ÚLTIMO DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
Comentario al Evangelio
de la Catena Aurea de santo Tomás de Aquino.
MATEO 24, 15-22
"Por tanto, cuando viereis que la abominación de la desolación, que fue
dicha por el profeta Daniel, está en el lugar santo, el que lee entienda.
Entonces los que estén en la Judea, huyan a los montes. Y el que en el tejado,
no descienda a tomar alguna cosa de su casa. Y el que en el campo, no vuelva a
tomar su túnica. ¡Mas ay de las preñadas y de las que crían en aquellos días!
Rogad, pues, que vuestra huida no suceda en invierno o en sábado. Porque habrá
entonces grande tribulación, cual no fue desde el principio del mundo hasta
ahora ni será. Y si no fuesen abreviados aquellos días, ninguna carne sería
salva; mas por los escogidos aquellos días serían abreviados". (vv. 15-22)
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 75, 2
Como el
Señor había insinuado ya, aunque de una manera oculta, la destrucción de
Jerusalén, les da a conocer esto mismo de una manera evidente, aduciendo la
profecía que prueba la destrucción de los judíos. Por esto dice: "Por
tanto, cuando viereis la abominación de desolación", etc.
San Jerónimo
Esto que
dice: "El que lee entienda", se expresa para que busquemos el sentido
místico. Leemos, pues, en Daniel de este modo: "Y en medio de la semana
cesará el sacrificio y las ofrendas; y en el templo habrá abominación de
desolaciones hasta la consumación del tiempo, y la consumación se dará sobre la
soledad" ( Dn 9,27).
San Agustín, Epístola, 199, 31
San Lucas,
para probar que había acontecido la abominación de la desolación predicha por
Daniel, cuando fue destruida Jerusalén, recuerda las palabras del Salvador en
este mismo lugar: "Cuando veáis que Jerusalén es sitiada por un ejército,
sabed que entonces se acerca su desolación" ( Dn 21,20).
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 49
Por lo que
me parece que llamaba abominación de desolación al ejército por el cual fue
destruida la santa ciudad de Jerusalén.
San Jerónimo
También
puede entenderse respecto de la estatua del César, que Pilato colocó en el
templo; o de la estatua ecuestre de Adriano, que ha permanecido hasta hoy en el
mismo lugar donde estuvo el Sancta Sanctorum, pues la abominación, según la
antigua Escritura, es llamada ídolo. Y por lo tanto, se añade la desolación,
porque el ídolo fue puesto en el templo desolado y desierto.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 75, 2
O porque el mismo que desoló la ciudad y el templo, colocó la estatua en el interior.
Y para que
sepan que sucederán estas cosas viviendo aun algunos de ellos, dijo:
"Cuando, por tanto, viereis", etc. En lo que debe admirarse el poder
de Jesucristo y la fortaleza de sus discípulos, que predicaban en aquellos
tiempos, en que se perseguía todo lo que era judío. Los apóstoles, como
procedentes de los judíos, introdujeron leyes nuevas contra los romanos, que
mandaban entonces. Los romanos vencieron a muchos miles de judíos, pero no
pudieron vencer a doce hombres desnudos y desarmados. Como muchas veces había
sucedido que los judíos habían sido rehabilitados después de grandes guerras
(como sucedió en los tiempos de Senaquerib y Antíoco), para que nadie crea que
entonces sucedería lo mismo, ordena el Salvador a sus discípulos que huyan,
cuando añade: "Entonces los que están en la Judea", etc.
Remigio
Todo esto
consta que sucedió cuando empezaba la desolación de Jerusalén. Cuando se
aproximaba el ejército romano, todos los cristianos que había en aquella
provincia (como refiere la historia eclesiástica) avisados por un milagro del
cielo, se marcharon bien lejos. Atravesando el Jordán, vinieron a la ciudad de
Pela, y allí bajo la protección del rey Agripa (de quien se hace mención en el
Libro de los Hechos de los Apóstoles), permanecieron algún tiempo. Este mismo
Agripa, con la parte de judíos que le obedecían, estaba sujeto al imperio romano.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 76, 1
Después,
manifestando los inevitables males y la calamidad sin límites que habían de
venir sobre los judíos, añade: "Y el que esté en el tejado no
descienda", etc. Porque era preferible salvarse con el cuerpo desnudo, que
entrar en la casa a tomar vestido, y ser muerto. Por lo que dice también
respecto del que está en el campo: "Y el que está en el campo no
vuelva", etc. Porque si los que están en la ciudad huyen, con mucha más
razón no deben volver a la ciudad los que están fuera. Y en verdad que es fácil
despreciar el dinero, y no es difícil proveerse de vestidos; pero lo que atañe
a la vida ¿cómo se podrá prescindir de ello? ¿Cómo podrá suceder que la que
esté embarazada se encuentre ligera para huir? ¿Y cómo la que está criando
abandonará al que parió? Por esto añade: "Mas ¡ay de las preñadas y de las
que crían!", etc. Aquéllas, porque están más pesadas y no podrán huir con
facilidad, cargadas con el peso de su concepción; y éstas, porque son detenidas
por el vínculo de la compasión hacia sus hijos, y no pueden al mismo tiempo
salvar a los que lactan.
Orígenes, in Matthaeum, 29
O porque
entonces no habrá lugar a tener compasión ni de las preñadas, ni de las que
crían, ni de sus infantes. Y como que hablaba a los judíos, los cuales decían
que en el sábado no debía recorrerse más camino que el de un sábado, añade:
"Rogad, pues, que vuestra huida no suceda en invierno o en sábado".
San Jerónimo
Porque en el
primero, la crudeza de la estación impide andar por las soledades y ocultarse
en los montes del desierto. Y en el segundo, porque era quebrantar la ley el
querer huir, y les amenazaba la muerte si se quedaban.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 76, 1
Véase cómo
se habla aquí en contra de los judíos, porque los apóstoles no habían de
guardar el día sábado, ni habían de permanecer allí cuando Vespasiano hizo
esto, porque muchos de ellos ya habían muerto antes; y si alguno quedaba
entonces, vivía en otras partes del mundo. Por qué dijo que debía orarse, lo
explica cuando añade: "Porque habrá entonces grande tribulación",
etc.
San Agustín, epistola, 80
Se lee en
San Lucas: "Y habrá grande aflicción sobre la tierra, e ira contra este
pueblo; y caerán degollados unos, y serán llevados cautivos por los gentiles
otros" ( Lc 21,23-24). Y después Josefo, que escribió la historia de los
judíos, dice que sucedieron a este pueblo unos males tan grandes, que apenas
pueden creerse; por esto se ha dicho con razón que no hubo semejante tribulación
desde el principio del mundo, ni la habrá. Pero aunque en tiempo del Anticristo
acaso la habrá igual o mayor, por lo dicho respecto de este pueblo debe
entenderse que no será para ellos de tal magnitud. Así pues, aunque ellos
reciban al Anticristo muy grandemente y de manera singular, en aquel tiempo
experimentaron una tribulación mayor que la que habrá de acontecer.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 76, 1
Yo pregunto
a los judíos: ¿de dónde ha venido sobre ellos un castigo divino tan
intolerable, que es mucho peor que cuantos anteriormente habían recibido?
Porque desde luego se comprende que les vino aquella desgracia por el crimen
cometido sobre la cruz. Pero aun manifiesta que eran dignos de mayor castigo en
esto que añade: "Y si no fuesen abreviados aquellos días, ninguna carne
sería salva", etc. Como diciendo: Si hubiese durado más aquella batalla de
los romanos contra la ciudad, hubiesen perecido todos los judíos. Dice que toda
carne judía, todos los que están fuera, y todos los que están dentro, porque no
solamente a aquéllos que estaban en Judea atacaban los romanos, sino que
perseguían también a los que andaban dispersos.
San Agustín, epistola, 80
Algunos me
parece que han entendido bien, considerando que aquellos males estaban
designados con el nombre de días, de la misma manera que se habla de días malos
en otros lugares de la Escritura ( Gén 47; Sal 93; Ef 5). Pues los días no son
malos ellos mismos, sino lo que sucede en ellos. Y se dice que estos días serán
abreviados para que, concediendo Dios alguna tolerancia, se sientan menos. Así
pues, si bien serán largos, serán abreviados.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 76, 2
Para que los
judíos no dijesen que les sucedían estas cosas por la predicación de Jesucristo
o por sus discípulos, manifiesta que si no hubieran estado allí ellos, hubieran
perecido en absoluto. Por esto añade: "Mas por los elegidos, aquellos días
serán abreviados".
San Agustín, epistola 80
No debemos
dudar de que cuando fue destruida Jerusalén, había en aquel pueblo escogidos de
Dios, que se habían convertido de entre los circuncidados, los cuales creían, o
habían de creer, siendo elegidos antes de la constitución del mundo, en gracia
a los cuales se acortarían aquellos días, y se harían un tanto tolerables
aquellas desgracias. No faltan, sin embargo, quienes crean que se han de
abreviar aquellos días, porque la carrera del sol será más corta, como fue más
larga en tiempo de Josué.
San Jerónimo
Pero no
recuerdan que está escrito: "El día persevera según tu orden" ( Sal
118,91), por esto es que debemos admitir que se abrevian según las
circunstancias de los tiempos, esto es, que se abreviarán, no por la medida,
sino por el número, con el fin de que no desaparezca la fe de los que creen,
por la tardanza.
San Agustín, epistola 80
Y no creamos
que las semanas de Daniel se trastornaron abreviándose los días, ni que se
concluyeron en menos tiempo, sino que serán completadas en el fin de los
tiempos. Dice San Lucas muy terminantemente que la profecía de Daniel se
completó cuando Jerusalén fue destruida.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 76, 2
Obsérvese la
ordenación del Espíritu Santo, porque San Juan nada escribió acerca de esto,
para que no pareciese que escribía aquellas cosas que refería la historia,
porque todavía vivió mucho tiempo después de la destrucción de Jerusalén. Pero
los que murieron antes y nada vieron de esto, son los que escriben para que
brille por todas partes la verdad de la profecía.
San Hilario, in Matthaeum, 25
O de otro
modo, el Señor da a conocer un indicio seguro de su venida futura diciendo:
"Cuando viereis que la abominación". Esto lo dijo el profeta
refiriéndose a los tiempos del Anticristo. Fue llamada abominación, porque
viniendo contra Dios, reclama para sí el honor de Dios; y abominación de
desolación, porque ha de desolar toda la tierra con guerras y mortandades, y
por esto, recibido por los judíos, se instalará en el lugar de santificación,
para que donde se invocaba a Dios por las súplicas de los santos, recibido por
los infieles, sea venerado con los honores de Dios. Y porque este error será
más propio de los judíos, que por haber menospreciado la verdad abracen la
falsedad, les aconseja que abandonen Judea y se marchen a los montes, no sea
que mezclándose con aquellas gentes crean en el Anticristo y no puedan escapar
de la perdición. Y lo que dice: "Y el que esté en el tejado no
descienda", etc., se entiende de este modo: El techo es lo más alto de la
casa y la conclusión más elevada de toda habitación; por lo tanto, todo aquél
que se esforzare en la conclusión de su casa (esto es, en la perfección de su
corazón), y en hacerse nuevo por la regeneración, y elevado según el espíritu,
no deberá rebajarse por la codicia de bienes mundanos. "Y el que estará en
el campo", etc., esto es, cumpliendo con su deber, no vuelva a los
cuidados antiguos, por los que habrá de volver a tomar el vestido formado por
los pecados viejos con que se cubría.
San Agustín, epistola 80
En las
tribulaciones debe evitarse que nadie sea vencido y descienda de la sublimidad
de las cosas espirituales a la vida carnal, y que aquél que antes adelantaba
progresando por el camino de la virtud, desmayando mire hacia atrás.
San Hilario, in Matthaeum, 25
Cuando dice:
"¡Ay de las preñadas y de las que críen en aquellos días", no debe
creerse que el Señor decía esto por el peso del embarazo, sino que dio a
conocer la grave situación de las almas, abrumadas de pecados, porque ni las
que estén en el techo, ni las que se hallen en el campo, podrán evitar los
ímpetus de la justicia, que pesará sobre ellas. También serán desgraciadas
aquéllas que críen. Manifiesta por medio de estas palabras la debilidad de
aquellas almas que se amamantan en el conocimiento de Dios, y por lo tanto
también hay que temer por ellas, porque siendo pesadas para huir del Anticristo
e incapaces para hacerle frente, no huyeron de los pecados, ni tomaron el
alimento del verdadero pan.
San Agustín, de verb. Dom. serm. 20
También se
dice que está embarazado aquél que desea las cosas ajenas, y nutriéndose el que
ya robó lo que deseaba; a éstos se les considera como desgraciados en el día
del juicio. En cuanto a lo que dijo el Señor: "Rogad, pues, para que
vuestra huida no tenga lugar ni en invierno ni en sábado", etc.
San Agustín, quaestiones evangeliorum. 1, 37
Esto es, que
nadie debe tener alegría ni tristeza en aquel día por las cosas temporales.
San Hilario, in Matthaeum, 25
Ni seamos
hallados en la frialdad de los pecados, o en el ocio de las buenas obras,
porque nos amenaza una desgracia grave, a no ser que se abrevien aquellos días
en gracia a los escogidos de Dios, para que la brevedad del tiempo venza la
fuerza de los males.
Orígenes, in Matthaeum, 29
Hablando en sentido místico, diremos que en todo el lugar santo de las Sagradas Escrituras (tanto del Nuevo como del Antiguo Testamento) se halla con frecuencia el Anticristo, que es la predicación falsa; y los que esto entienden, huyen desde la Judea de la letra a los elevados montes de la verdad. Y si se encuentra alguno que haya subido sobre el techo de la palabra, y que está sobre la cubierta, no baje de allí, con el fin de tomar algo de su casa. Y si está en el campo, en donde se halla escondido el tesoro, y volviese hacia atrás, caerá en el lazo de la mentira, y especialmente si ya se había quitado el vestido antiguo (esto es, el hombre viejo), y otra vez vuelve a tomarlo; entonces el alma que tenía en su seno, y que todavía no había dado frutos por medio de la palabra, incurre en esa misma amenaza; pues arroja lo que concibió, y pierde la esperanza que podía tener en los actos de la verdad; del mismo modo, cuando parezca que se ha formado y que fructifica la palabra, pero que en realidad no está suficientemente robustecida. Rueguen, por lo tanto, los que huyen a los montes, no sea que su fuga tenga lugar en invierno o en sábado. Porque en virtud de la tranquilidad del alma así constituida, pueden alcanzar el camino de la salvación. Pero si les coge en invierno, caerán en manos de aquéllos de quienes huyen. Oren, por lo tanto, para que su huida no tenga lugar ni en invierno ni en sábado. Algunos aun cuando nada malo hacen en sábado, sin embargo, nada hacen bueno; en semejante sábado, cuando el hombre no hace buenas obras, tampoco debe tener lugar vuestra huida, porque ninguno es vencido fácilmente amenazado por un falso dogma, sino el que está desnudo de buenas obras. ¿Qué tribulación hay mayor que ver seducir a nuestros hermanos y que alguno se vea a sí mismo agitado y dudoso? Por días se entiende los preceptos y los dogmas de la verdad. Todos los entendimientos que vienen abandonando la ciencia de falso nombre, son como añadidura de los días, que Dios abrevia en favor de los que quiere.
23-28
"Entonces si alguno os dijere: Mirad, el Cristo está aquí o allí, no lo
creáis. Porque se levantarán falsos cristos y falsos profetas, y darán grandes
señales y prodigios, de modo que (si puede ser) caigan en error aun los
escogidos. Ved que os lo he dicho de antemano. Por lo cual si os dijeren: He
aquí que está en el desierto, no salgáis; mirad que está en lo más retirado de
la casa, no lo creáis. Porque como el relámpago sale del Oriente, y se deja ver
hasta el Occidente, así será también la venida del Hijo del hombre. Donde
quiera que estuviese el cuerpo, allí se juntarán también las águilas".
(vv. 23-28)
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 76, 2
Habiendo
concluido de hablar el Salvador de lo que había de suceder a Jerusalén, se
ocupa de lo que había de preceder a su venida, e indica las señales, no sólo
para utilidad de ellos, sino también para nosotros y para los que habrán de
venir después; por esto dice: "Entonces si alguno os dijere", etc.
Porque así como al decir antes el Evangelista: "En aquellos días vino Juan
Bautista" ( Mt 3,1), no designó el tiempo que había de venir a
continuación (porque había treinta años de por medio), así ahora cuando dice
"entonces" da a conocer todo el tiempo que había de mediar, y que
abarcaría desde la destrucción de Jerusalén hasta los principios de la
destrucción del mundo. Mas dándoles las señales de su segunda venida, les
advierte cuál será el lugar y quiénes los seductores; porque no sucederá
entonces lo que en su primera venida, que apareció en Belén, y en un pequeño
ángulo de la tierra, ignorándolo todos al principio, sino que vendrá de una
manera visible, sin necesidad de que nadie anuncie su venida, por lo que dice:
"Y si alguno dijere: aquí o allí está el Cristo, no lo creáis".
San Jerónimo
En lo que da
a conocer que su segunda venida no se conocerá por la humildad (como la
primera), sino por la gloria que la acompañará. Es muy necio, por lo tanto,
buscar entonces en un lugar humilde o escondido, al que es la luz que alumbra a
todo el mundo.
San Hilario, in Matthaeum, 25
Y sin
embargo, como habrá gran conmoción entre los hombres y los falsos profetas,
como para indicar el poder que es propio de Jesucristo, fingirán que el Cristo
está y se encuentra en muchas partes, para llevar engañados y abatidos a muchos
al servicio del Anticristo. Por lo tanto, añade: "Se levantarán falsos
cristos y falsos profetas".
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom.76, 2
Aquí se
habla del Anticristo y de algunos de sus ministros, a quienes llama falsos
cristos y falsos profetas, los cuales fueron muchos en tiempo de los apóstoles.
Pero los que habrá antes de la segunda venida de Jesucristo serán mucho más
funestos que los primeros. Por esto añade: "Y darán grandes señales y
prodigios".
San Agustín, de diversis quaestionibus octoginta tribus liber, 77
El Señor nos
advierte aquí, para nuestra inteligencia, que los hombres malvados pueden hacer
ciertos milagros que no pueden hacer los buenos. Mas no por ello han de ser
considerados como en lugar preferido por Dios, pues los magos de Egipto no eran
más aceptos a Dios que el pueblo de Israel, porque este pueblo no podía hacer
lo que aquéllos hacían, aunque Moisés pudo obrar cosas mayores por virtud
divina. No se encomiendan a todos los buenos estas cosas maravillosas, para que
no sean engañados los débiles con el perjudicial error de creer que en tales
hechos hay mayores dones que en las obras de justicia, por las que se consigue
la vida eterna. Pues cuando los magos obran cosas que algunas veces no pueden
obrarlas los buenos, lo hacen con diverso poder. Aquéllos lo hacen buscando su
gloria; éstos buscando la gloria de Dios. Aquéllos lo hacen con potestad
concedida según su orden, para algún negocio o beneficio, como privados; éstos
lo hacen públicamente y por mandato de aquél a quien están sujetas todas las
criaturas. Pues de distinto modo da el posesor su caballo al soldado cuando es
obligado, y de distinto modo lo entrega al comprador o a aquél a quien lo
regala o lo presta. Y de la misma manera que la mayor parte de los soldados, a
los cuales condena la disciplina imperial, amedrentan a algunos posesores
simulando órdenes de su emperador, y les arrebatan violentamente lo que no está
mandado por autoridad pública; así algunas veces los malos cristianos, ora
cismáticos, ora herejes, por el nombre de Jesucristo, o por las palabras, o por
los sacramentos cristianos, exigen algo de las potestades. Mas cuando obedecen
a las órdenes de los malos, obedecen para seducir a los hombres, en cuyo error
se alegran. Por lo cual, de una manera obran los milagros los magos, de otra
los buenos cristianos y de otra los malos cristianos. Los magos por contratos
ocultos, los buenos cristianos por la pública justicia; los malos cristianos
por la simulación de la justicia pública. Y aun esto no debe causarnos
admiración, porque todas las cosas que se hacen visiblemente, aun por las
potestades inferiores de los aires, no es absurdo creer que pueden hacerse.
San Agustín, de Trinitate 3, 8
No se ha de
creer que esta materia de las cosas visibles está al arbitrio de los ángeles
rebeldes, sino sólo al de Dios, por quien se da a aquéllos la potestad. Ni
tampoco han de ser llamados creadores aquellos ángeles malos, sino que por su
sutileza conocieron los semilleros de estas cosas más ocultas a nosotros, que
esparcen secretamente por medio de combinaciones congruentes a las estaciones,
y de este modo tienen ocasión de producir las cosas y de acelerar los
incrementos. Porque muchos hombres conocen de qué hierbas o carnes, o jugos o
humores, aunque estén sepultados o confundidos, provienen las cosas que suelen
suceder en los animales. Pero esto se hace tanto más difícil a los hombres,
cuanto más abandonan las sutilezas de los sentidos y la actividad de los
cuerpos, cambiándolas en pesadez y negligencia de los miembros.
San Gregorio Magno, Moralia, 15, 30
Cuando el
Anticristo haya obrado prodigios admirables a la vista de los hombres carnales,
los arrastrará en pos de sí. Porque los que se deleitan en los bienes
presentes, se sujetarán sin resistencia alguna a la potestad de aquél. Por lo
que continúa: "De modo que, si puede ser, aun los escogidos caigan en
error".
Orígenes, in Matthaeum, 25
Elevada es
la locución que dice: "Si es posible". No pronunció ni dijo, que aun
los escogidos caigan en error, sino que quiere demostrar que los razonamientos
de los herejes son frecuentemente muy persuasivos, y poderosos para conmover
aun a los que obran con sabiduría.
San Gregorio Magno, Moralia 33, 36
O porque el
corazón de los escogidos es agitado por pensamientos de consternación aun
cuando su constancia no se altere. El Señor comprendió ambas cosas en una sola
sentencia. Vacilar en el pensamiento, es ya lo mismo que errar. Y añade:
"si puede ser", porque no puede ser que los escogidos caigan en
error.
Rábano
O no dice
esto, porque la elección divina quede frustrada, sino porque los que según el
juicio humano parecían escogidos, caerán en el error.
San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 35
Mas los
dardos que se ven de antemano hieren menos, y por esto añade: "De antemano
os lo dije", pues nuestro Señor denuncia los males precursores de la
destrucción del mundo, para que, siendo sabidos de antemano, perturben menos
cuando lleguen. Por lo cual concluye: "Luego si os dijeren: He aquí que está
en el desierto, etc."
San Hilario, in Matthaeum, 25
Porque los
falsos profetas (de los cuales había hablado antes), ora dirán que el Cristo
está en los desiertos, para corromper a los hombres en el error, ora afirmarán
que está en los lugares más recónditos de la casa, para aprisionarlos bajo el
poder del Anticristo dominante. Mas el Señor declara que ni se ha de ocultar en
lugar alguno, ni que ha de ser visto por algunos en particular, sino que
declara terminantemente que ha de venir estando presente en todas partes y a
vista de todos. Por esto sigue diciendo: Así como el relámpago sale del Oriente
y se deja ver hasta el Occidente, así, etc.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom.76, 3
Así como
anteriormente predijo de qué manera ha de venir el Anticristo, así también por
este pasaje manifiesta cómo ha de venir El. Así como el relámpago no necesita
de anunciador o de pregonero, sino que se manifiesta en cualquier instante a
todo el orbe, aun a aquéllos que están descansando en sus lechos, así también
la venida de Jesucristo se manifestará a un mismo tiempo en todas partes por el
brillo de su gloria. A continuación indica otra señal de su venida, cuando
añade: "Donde quiera esté el cuerpo se congregarán las águilas,
etc.," designando por las águilas a la multitud de ángeles, mártires y de
todos los santos.
San Jerónimo
Por el
ejemplo natural que vemos diariamente, somos instruidos en el sacramento de
Cristo. Porque se dice que las águilas y los buitres, aun cuando estén al otro
lado del mar, perciben el olor de los cadáveres y se congregan para comerlos.
Si, pues, las aves que carecen de razón, por instinto natural (aun estando tan
alejadas) perciben en qué lugar hay un pequeño cadáver, ¿con cuánta mayor razón
la multitud de creyentes debe apresurarse a llegar a Jesucristo cuyo esplendor
sale del Oriente y se deja ver hasta el Occidente? Mas por el cuerpo (esto es, swma
; o ptwma, lo cual en latín con más claridad se llama cadáver, por lo mismo que
la muerte le hace caer), podemos entender la pasión de Jesucristo.
San Hilario
Para que no
estuviésemos ignorantes siquiera del lugar a donde ha de venir, dice:
"Donde quiera que se encuentre el cuerpo, allí se congregarán las
águilas". Llamó águilas a los escogidos, a motivo del vuelo de su cuerpo
espiritual, cuya reunión demuestra que ha de acontecer en el lugar de su
pasión, cuando se congreguen los ángeles. Y con razón se ha de esperar la
venida del esplendor, en el mismo lugar donde nos abrió la gloria de la
eternidad por la pasión de su cuerpo abatido.
Orígenes, in Matthaeum, 30
Y téngase
presente que no dijo: Donde quiera estuviere el cuerpo allí se congregarán los
buitres o los cuervos, sino las águilas 1,
queriendo demostrar que son como nobles y de estirpe regia, los que creyeron en
la pasión del Señor.
San Jerónimo
Son llamados
águilas, aquéllos cuya juventud se renueva, como la del águila ( Sal 102), y
los que toman plumas, para llegar a la pasión de Cristo.
San Gregorio, Moralia 14, 31
Donde quiera
estuviere el cuerpo se congregarán las águilas, puede entenderse también como
diciendo: Porque presido, encarnado, a la corte celestial, cuando separare las
almas de los escogidos con sus cuerpos, las elevaré a las regiones celestiales.
San Jerónimo
O de otro
modo, lo que aquí se dice, puede entenderse de los falsos profetas, pues hubo
muchos príncipes en tiempo de la conquista del pueblo judío que a sí mismos se
daban el nombre de cristos. Tanto era así, que, cuando estaban sitiados por los
romanos, estaban al mismo tiempo divididos en tres bandos. Pero como queda ya
dicho anteriormente, mejor aplicado está a la consumación del mundo. Puede
entenderse también, en tercer lugar, de la guerra de los herejes contra la
Iglesia, y de esos Anticristos que, apoyándose en la opinión de una ciencia
falsa, pelean contra Jesucristo.
Orígenes, in Matthaeum, 30
Hablando en
general, uno solo es el Anticristo, mas sus variedades son muchas, como cuando
decimos: una mentira en nada se diferencia de otra mentira. A la manera que los
profetas santos fueron verdaderos cristos, debemos entender también que cada
uno de los falsos cristos tiene muchos falsos profetas, los cuales publican
como verdaderos los sermones falsos de algún Anticristo. Por consiguiente,
cuando alguno diga: Ved aquí al Cristo, vedle allí, no se ha de mirar fuera de
las Escrituras, porque de la Ley, de los profetas y de los apóstoles sacan los
testimonios que parecen defender la mentira. O al decir: Mirad aquí al Cristo,
miradle allí, demuestra, no al Cristo sino a alguno que finge su nombre, como
aconteció, por ejemplo, con la doctrina de Marción, con la de Valentino y con
la de Basilides.
San Jerónimo
Por tanto,
si alguno afirmare que el Cristo mora en el desierto de los gentiles y
filósofos, o en lo más recóndito de los antros de los herejes que prometen los
misterios de Dios, no lo creáis, porque la fe católica brilla en todas las
iglesias, desde el Oriente hasta el Occidente.
San Agustín, quaestiones evangeliorum. 1, 38
Bajo el
nombre de Oriente y Occidente, quiso significar todo el mundo por el cual se
había de extender la Iglesia. Y según el sentido en que dijo: "De aquí a
poco veréis al Hijo del hombre venir en las nubes" ( Mt 26,64.);
oportunamente hace ahora mención del relámpago, que suele resplandecer
especialmente en las nubes. Constituida, pues, la autoridad de la Iglesia en
toda la redondez de la tierra de una manera brillante y manifiesta, previene
oportunamente a sus discípulos y a todos los fieles que no den crédito a los
cismáticos y a los herejes. Porque cada cisma y cada herejía tiene su lugar en
la redondez de la tierra, dominando en alguna parte, o engañando la curiosidad
de los hombres en conciliábulos tenebrosos y ocultos. A esto se refiere cuando
que dice: Si alguno os dijere: Mirad el Cristo está aquí o allí (lo cual indica
las partes de la tierra o de las provincias), o en lo más retirado de la casa,
o en el desierto; lo cual significa los conciliábulos secretos y oscuros de los
herejes.
San Jerónimo
O por esto
que dice: En el desierto y en lo más retirado de las casas, se da a conocer que
los falsos profetas, en el tiempo de la persecución y de las angustias, siempre
hallarán ocasión de engañar.
Orígenes, in Matthaeum, 29
O que cuando
sacan a luz las Escrituras secretas y no divulgadas, en confirmación de su
mentira, parecen decir: He aquí que la palabra de verdad está en el desierto.
Mas cuantas veces mencionan las Escrituras canónicas a las cuales presta fe todo
cristiano, parecen decir: He aquí que la palabra de verdad está en las casas.
Pero nosotros no debemos abandonar la primitiva tradición eclesiástica. Quizá
también, queriendo dar a conocer los razonamientos que no se hallan en las
Escrituras, dijo: Si os dijeren: He aquí que está en la soledad, no queráis
alejaros de la regla de fe. Mas queriendo dar a conocer a aquéllos que simulan
las Escrituras divinas, dijo: Si os dijeren: He aquí que está en lo más
recóndito de las casas, no lo creáis. Porque la verdad es semejante al
relámpago que sale del Oriente y se deja ver hasta el Occidente. O dice esto
porque la luz de la verdad es defendida en todos los lugares de la Escritura.
Sale, pues, el relámpago de la verdad desde el Oriente, es decir, desde el nacimiento
de Cristo, y se deja ver hasta su pasión en la cual tuvo lugar su muerte. O
desde el primer principio de la creación del mundo hasta la novísima Escritura
de los apóstoles. O también, el Oriente es la ley y el Occidente el fin de la
ley y de la profecía de San Juan. Unicamente la Iglesia no quita la palabra ni
el sentido de este relámpago, ni añade, a manera de profecía, ninguna otra
cosa. O dice esto, porque no debemos prestar atención a aquéllos que dicen:
mirad aquí al Cristo. Pues no lo dan a conocer en la Iglesia, a toda la cual ha
llegado el Hijo del hombre, como El mismo lo dice: "Mirad que yo estoy con
vosotros todos los días hasta la consumación de los siglos" ( Mt 28,20).
San Jerónimo
Somos
invitados a tomar parte en la pasión de Jesucristo, para que nos congreguemos
en donde quiera que se lea en las Escrituras, a fin de que por ella podamos
llegar al Verbo de Dios.
Notas
1. El término griego aetoV se puede traducir tanto por águila como por buitre.
29-30
"Y luego después de la tribulación de aquellos días el sol se oscurecerá,
y la luna no dará su lumbre, y las estrellas caerán del cielo y las virtudes
del cielo serán conmovidas: y entonces aparecerá la señal del Hijo del hombre
en el cielo, y entonces plañirán todas las tribus de la tierra". (vv.
29-30)
Glosa
Después que
el Señor previno a los fieles contra la seducción del Anticristo y de sus
ministros, haciendo comprender que vendrá de una manera manifiesta, ahora da a
conocer el orden y el modo de su venida, diciendo: "Y luego después de la
tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá", etc.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom.76, 3
Dice
tribulación de aquellos días, a motivo del Anticristo y de los falsos profetas;
porque la tribulación será grande entonces existiendo tantos engañadores. Mas
no se alargará por mucho tiempo, pues si la guerra judía fue acortada por causa
de los escogidos, mucho más se abreviará esta tribulación por causa de
aquéllos. Por esto no dijo sencillamente: Después de la tribulación sino que
añadió, inmediatamente, porque El se presentará sin dilación.
San Hilario, in Matthaeum, 26
Indica la
gloria de su venida por la oscuridad del sol, por el eclipse de la luna y por
la caída de las estrellas, pues sigue diciendo: Y la luna no dará su lumbre, y
las estrellas, caerán del cielo.
Orígenes, in Matthaeum, 30
Mas dirá
alguno: así como en el principio de los grandes fuegos se forman las tinieblas
a causa del mucho humo, así también en el fin del mundo, por el fuego que se ha
de encender, serán oscurecidas las grandes lumbreras. Y languideciendo la luz
de las estrellas, no pudiendo el restante cuerpo de las mismas remontarse como
antes cuando las levantaba la misma lumbre, caerán del cielo. Cuando sucedan
estas cosas, es consiguiente que las virtudes racionales de los cielos
susceptibles de estupor, se conturben y padezcan alguna conmoción. Las
alejadas, se entiende, de sus primitivas funciones. Por esto sigue diciendo: Y
las virtudes del cielo serán conmovidas; y entonces aparecerá la señal del Hijo
del hombre en el cielo, a saber, por la cual se han obrado las maravillas
celestiales, o lo que es lo mismo, aparecerá el prodigio que obró el Hijo
pendiente del leño. Y en el cielo aparecerá principalmente su señal, para que
los hombres de todas las tribus que no creyeron antes en la anunciada
cristiandad, reconociéndola entonces por la señal aparecida, lloren y se
lamenten de su ignorancia y de sus pecados. Por lo que continúa: "Y
entonces plañirán todas las tribus de la tierra". Mas cada cual juzgará de
diferente manera, porque así como poco a poco se extingue la lumbre de la
antorcha, así faltando el sustento de las lumbreras celestes, el sol se
oscurecerá y también la luna, y faltará la luz de las estrellas. Y lo que
quedare en éstas, como terreno caerá del cielo. Mas, ¿cómo puede decirse que
será oscurecida la luz del sol, declarando el profeta ( Is 30) que en el fin
del mundo será más intensa? Igualmente refiere ( Is 36), de la luz de la luna,
que será como la del sol. Algunos intentan probar que todas o la mayor parte de
las estrellas son más grandes que toda la tierra, luego ¿cómo podrán caer del
cielo, si la tierra no basta a contener su magnitud?
San Jerónimo
No caerán,
por tanto, a motivo de la disminución de esta luz, pues leemos ( Is 30) que el
sol tendrá una luz siete veces mayor. Pero todas las cosas parecerán tenebrosas
a la vista, comparadas con la verdadera luz.
Rábano
Nada, sin
embargo, nos impide entender que el sol y la luna con los demás astros han de
ser despojados entonces por cierto tiempo de su luz (como consta que aconteció
con el sol en tiempo de la pasión del Señor). Por esto dice el profeta Joel ( Jl
2,31): "El sol se convertirá en tinieblas y la luna en sangre, antes que
venga el día grande y manifiesto del Señor". Por lo demás, acabado el día
del juicio y brillando la vida de la gloria futura, habiendo un nuevo cielo y
una nueva tierra, entonces sucederá lo que el profeta Isaías predice ( Is
30,26). Será la luz de la luna como la del sol, y la luz del sol será siete
veces mayor. Respecto a lo que se dijo de las estrellas: "Y las estrellas
caerán del cielo", en San Marcos está escrito de esta manera: "Y
caerán las estrellas del cielo" ( Mc 13,25), esto es, careciendo de su
luz.
San Jerónimo
Por virtudes
de los cielos entendemos el gran número de ángeles.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom.76, 3
Los cuales
con mucha razón se conmoverán o se turbarán, al ver que se obra tan gran
trastorno, y que sus consiervos son castigados, y que todo el orbe de la tierra
asiste al terrible juicio.
Orígenes, in Matthaeum, 30
Así como
cuando se verificó la consumación del sacrificio de la cruz, faltando el sol,
la tierra se cubrió de tinieblas, así al aparecer la señal del Hijo del hombre
en el cielo, faltarán las luces del sol, de la luna y de las estrellas, como
consumidas por la magnitud de aquella señal. Por lo que sigue: Y entonces
aparecerá la señal del Hijo del hombre en el cielo. Debemos entender que esta
señal será la de la cruz, para que los judíos, según el profeta Zacarías
(capítulo 12) y según San Juan (capítulo 13) vean al que traspasaron y la señal
de su victoria.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom.76, 3
Si el sol se
oscureciese realmente, la cruz no se dejaría ver, a no ser que fuera mucho más
clara que los rayos solares. Y para que los discípulos no se avergüencen ni se
duelan de la cruz, la llama "señal rodeada de cierta claridad".
Aparecerá, pues, la señal de la cruz para que confunda la falta de pudor de los
judíos. Vendrá, pues, Jesucristo al juicio, mostrando no solamente sus llagas,
sino que también la muerte más reprochable. Por esto sigue diciendo: "Y
entonces plañirán todas las tribus de la tierra", porque vista la cruz
considerarán que nada ganaron con matarle, y que crucificaron a Aquél a quien
se debía adorar.
San Jerónimo
Expresa muy
bien las tribus de la tierra, porque llorarán los que no tienen ciudadanía en
el cielo, sino que están inscritos en la tierra.
Orígenes, in Matthaeum, 30
Mas dirá
alguno en un sentido moral que el sol que se ha de oscurecer es el diablo, el
cual ha de ser acusado en el fin del mundo. Porque siendo él tinieblas, simula
ser verdadero sol; mas la luna que parece ser iluminada por este sol, es toda
la sociedad de los hombres perversos, que frecuentemente afirma tener la luz y
promete darla. Confundida entonces, con todos sus reprobados dogmas, perderá su
claridad. Y todos los que, ora valiéndose de dogmas, ora de falsas virtudes,
prometían la verdad a los hombres y los seducían con mentiras, éstos han de ser
llamados, muy oportunamente, estrellas que caen (por decirlo así) de su cielo,
en donde se encontraban encumbradas, sublevándose contra la sabiduría de Dios.
Para mejor apreciar este modo de razonar, usaremos de un ejemplo del libro de
los Proverbios que dice: "La luz de los justos siempre es
inextinguible" ( Prov 4,18; según la versión de los Setenta); mas la luz
de los impíos será apagada; entonces la claridad de Dios se manifestará en todo
aquél que llevó la Imagen del hombre celeste, y los hombres celestes se
alegrarán, mas los terrenos plañirán. O la Iglesia es el sol, la luna y las
estrellas, a la cual se ha dicho: "Hermosa como la luna, escogida como el
sol" ( Cant 6).
San Agustín, epist. 80
Entonces se oscurecerá el sol y la luna no dará su luz, porque la Iglesia no se dejará ver entonces de sus perseguidores impíos y extraordinariamente crueles. Entonces las estrellas caerán del cielo, y las virtudes de los cielos serán conmovidas. Porque muchos en los cuales parecía brillar la gracia de Dios, al ser perseguidos se dejarán vencer y caerán, y algunos fieles esforzadísimos, se perturbarán. Mas esto se dice que ha de acontecer después de la tribulación de aquellos días, no porque sucedan estas cosas pasada toda aquella persecución, sino porque precederá la tribulación para que se siga la deserción de algunos. Y como quiera que así acontecerá durante todos aquellos días, de consiguiente, también después de la tribulación de aquellos días, y aun en los mismos días, acontecerá esto.
30
"Y verán al Hijo del hombre que vendrá en las nubes del cielo con gran
poder y majestad". (v. 30)
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 76,3
Como habían
oído mentar la cruz, para que no presumiesen que por segunda vez había de
suceder algo cruel, añade: "Y verán al Hijo del hombre", etc.
San Agustín, epist. 80
El sentido
más patente de este pasaje es que, al oír o leer cada cual esto, entienda que
se trata de aquella misma venida en que ha de venir a juzgar a los vivos y a
los muertos, en su cuerpo, en el cual está sentado a la diestra del Padre, y en
el cual también murió y resucitó, y subió al cielo. Y así como en el libro de
los Hechos de los Apóstoles ( Hch 1,9) se lee: "Y le recibió una nube que
le ocultó a sus ojos" (de los apóstoles), y porque en el mismo lugar
dijeron los ángeles: "Así vendrá, como le habéis visto ir al cielo" (
Hch 1,11). Con razón se ha de creer que ha de venir no solamente en el mismo
cuerpo, sino que también en la nube.
Orígenes, in Matthaeum, 30
Verán, pues,
con los ojos del cuerpo al Hijo del hombre en forma humana, que vendrá en las
nubes del cielo, esto es, desde lo alto, porque así como cuando se transfiguró,
la voz vino de una nube ( Mt 17), así sucederá también cuando vendrá otra vez
en forma gloriosa; y no tan solamente sobre una nube, sino sobre muchas, que
serán su vehículo. Y a la verdad, si cuando el Hijo de Dios subía a Jerusalén,
los que le amaban tendieron sus vestiduras en el camino para que no tocase el
suelo ( Mt 21), y ni aun querían que pisara la tierra el asnillo que le
llevaba, ¿debe sorprendernos que el Padre y Dios de todas las cosas extienda
las nubes celestes debajo del cuerpo de su Hijo, cuando descienda a la obra de
la consumación del mundo? Mas podrá decirse: que así como en la creación del
hombre tomó Dios el lodo de la tierra y formó al hombre, así también para
revelar la gloria de Jesucristo, vistió el Señor del cielo un cuerpo celestial,
primero en la transfiguración sobre una nube esplendorosa; y después en la
consumación del mundo, lo exhibirá sobre nubes brillantes, por lo cual son
llamadas nubes del cielo, de la misma manera que el barro es llamado de la
tierra. Y es muy justo que el Padre conceda tales y tan admirables cosas a su
Hijo que se humilló, y por esta causa le exaltó, no sólo según el espíritu,
sino que también en cuanto al cuerpo, para que viniese sobre tales nubles. Y
quizá sobre nubes dotadas de razón, para que no fuese irracional el vehículo
del Hijo del hombre glorificado. Y ciertamente, vino Jesús primeramente con el
poder, por el cual obraba los milagros y los prodigios en el pueblo. Mas todo
aquel poder, en comparación de la gran majestad con que ha de venir en el fin
del mundo, era pequeño, pues era el poder del que se anonada a sí mismo. Y es
consiguiente que se transforme en mayor gloria que en la que se transformó en
el monte, porque entonces se transformó en presencia de tres hombres tan
solamente, mas en el fin del mundo, aparecerá rodeado de mucha gloria, para que
todos le vean glorificado.
San Agustín, epist. 80
Mas, puesto
que las Escrituras han de ser profundizadas y no debemos contentarnos con examinarlas
superficialmente, se ha de fijar la consideración diligentemente en lo que
sigue. Poco después añade: Cuando viereis todo esto, sabed que está cerca a las
puertas. Entonces sabremos que está cerca, no cuando veamos que existe algo de
lo que ha de preceder, sino todo esto (en lo cual está comprendido, que se verá
venir al Hijo del hombre). Y enviará a sus ángeles de las cuatro partes del
mundo (esto es, de toda la redondez de la tierra), para congregar a sus
escogidos: todo lo cual hará en la hora última, cuando venga sobre los miembros
de su Iglesia, como sobre las nubes. O sobre toda la misma Iglesia como sobre
una gran nube, al modo que ahora no cesa de venir; y por tanto, vendrá con gran
poder y majestad, porque su mayor poder y majestad se reflejará en los
escogidos, a los cuales fortalecerá en gran manera para que no sean vencidos en
tan grande persecución.
Orígenes, in Matthaeum, 30
O viene diariamente con gran poder al alma del hombre que cree en las nubes proféticas, esto es, en las Escrituras de los profetas y de los apóstoles, los cuales, según su modo de entender declaran al Verbo de Dios superior a la naturaleza humana. Así decimos también que se revela gran gloria a aquéllos que entienden; gloria que se verá por cierto en la segunda venida del Verbo: que es la de las almas perfectas. Todas las cosas que acerca de la venida de Jesucristo se dijeron por los tres evangelistas (cuidadosamente comparadas entre sí y bien discutidas), se hallará que van encaminadas a que todos los días viene a su cuerpo, que es la Iglesia, de cuya venida dijo en otro lugar: "Veréis desde aquí a poco al Hijo del hombre sentado a la derecha del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo" ( Mt 26,64). Omítense los lugares en donde Jesucristo promete aquella última venida en su persona misma.
31
"Y enviará sus ángeles con trompetas y con grande voz: y allegarán sus
escogidos de los cuatro vientos, desde lo sumo de los cielos hasta los términos
de ellos". (v. 31)
Orígenes, in Matthaeum, 30
Como había
hecho antes mención del llanto, el cual será para que los malos pronuncien
espontáneamente su sentencia y se condenen a sí mismos, a fin de que no se crea
que en este llanto han de terminar sus males, añade: "Y enviará sus
ángeles con trompetas", etc.
Remigio
Mas esta
trompeta no se ha de entender que realmente será material, sino la voz de los
arcángeles, la cual será tan grande, que a sus clamores todos los muertos
resuciten del polvo de la tierra.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 76,4
Mas el
sonido de la trompeta hace referencia a la resurrección, para dar una idea del
gozo, del estupor que entonces habrá, y del dolor de aquéllos que serán
separados y no serán llevados en las nubes.
Orígenes, in Matthaeum, 30
Pues escrito
está en el libro de los Números ( Nm 10,1-10) que haciendo sonar los sacerdotes
las trompetas congregaban de los cuatro vientos a aquéllos que fueron de los
campamentos de Israel, en comparación a los cuales se dice consiguientemente de
los ángeles de Cristo: Y allegarán sus escogidos de los cuatro vientos, etc.
Remigio
Esto es, de
las cuatro regiones del mundo, o sea el Oriente, el Occidente, el Norte y el
Sur.
Orígenes, in Matthaeum, 30
Y opinan,
los más sencillos por cierto, que tan sólo han de ser reunidos aquéllos que
entonces tengan vida corporal. Pero mejor es afirmar que han de ser congregados
todos por los ángeles de Jesucristo no solamente los llamados y escogidos desde
la venida de Jesucristo hasta la consumación del mundo, sino que también todos
los que hayan existido desde el principio del mundo; los que vieron, como
Abraham ( Jn 8) el día de Jesucristo; y se regocijaron en él. Y que no tan sólo
dice que han de ser congregados los escogidos de Cristo que entonces existan
corporalmente, sino también los que salieron de sus cuerpos, lo manifiesta la
frase que dice: "Allegarán sus escogidos", no sólo de los cuatro
vientos, sino que aun añade: "Desde lo alto de los cielos hasta los
confines de ellos". Lo cual me parece que no conviene a nada de lo que
existe sobre la tierra. O los cielos son las Escrituras divinas, o los
testimonios de ellas, en las cuales habita Dios; las cimas de las Escrituras
son sus principios; y los términos, los cumplimientos de las mismas. Se congregarán,
pues, los santos desde lo más alto de los cielos (esto es, desde los que viven
en los principios de las Escrituras) hasta los términos de ellos, esto es,
hasta los que vivan cuando tenga lugar el cumplimiento de ellas. Y serán
congregados con trompetas y grande voz, para que los que hayan oído y atendido,
se preparen para el camino de la perfección que conduce al Hijo de Dios.
Remigio
O de otro
modo: para que alguno no crea, tal vez, que tan sólo se han de congregar de las
cuatro partes del mundo, y no de las regiones y de los lugares mediterráneos.
Añade, por lo mismo: "Desde lo sumo de los cielos", etc. Se entiende
por lo sumo del cielo, al centro del orbe; porque lo sumo del cielo preside al
centro del orbe. Cuando habla de los términos de los cielos quiere significar
los confines de la tierra, pues a lo lejos parece que los círculos celestes
tienen su asiento en la tierra.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 76,4
Mas esto se refiere a que el Señor llama a los escogidos por medio de los ángeles, al honor de los escogidos: pues, San Pablo ( 1Ts 4,16) dice que serán arrebatados en las nubes, porque los ángeles congregarán a aquéllos que en verdad hayan resucitado, mas las nubes recibirán a los congregados.
32-35
"Aprended de la higuera una comparación: cuando sus ramos están ya
tiernos, y las hojas han brotado, sabéis que está cerca el estío: pues del
mismo modo, cuando vosotros viereis todo esto, sabed que está cerca, a las
puertas. En verdad os digo, que no pasará esta generación, que no sucedan todas
estas cosas: el cielo y la tierra pasarán, mas mis palabras no pasarán".
(vv. 32-35)
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 77,1
Porque había
dicho que inmediatamente después de la tribulación de aquellos días acontecerá
todo lo que estaba predicho, los discípulos podían tratar de averiguar el
tiempo que había de transcurrir; por lo mismo lo declara, poniendo el ejemplo
de la higuera, cuando dice: "Aprended de la higuera una comparación",
etc.
San Jerónimo
Como diciendo:
Así como cuando están tiernos los brotecillos en la higuera, y de la yema está
naciendo la flor y la corteza da a luz las hojas, entendéis que viene el estío,
y con la entrada del céfiro la primavera; así también cuando veáis todo lo que
está escrito, no creáis que es llegado ya el fin del mundo, sino que vienen
como ciertos precedentes o precursores para manifestar que está cerca, y a las
puertas: por lo que sigue diciendo: Pues del mismo modo, cuando vosotros
viereis todo esto, etc.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 77,1
Con lo cual
demuestra que no mediará mucho tiempo, sino que inmediatamente acontecerá la
venida de Jesucristo. Y otra cosa predice también con esto, a saber, el estío
espiritual y la tranquilidad que ha de suceder a los justos después del
invierno; mas a los pecadores por el contrario, el invierno después del estío.
Orígenes, in Matthaeum, 30
La higuera
en la temporada de invierno tiene la virtud vital escondida en sí misma, y
después cuando la misma virtud vital principia a manifestarse pasado el
invierno, por su misma pujanza sus ramas se ponen tiernas y producen hojas. Así
también el mundo, y cada uno de los que se salvan, tienen la virtud vital
escondida en sí (como en el invierno) antes de la venida de Jesucristo. Mas
soplando sobre ellos Jesucristo, se convierten en tiernos ramos, y de corazón
no duro; y lo que estaba oculto en ellos se manifiesta en hojas, y muestran
evidentes frutos: para estos tales está cerca el estío y la venida de la gloria
del Verbo de Dios.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 77.1
Por esto
también puso el referido ejemplo, para hacer creer que este discurso así ha de
suceder realmente: porque en todos los lugares donde predice lo que en realidad
ha de suceder, toma para ejemplo las necesidades de la naturaleza.
San Agustín, epist. 80
Mas, ¿quién
niega que debemos esperar la pronta venida del Señor cuando veamos cumplirse
los anuncios de los evangelistas y de los profetas? Ciertamente, cada día se
aproxima más y más: ¿pero qué transcurso ha de mediar hasta que llegue? Sobre
esto se ha dicho: "No toca a vosotros saber los tiempos o los
momentos" ( Hch 1,7). Observa cuando dijo el Apóstol: "Ahora está más
cerca nuestra salud que cuando creímos" ( Rom 13,11); y he aquí que
pasaron tantos años, y sin embargo lo que dijo no es falso, ¿con cuánta mayor
razón se ha de decir al presente que se acerca la venida del Señor, cuando
tanto se ha recorrido para llegar al fin?
San Hilario, in Matthaeum, 26
La sinagoga
es comparada, en un sentido místico, a la higuera: las ramas de la higuera se
entienden que son el Anticristo hijo del diablo, porción del pecado, usurpador
de la ley; el cual cuando principiara a reverdecer y a cubrirse de hojas a
causa del verdor de los pecadores soberbios, entonces está próximo el estío,
esto es, se advertirá el día del juicio.
Remigio
O cuando
esta higuera brote nuevamente (esto es, cuando la Sinagoga reciba la palabra de
la predicación santa, predicándola Enoc y Elías), debemos entender que está
cerca el día de la consumación.
San Agustín, de quaestiones evangeliorum, 1,39
O por la
higuera entiende el linaje humano, a causa del prurito de la carne. Cuando su
ramo se ha puesto ya tierno, esto es, cuando los hijos de los hombres lleguen a
producir, por la fe de Jesucristo, frutos espirituales, y brille en ellos el
honor de ser adoptados como hijos de Dios.
San Hilario, in Matthaeum, 26
Y para que
fuese firme la fe, acerca de lo que había de suceder, añadió: En verdad os
digo, etc. Pues al decir "en verdad" añadió una declaración de
veracidad.
Remigio
Y los
ignorantes, ciertamente, refieren estas palabras a la destrucción de Jerusalén,
y opinan como dicho a aquella generación, que vio la pasión de Jesucristo, el
que no había de pasar antes de que aconteciese la destrucción de aquella
ciudad. Mas no sé si palabra por palabra podrán explicarlo, por aquello que
dice: "No quedará aquí piedra sobre piedra" ( Mt 24,2), hasta
aquello: "Cerca está a las puertas" ( Mt 24,33), porque tal vez en
algunos lugares podrán, mas en otros absolutamente no podrán.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 77,1
De
consiguiente, todas estas cosas fueron dichas acerca de la destrucción de
Jerusalén. Así como las que dijimos de los falsos profetas y de los falsos
cristos, y de todo lo demás que ha de acontecer hasta la venida de Cristo. Mas
cuando dijo: "Esta generación", no lo dijo por aquella generación que
entonces existía, sino por la que constituyen los fieles. Pues la Escritura
acostumbró a designar la generación, no solamente por el tiempo, sino también
por el lugar, por el culto y por el lenguaje. Así como cuando se dice:
"Esta es la generación de los que buscan al Señor" ( Sal 23,6). Con
esto indica que perecerá Jerusalén y que será destruida la mayor parte de los
judíos; mas ninguna prueba vencerá a la generación de los fieles.
Orígenes, in Matthaeum, 30
Sin embargo,
la generación de la Iglesia pasará alguna vez todo este siglo, para que herede
el futuro: no obstante, hasta que sucedan todas estas cosas, no pasará, y
cuando sucedieren todas estas cosas, pasará, no tan sólo la tierra, sino
también el cielo. Por esto sigue diciendo: "El cielo y la tierra",
esto es, no solamente los hombres, cuya vida es terrena, y por lo mismo son
llamados tierra, sino que también aquéllos cuya guarda está en los cielos, y
por tanto son llamados cielo: y pasarán a las cosas venideras para que alcancen
otras mejores. Pero las palabras pronunciadas por el Salvador no pasarán,
porque, siendo suyas propias, producen su efecto y siempre lo producirán: mas
los hombres perfectos que no pueden en este mundo completar su perfección para
que se hagan mejores, pasando de lo que son a lo que no son; y esto es lo que
se añade: "Mas mis palabras no pasarán". Y quizá pasen en realidad
las palabras de Moisés y de los profetas; porque las cosas que eran
profetizadas por aquéllos se han cumplido, mas las palabras de Jesucristo
siempre se cumplieron y se cumplen todos los días, y se han de cumplir todavía
en los escogidos. O por mejor decir, quizás no debemos afirmar que las palabras
de Moisés o de los profetas se han cumplido enteramente; porque propiamente
también aquellas palabras son del Hijo de Dios, y siempre se cumplen.
San Jerónimo
O aquí da a
entender, bajo el nombre de generación, a toda la raza humana, o especialmente
la de los judíos. Después los induce a la fe en lo que ha de preceder,
añadiendo: "El cielo y la tierra pasarán, mas mis palabras no pasarán".
Como quien dice: Más fácil es que sean destruidas las cosas fijas e inmóviles,
que el que falte cosa alguna de mis palabras.
San Hilario, in Matthaeum, 26
Porque el
cielo y la tierra, por condición de su creación, nada tienen en sí que haga
necesaria su existencia; mas las palabras de Jesucristo, deducidas de la
eternidad, contienen en sí la virtud de ser permanentes.
San Jerónimo
El cielo y
la tierra pasarán por transformación y no por su extinción. De otra manera,
¿cómo se oscurecerá el sol, y la luna no dará su lumbre, si el cielo (en el que
éstos se hallan) y la tierra no existieren?
Rábano
Debemos
entender, sin embargo, que el cielo que pasará no es el sidéreo, sino el aéreo,
que pereció antiguamente en el diluvio.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 77,1
Y aduce a vista de todos los elementos del mundo, demostrando que la Iglesia es más apreciable que el cielo y la tierra; y con este motivo se da a conocer al propio tiempo como Criador de los hombres.