26 de julio
SANTA ANA, MADRE
DE LA SANTÍSIMA VIRGEN
Forma
Extraordinaria del Rito Romano
El
reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo
encuentra, lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que
tiene y compra el campo. El reino de los cielos se parece también a un
comerciante de perlas finas, que al encontrar una de gran valor se va a vender
todo lo que tiene y la compra. El reino de los cielos se parece también a la
red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la
arrastran a la orilla, se sientan y reúnen los buenos en cestos y los malos los
tiran. Lo mismo sucederá al final de los tiempos: saldrán los ángeles,
separarán a los malos de los buenos y
los echarán al horno de fuego. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. ¿Habéis entendido todo esto?». Ellos le
responden: «Sí». Él les dijo: «Pues bien, un escriba que se ha hecho discípulo
del reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando de su tesoro
lo nuevo y lo antiguo».
Mt 13, 44-52