DÍA 11.
BUSCA SOLO AMAR A DIOS
MEDITACIÓN PARA ALCANZAR HUMILDAD
Para comenzar cada día:
+Por la señal de la Santa Cruz, de nuestro enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Ante Jesús Sacramentado, visitándolo en el Sagrario ya presencialmente, ya espiritualmente, digamos la siguiente oración compuesta por santa Teresita del Niño Jesús:
ORACIÓN PIDIENDO LA HUMILDAD.
Santa Teresita del Niño Jesús
Jesús, cuando eras peregrino en nuestra tierra, Tú nos dijiste: “Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón y vuestra alma encontrará descanso”. Mi alma encuentra en Ti su descanso al ver cómo te rebajas hasta lavar los pies a tus apóstoles. Entonces, me acuerdo de aquellas palabras que pronunciaste para enseñarme a practicar la humildad: “Os he dado ejemplo para que lo que he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis. El discípulo no es más que su maestro... Puesto que sabéis esto, dichosos vosotros si lo ponéis en práctica”. Yo comprendo, Señor, estas palabras salidas de tu corazón, manso y humilde, y quiero practicarlas con la ayuda de tu gracia.
Te ruego, divino Jesús, que me envíes una humillación cada vez que yo intente colocarme por encima de los demás. Yo sé bien, Dios mío, que al alma orgullosa tú la humillas y que a la que se humilla le concedes una eternidad gloriosa; por eso, quiero ponerme en el último lugar y compartir tus humillaciones, para tener parte contigo en el reino de los cielos.
Pero tú, Señor, conoces mi debilidad. Cada mañana hago el propósito de practicar la humildad, y por la noche reconozco que he vuelto a cometer muchas faltas de orgullo. Al ver esto, me tienta el desaliento, pero sé que el desaliento es también una forma de orgullo. Por eso quiero, Dios mío, fundar mi esperanza sólo en Ti. Para alcanzar esta gracia de tu infinita misericordia, te repetiré muchas veces: ¡Jesús, manso y humilde de corazón, haz mi corazón semejante al tuyo!
DÍA 11.
BUSCA SOLO AMAR A DIOS
De la Práctica de la humildad, de S.S. el Papa León XIII
25. Si alguno, sin razón, te rebajase o hablase mal de ti, y si vieses censurada tu conducta por un inferior a ti, o por quien, más merecedor de reprensión que tú, debiera mirarse a sí mismo, no quisieras que por ello te dominase el desdén o rehusases examinar con calma y a la luz de Dios tu conducta; y abriga la íntima persuasión de que puedes faltar a cada momento si la gracia de Dios no te preserva.
26. Nunca anheles ser amado de manera singular. Puesto que el amor depende de la voluntad, y la voluntad está inclinada hacia el bien por naturaleza, ser amado, y ser amado como bueno, es una misma cosa; ahora bien, el afán de ser estimado por encima de los demás es inconcebible con una sincera humildad. ¡Qué gran fruto obtendrás si obras así! Tu alma, no mendigando ya el amor de las criaturas, se refugiará en las sagradas llagas del Salvador; allí, en el Corazón adorable de Jesús, experimentarás las indecibles dulzuras divinas y, habiendo renunciado generosamente por Él al amor de los hombres, podrás gustar en abundancia de los consuelos divinos, que te serían negados si hubieses sido presa del dulzor falso y mentiroso de los consuelos terrenos; porque los consuelos divinos son tan puros y sinceros, que no pueden ser mezclados con los consuelos de aquí abajo y somos inundados por aquéllos en la medida en que nos vaciamos de éstos. Por otra parte, tu alma podrá volverse libremente hacia Dios y reposar en Él con el pensamiento de su presencia y de sus perfecciones infinitas. Por último, no habiendo cosa más dulce que amar y ser amado, si te privas de este placer por amor de Dios, y Dios se posesiona de tu corazón, no dividido por el amor de otra criatura, ofrecerás un sacrificio muy acepto a Dios, y no temas que obrando así se vaya a enfriar tu amor al prójimo, pues no le amarás por interés, por seguir tu inclinación, sino tan sólo por dar gusto a Dios, haciendo lo que sabes le agrada.
Para finalizar cada día
LETANÍAS DE LA HUMILDAD
Venerable Cardenal Merry del Val
Jesús manso y humilde de corazón, óyeme.
Del deseo de ser lisonjeado, líbrame Jesús
Del deseo de ser alabado, líbrame Jesús
Del deseo de ser honrado, líbrame Jesús
Del deseo de ser aplaudido, líbrame Jesús
Del deseo de ser preferido a otros, líbrame Jesús
Del deseo de ser consultado, líbrame Jesús
Del deseo de ser aceptado, líbrame Jesús
Del temor de ser humillado, líbrame Jesús
Del temor de ser despreciado, líbrame Jesús
Del temor de ser reprendido, líbrame Jesús
Del temor de ser calumniado, líbrame Jesús
Del temor de ser olvidado, líbrame Jesús
Del temor de ser puesto en ridículo, líbrame Jesús
Del temor de ser injuriado, líbrame Jesús
Del temor de ser juzgado con malicia, líbrame Jesús
Que otros sean más estimados que yo. Jesús dame la gracia de desearlo
Que otros crezcan en la opinión del mundo y yo me eclipse. Jesús dame la gracia de desearlo
Que otros sean alabados y de mí no se haga caso. Jesús dame la gracia de desearlo
Que otros sean empleados en cargos y a mí se me juzgue inútil. Jesús dame la gracia de desearlo
Que otros sean preferidos a mí en todo. Jesús dame la gracia de desearlo
Que los demás sean más santos que yo con tal que yo sea todo lo santo que pueda. Jesús dame la gracia de desearlo
Oración:
Oh Jesús que, siendo Dios, te humillaste hasta la muerte, y muerte de cruz, para ser ejemplo perenne que confunda nuestro orgullo y amor propio. Concédenos la gracia de aprender y practicar tu ejemplo, para que humillándonos como corresponde a nuestra miseria aquí en la tierra, podamos ser ensalzados hasta gozar eternamente de ti en el cielo. Amén.
***
Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío.
Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.
Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.
Santos Ángeles custodios, rogad por nosotros.
Todos los santos de Dios, rogad por nosotros.
Ave María Purísima, sin pecado concebida.