NOVENA
A NUESTRA SEÑORA DE LOURDES
HOMENAJE AL PAPA BENEDICTO XVI
ORACIONES PARA COMENZAR TODOS LOS DÍAS:
+Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
ORACIÓN A NUESTRA SEÑORA DE LOURDES Oración del Venerable Pío XII
Dóciles a la invitación de tu voz maternal, oh Virgen Inmaculada de Lourdes, acudimos a tus pies en la humilde gruta donde aparecisteis para indicar a los extraviados el camino de la oración y penitencia, dispensando a los que sufren las gracias y prodigios de tu soberana bondad.
Recibid, oh Reina compasiva, las alabanzas y súplicas que pueblos y naciones, unidos en la angustia y la amargura, elevan confiados a Ti.
¡Oh blanca visión del paraíso, aparta de los espíritus las tinieblas del error con la luz de la fe!
¡Oh mística rosa, socorre las almas abatidas, con el celeste perfume de la esperanza!
¡Oh fuente inagotable de aguas saludables, reanima los corazones endurecidos, con la ola de la divina caridad!
Haz que nosotros tus hijos, confortados por Ti en las penas, protegidos en los peligros, apoyados en las luchas, amemos y sirvamos a tu dulce Jesús, y merezcamos los goces eternos junto a Ti. Amén
Se lee el texto para cada día.
PRIMER DÍA.
LA 1ª APARICIÓN
El jueves, 11 de febrero de 1858, tuvo lugar la primera aparición de la Virgen. Bernardita fue junto con su hermana y una amiga a recoger leña a la gruta de Massabielle. Oye como una ráfaga de viento, pero los árboles no se mueven. Al levantar la mirada, ve una luz que sale del interior de la gruta. La luz tiene la forma de una joven. Bernardita se frota los ojos, tiene miedo. Saca su rosario e intenta hacer la señal de la cruz.
La Virgen estaba envuelta en una luz resplandeciente como la del sol, pero dulce y apacible como todo lo que viene del cielo. Vestía un traje blanco, brillante y de un tejido desconocido, ajustado al talle con una cinta azul; un largo velo blanco caía hasta sus pies envolviendo todo el cuerpo. Los pies, descalzos comunicaban una gran pureza virginal. Dos rosas brillantes de color de oro cubrían la parte superior de los pies de la Santísima Virgen. Todo en Ella irradiaba felicidad, majestad, inocencia, bondad, dulzura y paz. La frente lisa y serena, los ojos eran azul celeste llenos de amor y los labios mostraban suavidad y mansedumbre.
La Señora parecía saludarla tiernamente mientras se inclinaba ante Bernardita. Sus manos estaban juntas ante el pecho, ofrecían una posición de oración fervorosa; tenía entre sus dedos un largo rosario blanco y dorado con una hermosa cruz de oro. Bernardita buscó su rosario… La Señora empezó a pasar las cuentas del rosario entre sus dedos y juntas lo rezaron. Aquella gruta de Lourdes, se convierte desde entonces, en una sorprendente escuela de oración para el mundo.
Esta verdad la expresó el Papa Benedicto XVI con estas palabras: “En el mundo actual, tan dispersivo, esta oración –la del rosario- ayuda a poner a Cristo en el centro, como hacía la Virgen, que meditaba en su corazón todo lo que se decía de su Hijo, y también lo que él hacía y decía.
Con María, el corazón se orienta hacia el misterio de Jesús. Se pone a Cristo en el centro de nuestra vida, de nuestro tiempo, de nuestras ciudades, mediante la contemplación y la meditación de sus santos misterios de gozo, de luz, de dolor y de gloria.
Cuando se reza el rosario de modo auténtico, no mecánico y superficial sino profundo, trae paz y reconciliación. Encierra en sí la fuerza sanadora del Nombre santísimo de Jesús, invocado con fe y con amor en el centro de cada avemaría.”
Las 18 apariciones se sucederán en los días y meses siguientes al 11 de febrero hasta el 16 de julio del mismo año 1858.
ORACIONES PARA TERMINAR TODOS LOS DÍAS
Pídase la gracia que se desea alcanzar por la intercesión de Nuestra Señora de Lourdes.
3 Avemarías
Consagración a la Virgen
de Santa Bernardita
Oh María, tú te convertiste en mi Madre en el colmo del dolor y de la prueba, por eso debo tener una gran y completa confianza en Ti.
Cuando esté sujeto a la prueba de las criaturas y expuesto a la tentación y a la desolación de mi alma, vendré a refugiarme en tu Corazón, mi buena Madre, y te suplicaré que no me dejes perecer, que me concedas la gracia de ser sumiso y confiado en la prueba, siguiendo tu ejemplo, de sufrir con amor.
Que, como tú, yo permanezca al pie de la Cruz y clavado en la Cruz, si tal es el beneplácito de tu amado Hijo.
¡Jamás podrá perecer un hijo devoto de María! Madre mía, ten piedad de mí; me entrego enteramente a Ti, para que Tú me entregues a tu amado Hijo, a quien quiero amar con todo mi corazón.
Madre mía, dame un corazón ardiente por Jesús.
Amén.
***
Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.
Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.
Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.
Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.
Santa Bernardita Souburius, ruega por nosotros.
Todos los santos y santas de Dios,
rogad por nosotros.
***
Ave María Purísima, sin pecado concebida.