también aprenderá a sufrir en silencio, sin murmurar ni interior ni exteriormente; a sufrir alegremente, teniendo en cuenta que todo es poco con tal de salvar las almas que tiene a su cargo. (Carta 143).

 

III ESTACIÓN. Jesús cae por primera vez

De las cartas de santa Teresa de los Andes:

Tengamos nosotras temor filial para no ofenderlo, lo mismo que un hijo con su padre teme no disgustarle; no por el castigo, sino porque sabe que su padre lo ama y sufrirá. Arrojémonos con nuestras faltas y pecados en el abismo, en el océano de misericordia. Jesús se compadece de nuestras miserias, conoce a fondo nuestro pobre corazón; así pues, no tema, que el temor seca el amor. (Carta 143).

 

IV ESTACIÓN. Jesús se encuentra con su madre

De las cartas de santa Teresa de los Andes:

La Santísima Virgen, Ella sólo oró, padeció y amó. Y todo en silencio. Ten siempre como modelo a la Santísima Virgen y pídele te asemeje, pues Ella siempre permaneció en silencio unida a su Dios, y se consumió en el amor y en sacrificio por sus hijos pecadores. Su vida se resume en dos palabras: sufrió y amó. Pero no te atemorice la cruz, Jesús está en ella. (Cartas 138 y 130).

 

V ESTACIÓN.  El Cirineo ayuda a Jesús a llevar la Cruz

De las cartas de santa Teresa de los Andes:

Jesús me dijo que quería que sufriese con alegría. Me dijo que Él había subido al Calvario y se había acostado en la Cruz con alegría por la salvación de los hombres. “¿Acaso no eres tú la que me busca y la que quieres parecerte a Mí? Luego ven conmigo y toma la Cruz con amor y alegría”. Mi lengua ha de expresarle mi amor. Mi pie ha de encaminarse al Calvario. Por eso ha de ser mi andar lento y recogido. Mis manos deben estrechar el Crucifijo, es decir aquella imagen divina que ha de imprimirse en mi corazón. En el sacrificio que se hace por Dios está el más puro goce.

(Diario 15; Carta 127).

 

VI ESTACIÓN. La Verónica enjuga el rostro de Jesús

De las cartas de santa Teresa de los Andes:

Es necesario soportarlo todo, amarlo todo como la expresión de la voluntad de Dios que quiere santificarnos, ya que Jesucristo nos dijo que la voluntad de Dios es que fuéramos santos. Quisiera que vieras en Jesús, en el Verbo, el amor que nos ha demostrado. No miremos en Él nada más que amor; ya que Dios es amor. El amor es su esencia, en el amor se hallan todas sus perfecciones infinitas. Amemos y adoremos y escuchemos al Verbo... que dice “Vengo, oh Padre, a hacer tu voluntad”. (Carta 149).

 

VII ESTACIÓN.  Jesús cae por segunda vez

De las cartas de santa Teresa de los Andes:

Le pido que no de entrada al desaliento. El llorar mucho por las faltas que se comenten no es humildad; y más aún si son involuntarias. Debe, inmediatamente que caiga, pedirle perdón a Jesús y enseguida -como un niño con su madre- recostarse en su Corazón, confiada en que no sólo la perdonó, sino que se olvidó. Somos miserables que caemos a cada paso.

Somos niños que aún no sabemos andar... Evite siempre toda falta voluntaria. Para ésto pida a Jesús la libre de ella, y si cayera, inmediatamente, arrójese en el abismo del amor, y Él las borrará y consumirá. Según sea el peso que estas faltas lleven, es decir, con cuanta mayor confianza y arrepentimiento estén, tanta más adentro la introducirá en ese océano de caridad y, por lo tanto, más bañada saldrá por el amor. (Carta 144).

 

VIII ESTACIÓN.  Jesús se encuentra con las mujeres de Jerusalén

De las cartas de santa Teresa de los Andes:

Jesús es todo ternura, todo amor para sus criaturas pecadoras. ¿Por qué temer acercarse a Nuestro Señor, cuando él mismo dijo que era el Buen Pastor, que daba su vida por recobrar la oveja perdida? Y dijo que venía en busca de pecadores. Así pues, todos, aunque somos pecadores, podemos acercarnos a Él... Al ponerme en contacto íntimo con las almas, pude notar que en todas hay llagas profundamente dolorosas; que todas, aunque muchas veces aparentemente son felices, encierran en su corazón un mundo de desdichas... Traten de conocer a Jesús, el amigo íntimo de nuestras almas. En Él encontrarán la ternura de una madre en grado infinito; consuelo, si tienen que sufrir; fuerza para cumplir con sus deberes. Miren a Jesús anonadado, en la cruz. De allí nos dice cuánto nos ha amado. (Cartas 150 y 151).

 

IX ESTACIÓN. Jesús cae por tercera vez

De las cartas de santa Teresa de los Andes:

Es Jesús el único atractivo de mi vida. Es Él, con sus encantos y suavidad, lo que me hace olvidarlo todo. Sin embargo, hay momentos -créeme- que se sufre. Y no creas que son sufrimientos de cualquiera especie. Mas sufriendo es como se goza, ¿no es verdad? Sobretodo cuando es Jesús el mismo que la crucifica, que la despedaza, se encuentra una feliz en ser su juguete de amor. Es en la cruz donde se efectúa la transformación del alma en Dios. Lo mejor es amar la voluntad de Dios. Allí encontramos la cruz mejor que en ninguna parte. Allí crece este árbol bendito rectamente, sin impedimento, pues es sin la elección nuestra, sin satisfacción alguna. ¿Sientes en tu alma ese amor por la divina voluntad? (Carta 149).

 

X ESTACIÓN.  Jesús es despojado de sus vestiduras

De las cartas de santa Teresa de los Andes:

Dios muy interiormente se une a mi alma, y sin palabras a veces me da a conocer su voluntad. El otro día me habló de la pobreza. Me dijo que tratara de no poseer ni voluntad ni juicio. Me dijo que no estuviera apegada a nada. Que la unión divina estaba en imitar sus perfecciones para asemejarme a Él cada vez más, y en sufrir mucho por su amor para ser crucificada como Él. (Carta 66).

 

XI ESTACIÓN. Jesús es clavado en la Cruz

De las cartas de santa Teresa de los Andes:

Este es mi ideal: recoger la sangre que mana del sacrificio de Jesús, para derramarla en las almas. Asóciate a mí, obrando en todo por amor; aceptando todos los sufrimientos con alegría por consolar al Hombre-Dios. (Carta 147).

 

XII ESTACIÓN.  Jesús muere en la Cruz

De las cartas de santa Teresa de los Andes:

Déjeme llorar entre sus brazos todo el día, mientras los demás se ríen y divierten; que poco me importa a mí llorar mirando la alegría infinita, gustar la amargura junto a la dulzura divina de Jesús. Nada de la tierra puede servirme ya de atractivo, porque he conocido la hermosura divina. Y en caso de llorar no sería por tristezas fingidas, sino por mis muchos pecados y por temor de ofender y perder a Dios; por no amarlo lo bastante... (Carta 148).

 

XIII ESTACIÓN.  Jesús es bajado de la Cruz

De las cartas de santa Teresa de los Andes:

Cuando sufra, mire a su Madre Dolorosa con Jesús muerto entre sus brazos. Compare su dolor. Nada hay que se le asemeje. Es su único Hijo, muerto, destrozado por los pecadores. Y a la vista del cuerpo ensangrentado de su Dios, de las lágrimas de su Madre María, aprenda a sufrir resignado, aprenda a consolar a la Santísima Virgen, llorando sus pecados... Dígale “María, muéstrame que eres mi Madre”. Invóquela cuando luche para cumplir sus deberes de cristiano. Pídale a Ella lo haga ser su verdadero hijo; que extinga en su alma el fuego de las pasiones con su mirada de suavidad. (Carta 150)

 

XIV ESTACIÓN.  Jesús es sepultado

De las cartas de santa Teresa de los Andes:

Un día vendrá en la vida en que lucharás sin nadie. ¿Quién será entonces tu apoyo? Dios. La muerte te abrirá también un abismo de misterios; y tú sólo con Dios estarás ¿Por qué no amar a ese Dios que, no necesitando de nosotras, nos ama, nos mira y siempre nos prodiga sus bienes? Vivir de amor, vivir en el cielo, en Dios. Ésta es la única dicha del alma. No creas que te oculta que no hay sufrimientos; pero en la cruz está el amor, y amando se es feliz. (Carta 159).

 

***

Para ganar la indulgencia concedida al rezo del Viacrucis, por las intenciones del Papa.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria