X DOMINGO DESPUÉS DE
PENTECOSTÉS
FORMA EXTRAORDINARIA DEL RITO ROMANO
Dijo también esta parábola a algunos que confiaban
en sí mismos por considerarse justos y despreciaban a los demás: «Dos
hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, publicano. El
fariseo, erguido, oraba así en su interior: “¡Oh Dios!, te doy gracias porque
no soy como los demás hombres: ladrones, injustos, adúlteros; ni tampoco como
ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo
que tengo”. El publicano, en cambio, quedándose atrás, no se atrevía ni
a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: “¡Oh
Dios!, ten compasión de este pecador”. Os digo que este bajó a su casa
justificado, y aquel no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el
que se humilla será enaltecido».
Lc 18,
9-14