miércoles, 17 de diciembre de 2014

O SAPIENTIA


OH SABIDURÍA

“¡Oh Sabiduría increada, que pronto te vas a hacer visible al mundo, cuán bien aparece en estos momentos que todo lo gobiernas! Por tu permisión divina va a salir un Edicto del emperador Augusto, para ordenar el empadronamiento del mundo entero. Cada uno de los ciudadanos del Imperio deberá acudir a registrarse en su ciudad de origen. En su orgullo, creerá el emperador haber conmovido en su favor a todo el género humano. Se agitan los hombres por todas partes a millones, y atraviesan en todas direcciones el inmenso mundo romano; piensan que obedecen a un hombre y es a Dios a quien obedecen. Todo ese gran movimiento no tiene más que una finalidad: la de llevar a Belén a un hombre y a una mujer que tienen su humilde morada en Nazaret de Galilea; y ello para que esta mujer desconocida de los hombres y amada del cielo, habiendo concluido el mes noveno desde la concepción de su hijo, le diese a luz en Belén, según lo anunciado por el Profeta: "Pero tú, Belén de Efrata, pequeña entre las aldeas de Judá, de ti saldrá el jefe de Israel. Su origen es desde lo antiguo, de tiempo inmemorial".
¡Oh Sabiduría divina!, ¡cuán fuerte eres para conseguir tus fines de manera infalible aunque oculta a la mirada de los hombres!, ¡pero cuán suave para no forzar su libertad! ¡y cuán paternal previendo nuestras necesidades! Escogiste Belén, para nacer en ella, porque Belén significa Casa del Pan. Con esto nos quieres mostrar que eres nuestro Pan, nuestro manjar, nuestro alimento de vida. Nutridos por un Dios, no podremos ya morir. ¡Oh Sabiduría del Padre, Pan vivo bajado del cielo! ven pronto a nosotros, para que nos acerquemos a ti, y seamos iluminados por tu claridad; concédenos esa prudencia que conduce a la salvación”.
Dom Próspero Guéranger, El Año Litúrgico.

Oh Sabiduría, que brotaste de los labios del Altísimo, 
abarcando del uno al otro confín 
y ordenándolo todo con firmeza y suavidad, 
¡ven y muéstranos el camino de la salvación!

V/. Derramad, cielos, desde lo alto vuestro rocío y las nubes lluevan al Justo.
R/. Que se abra la tierra y brote el Salvador. 

ORACIÓN. Señor Dios, creador y restaurador de la naturaleza humana, que quisiste que tu Hijo, la Palabra eterna, se encarnara en el seno de la siempre Virgen María, atiende a nuestras súplicas y haz que tu Hijo unigénito, que ha tomado nuestra naturaleza humana, se digne hacernos participantes de su naturaleza divina y nos transforme así plenamente en hijos tuyos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.