ORACIÓN PARA COMENZAR TODOS LOS DÍAS
Virgen
María, te saludamos y acudimos a ti
que
permaneciste siempre Virgen siendo la Madre del Verbo encarnado,
Dios
y Salvador nuestro, Jesucristo
y
que, por su singular elección, en
atención a los méritos de tu Hijo
fuiste
redimida de modo más sublime,
preservada
inmune de toda mancha de culpa original
y
que superas ampliamente en don de gracia eximia a todas las demás criaturas.
V/. Oh María, sin pecado concebida
R/. Rogad por nosotros que recurrimos a
Vos.
Unidos
a ti y proclamando las maravillas que Dios obró en su humilde esclava; decimos:
V/. Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R/. Como era en el principio ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
DÍA 5º MARÍA, LA MUJER
PRESERVADA DE PECADO
MEDITACIÓN. De la Catequesis de Juan Pablo II (5-VI-96)
La
redención obrada por Cristo no sería universal si la condición de pecado no
fuese común a todos los seres humanos.
Cristo,
el mediador perfecto, realizó precisamente en María el acto de mediación más
excelso, preservándola del pecado original.
La
afirmación del excepcional privilegio concedido a María pone claramente de
manifiesto que la acción redentora de Cristo no sólo libera, sino también
preserva del pecado. Esa dimensión de preservación, que es total en María, se
halla presente en la intervención redentora a través de la cual Cristo,
liberando del pecado, da al hombre también la gracia y la fuerza para vencer su
influjo en su existencia.
El
dogma de la Inmaculada Concepción de María no ofusca, sino que más bien
contribuye admirablemente a poner mejor de relieve los efectos de la gracia
redentora de Cristo en la naturaleza humana.
ORACIÓN CONCLUSIVA (Juan Pablo II, 2002)
Virgen
Inmaculada,
en
ti, más humilde y excelsa que cualquier otra criatura,
la
gracia divina obtuvo una victoria plena sobre el mal.
Tú,
preservada de toda mancha de culpa,
eres
para nosotros, peregrinos por los caminos del mundo,
modelo
luminoso de coherencia evangélica
y
prenda validísima de esperanza segura.
Virgen Madre,
te lo suplico, vela sobre la Iglesia:
sobre
los pastores y los fieles,
sobre
las parroquias y las comunidades religiosas.
Vela
especialmente sobre las familias:
que
entre los esposos reine siempre el amor,
confirmado
por el Sacramento;
que
los hijos caminen por las sendas del bien y de la auténtica libertad;
que
los ancianos se vean envueltos de atenciones y afecto.
(pida
cada uno la gracia que desea alcanzar en esta novena)
Tras un breve silencio, se puede concluir con
el rezo de tres avemarías, con alguna oración popular a la Inmaculada como Bendita sea tu pureza o el canto de la
Salve.