DÍA 4. SANGRE DE CRISTO, CORDERO INMACULADO
Mes de julio a la preciosísima Sangre de Jesús
+Por la señal de la Santa Cruz, de nuestro enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Ante Jesús Sacramentado, visitándolo en el Sagrario ya presencialmente, ya espiritualmente, recitemos la siguiente oración compuesta por san Alberto Magno:
ORACIÓN A LA PRECIOSA SANGRE DE JESÚS
de San Alberto Magno
Yo te adoro, Oh Preciosa Sangre de Jesús, flor de la creación, fruto de virginidad, instrumento inefable del Espíritu Santo, y me regocijo al pensar que tú viniste de la gota de la sangre virginal sobre la cual el amor eterno imprimió su movimiento; Tú fuiste asumida por la Palabra y deificada en Su persona.
Yo estoy embargado de emoción cuando pienso de tu paso del corazón de la Santísima Virgen al corazón de la Palabra, y, siendo vivificada por el aliento de la Divinidad, volviéndote adorable porque te volviste la sangre de Dios.
Yo te adoro dentro de las venas de Jesús, preservada en su humanidad como el maná en la urna de oro, el memorial de la Redención eterna que El cumplió durante los días de su vida terrenal. Yo te adoro, Sangre de la nueva y eterna alianza, fluyendo de las venas de Jesús en Getsemaní, de la carne arrancada por los latigazos en el Pretorio, de sus manos y pies perforados y de su costado abierto en el Gólgota. Yo te adoro en los Sacramentos, en la Eucaristía, donde yo sé que estás sustancialmente presente...
Pongo toda mi confianza en Ti, Oh Sangre adorable, nuestra Redención, nuestra regeneración. Cae, gota a gota, en los corazones que se han alejado de Ti y suavízalos de su dureza.
Oh adorable Sangre de Jesús, lava nuestras manchas, sálvanos de la ira del ángel vengador. Irriga la Iglesia; hazla fructífera con apóstoles y trabajadores de milagros, enriquécela con almas que sean santas, puras y radiantes con belleza divina. Amén.
1. Sangre de Cristo, Cordero Inmaculado
El cordero pascual tiene un cumplimiento perfecto en Cristo. Moisés dio instrucciones al pueblo de Israel sobre lo que debían preparar para salir de Egipto: todo un ritual solemne. El cordero debía ser sin defecto, macho, de un año, sacrificado al atardecer. Con su sangre se había de señalar las casas de los israelitas. La comida se debía hacer de pie, ceñida la cintura. La carne asada al fuego junto con las hierbas amargas son imágenes de la Pasión.
San Juan Bautista señala a Jesús en medio de la multitud como el Cordero que quita el pecado del mundo. Su sacrificio en la cruz y el derramamiento de su preciosa sangre nos ha liberado de la muerte eterna, nos lava del pecado y nos justifica para que podamos, libres de tal esclavitud, entrar en la tierra prometida del cielo.
Jesucristo, Cordero Inmaculado, es también nuestro eterno Sacerdote. Así lo declara la carta a los Hebreos (7, 25-27): “Él es todopoderoso para salvar para siempre a los que por medio de Él se acercan a Dios, puesto que vive perpetuamente para interceder por ellos. Porque convenía que tuviéramos tal sumo sacerdote: santo, inocente, inmaculado, apartado de los pecadores y exaltado más allá de los cielos, que no necesita, como aquellos sumos sacerdotes, ofrecer sacrificios diariamente; porque esto lo hizo una vez para siempre, cuando se ofreció a sí”.
PROPÓSITO: Purificar nuestras intenciones para que todo cuanto vivamos en este día sea un sacrificio puro, santo y agradable a Dios.
JACULATORIA: Sangre de Cristo, Cordero Inmaculado, sálvanos.
Para finalizar: