viernes, 1 de julio de 2016

VED LO QUE DA, Y SABRÉIS LO QUE COMPRA. San Agustín



Homilía de maitines

1 de julio
PRECIOSÍSIMA SANGRE DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
Forma Extraordinaria del Rito Romano

Homilía de san Agustín, obispo
Tratado 120 sobre san Juan
El evangelista ha usado una palabra cuidadosa, de forma que dijera no «golpeó» o «hirió» su costado, u otra cosa cualquiera, sino abrió, para que la puerta de la vida se abriera allí de donde han manado los sacramentos de la Iglesia, sin los que no se entra a la vida que es la auténtica vida. Esa sangre ha sido derramada para remisión de los pecados; esa agua prepara la copa saludable; ella proporciona el baño y la bebida. Esto lo prenunciaba la puerta que Noé mando hacer en el costado del arca, para que por ella entrasen los animales que no iban a perecer en el diluvio, los cuales prefiguraban la Iglesia. En atención a esto, la primera mujer fue hecha del costado del marido, que dormía, y fue nominada vida y madre de los vivos, pues antes del gran mal de la prevaricación significó un gran bien. Aquí, el segundo Adán, inclinada la cabeza, durmió en la cruz para que de ahí —de eso que fluyó del costado del durmiente— le fuese formada la esposa. ¡Oh muerte en virtud de la que los muertos reviven! ¿Qué más limpio que esa sangre? ¿Qué más saludable que esa herida?
Discurso sobre la pasión, 95. N.5
Los hombres servían al demonio y eran sus esclavos, pero fueron rescatados del cautiverio. Porque ellos pudieron venderse, más no rescatarse. Vino el Redentor y pagó el rescate: derramando su sangre redimió el mundo entero. ¿Queréis saber lo que compró? Ved lo que da, y sabréis lo que compra. La sangre de Jesucristo es el precio. ¿No vale por el universo entero? ¿No vale por todas las naciones? Muy ingratos son, pues, para con el precio de su rescate, o muy orgullosos, los que dicen que valía tan poco, que sólo sirvió para comprar a los africanos, o que ellos son tan grandes, que por ellos solos se pagó todo el precio. En vano se engreirían o se enorgullecerían. Lo que dio Jesús, lo dio por todo el mundo.
Sermón 31
Tuvo Jesús sangre con cuyo precio podía redimirnos; y con este fin, precisamente, la tomó: para que aquella sangre fuese la que derramaría para nuestra redención. La sangre del Señor, si queréis, ha sido dada por vosotros; mas si no queréis, no ha sido dada por vosotros. Porque diréis tal vez: Mi Dios tuvo una sangre con la cual podía salvarme; mas ahora, después de haber sufrido, la dio toda entera. ¿Le queda algo todavía para darlo por mí? Mas he ahí la grandeza de su poder: la dio toda de una vez, y la dio por todos. La sangre de Jesucristo es la salvación del que la acepta y la condenación del que la rechaza. ¿Por qué, pues, vacilas, tú que no quieres morir? ¿No quieres ser también librado de una segunda muerte? Te verás libre de ella, si quieres tomar tu cruz y seguir al Señor, pues él llevó la suya y se buscó un servidor.