jueves, 4 de diciembre de 2014

NOVENA A LA INMACULADA - DÍA 5º


ORACIÓN PARA COMENZAR TODOS LOS DÍAS
Virgen María, te saludamos y acudimos a ti
que permaneciste siempre Virgen siendo la Madre del Verbo encarnado,
Dios y Salvador nuestro, Jesucristo
y que, por su singular elección,  en atención a los méritos de tu Hijo
fuiste redimida de modo más sublime, 
preservada inmune de toda mancha de culpa original
y que superas ampliamente en don de gracia eximia a todas las demás criaturas.
V/. Oh María, sin pecado concebida
R/. Rogad por nosotros que recurrimos a Vos.
Unidos a ti y proclamando las maravillas que Dios obró en su humilde esclava; decimos:
V/. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R/. Como era en el principio ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

DÍA 5º MARÍA, LA MUJER PRESERVADA DE PECADO
MEDITACIÓN. De la Catequesis de Juan Pablo II (5-VI-96)
La redención obrada por Cristo no sería universal si la condición de pecado no fuese común a todos los seres humanos.
Cristo, el mediador perfecto, realizó precisamente en María el acto de mediación más excelso, preservándola del pecado original.
La afirmación del excepcional privilegio concedido a María pone claramente de manifiesto que la acción redentora de Cristo no sólo libera, sino también preserva del pecado. Esa dimensión de preservación, que es total en María, se halla presente en la intervención redentora a través de la cual Cristo, liberando del pecado, da al hombre también la gracia y la fuerza para vencer su influjo en su existencia.
El dogma de la Inmaculada Concepción de María no ofusca, sino que más bien contribuye admirablemente a poner mejor de relieve los efectos de la gracia redentora de Cristo en la naturaleza humana.

ORACIÓN CONCLUSIVA  (Juan Pablo II, 2002)
Virgen Inmaculada,
en ti, más humilde y excelsa que cualquier otra criatura,
la gracia divina obtuvo una victoria plena sobre el mal.
Tú, preservada de toda mancha de culpa,
eres para nosotros, peregrinos por los caminos del mundo,
modelo luminoso de coherencia evangélica
y prenda validísima de esperanza segura.
 Virgen Madre,  te lo suplico, vela sobre la Iglesia: 
sobre los pastores y los fieles,
sobre las parroquias y las comunidades religiosas.
Vela especialmente sobre las familias:
que entre los esposos reine siempre el amor,
confirmado por el Sacramento;
que los hijos caminen por las sendas del bien y de la auténtica libertad;
que los ancianos se vean envueltos de atenciones y afecto.

(pida cada uno la gracia que desea alcanzar en esta novena)


Tras un breve silencio, se puede concluir con el rezo de tres avemarías, con alguna oración popular a la Inmaculada como Bendita sea tu pureza o el canto de la Salve.