domingo, 24 de noviembre de 2024

DÍA 8. NOVENA A LA VIRGEN INMACULADA DE LA MEDALLA MILAGROSA

DÍA OCTAVO

NOVENA A LA MEDALLA MILAGROSA

 

Por la señal...

Señor mío Jesucristo… 

 

ORACIÓN INICIAL

Soberana Reina de los Cielos y de la tierra, que por amor a los hombres pecadores os dignasteis apareceros a vuestra humilde sierva, Sor Catalina Labouret, con las manos cargadas de gracias celestiales en favor de los que os invocan con fe y devoción; vednos postrados ante vuestra imagen suplicándote humildemente un rayo de luz que ilumine nuestra mente y abrase nuestro corazón en vuestro santo servicio, a fin de que conociendo vuestras misericordias encerradas en vuestra Santa Medalla, logremos participar de vuestros merecimientos y conseguir por ello la salvación de nuestra alma.

    

 Se lee lo propio de cada día.

DÍA OCTAVO   

Soberana Señora y Madre nuestra, no contenta con rogar constantemente a Jesús por nosotros en el Cielo, bajáis a la tierra para manifestarnos los deseos que tenéis de nuestro bien, y cuánto sentís nuestras desgracias. Concedednos la gracia de escuchar vuestros amorosos avisos y de volvernos a Dios, como lo decíais a Sor Catalina, a fin de evitar los castigos que nos amenazan. Que los padres de familia eduquen a sus hijos en el santo temor del Señor, que estos oigan los consejos de sus mayores, y todos fijemos nuestras miradas en la cruz redentora que Vos levantáis muy alto en la Santa Medalla, porque en ella está nuestra dicha y felicidad. De este modo, nuestra pena se convertirá en santa alegría y será principio de aquella otra perdurable, que Dios reserva a los que han hecho penitencia de sus pecados. Amén.

 

Ejemplo 

Pidió con fe a la Santísima Virgen y Ella la escuchó. Corría el año de 1942. En la ciudad de Guatemala, una joven religiosa de 24 años de edad se vio atacada de una enfermedad peligrosa. Al consultar con varios especialistas, tuvo la triste respuesta que su mal estaba muy avanzado y que por lo tanto no se atrevían a hacer ninguna intervención quirúrgica porque ellos pensaban que al intentarlo moriría la paciente.  

Pero ella deseaba, con toda su alma, vivir para trabajar por la gloria de Dios y la salvación de las almas. 

En vista de que la mano del hombre era impotente para curarla acudió con gran devoción a la Santísima Virgen de la Medalla Milagrosa, haciendo una novena. Al cuarto día de esta novena consultó con otro especialista, que vio también el caso perdido, ya que la enfermedad había avanzado demasiado, no obstante se arriesga. La joven religiosa, puesta su confianza en la Santísima Virgen, sigue el tratamiento que el doctor le traza y ¡oh prodigio! su Madre del cielo intervino y ella se curó. Actualmente trabaja por la gloria de Dios y por la salvación de las almas. Se curó porque tuvo gran fe en la Santísima Virgen.


Pídase a la Virgen la gracia que se desea alcanzar por su intercesión poderosa y para más obligarla, rezaremos tres Avemarías.

 

ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS

Yo os saludo, dulcísima Virgen María, Madre de Dios, y os elijo por mi amantísima Madre. Os suplico que me admitáis por hijo y siervo vuestro, pues yo no quiero tener otra Madre y Señora que a Vos. Os ruego también, ¡oh piadosa y tierna Madre mía!, que me gobernéis y defendáis en todas las acciones de mi vida porque soy un pobre infeliz mendigo, que en todos los instantes necesito de vuestra ayuda y protección. Ea, Virgen Santísima, hacedme participante de todos vuestros bienes y de vuestras virtudes, principalmente de vuestra santa humildad, de vuestra excelsa pureza, de vuestra ardiente caridad; pero sobre todo alcanzadme la gracia que os pido en esta novena. No me digáis, ¡oh Madre benignísima!, que no podéis concedérmela, porque vuestro amantísimo Hijo os ha dado todo poder tanto en el Cielo como en la tierra. También estoy seguro que no me desecharéis, porque Vos sois la Madre común de todos los hijos de Adán, y singularmente lo sois mía. Ya pues, que sois mi Madre y al mismo tiempo sois poderosísima, ¿qué es lo que podrá moveros a negarme vuestra excelencia? Atended, Madre mía, mandad, que en calidad de tal estáis en cierta manera obligada a concederme lo que os pido y acceder a mis ruegos. Sed, pues, bendita y ensalzada en el Cielo y en la tierra; alcanzadme de Dios que haga participante de todos los bienes y de todas las gracias que sean del agrado de la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, objeto de todo mi amor ahora y por todos los siglos. Amén.

 

 

  GOZOS EN HONOR A LA SANTÍSIMA VIRGEN VENERADA EN LA MEDALLA MILAGROSA

   

Digamos con melodía

Esta devota canción:

Vuestra medalla ¡oh María!

Es prenda de protección.

   

La medalla prodigiosa

A vos, purísima Virgen,

Debe el principio y origen

En una visión dichosa.

Todos por eso a porfía

Desean su adquisición.

Vuestra medalla ¡oh María!

Es prenda de protección.

   

Este emblema celestial

Infunde pena, furor,

Desesperación y horror

A la serpiente infernal.

¿Qué extraño, si su malicia

Ve en ella su confusión?

Vuestra medalla ¡oh María!

Es prenda de protección.

   

Los brillantes resplandores

Que vuestras manos despiden,

Son las gracias que reciben

De Vos los hombres viadores.

¿Quién es el que no confía

Vista tal demostración?

Vuestra medalla ¡oh María!

Es prenda de protección.

   

¿Quién podrá contar, Señora,

Los prodigios que habéis hecho

Con el que llevara al pecho

La medalla y os implora?

Llevémosla noche y dia

Con tierna veneración.

Vuestra medalla ¡oh María!

Es prenda de protección.

  

El rayo, la tempestad,

El contagio inevitable,

De esta medalla admirable

Huyen con velocidad:

La virtud que los desvía

La da vuestra intercesión.

Vuestra medalla ¡oh María!

Es prenda de protección.

   

La tentación mas violenta

Resiste, calma y abate,

El fiel que en todo combate

Este escudo fuerte ostenta,

Su constancia no varía,

Si os ruega de corazón.

Vuestra medalla ¡oh María!

Es prenda de protección.

   

Las olas del mar furioso

Que espantan al que navega,

Pierden la fuerza si ruega

Ante este signo glorioso,

Porque Vos sois norte, guía

Y puerto de salvación.

Vuestra medalla ¡oh María!

Es prenda de protección.

    

Los enfermos desahuciados

Buscan con solicitud

En la medalla salud,

Y no quedan defraudados:

Sanos, llenos de alegría

Dicen con dulce emoción.

Vuestra medalla ¡oh María!

Es prenda de protección.

   

Los hombres mas obstinados

En la impiedad y en el vicio

Del eterno precipicio

Con ella han sido librados:

Pues por Vos, dulce María

Lograron su conversión.

Vuestra medalla ¡oh María!

Es prenda de protección.

   

Madre en gracia concebida

Rogad, Señora, por nos

Que recurrimos a Vos

En tan miserable vida:

Muéstrate clemente y pía

Ahora y en toda ocasión.

Vuestra medalla ¡oh María!

Es prenda de protección.

   

Digamos con melodía

Esta devota canción:

Vuestra medalla ¡oh María!

Es prenda de protección.

  

. Ruega por nosotros, ¡oh Santa María!, Reina concebida sin pecado original.

. Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.

   

ORACIÓN

Oh Señor Jesucristo, que quisiste esclarecer a la Santísima Virgen María, tu Madre, Inmaculada desde su origen, con innumerables milagros: concédenos que cuantos imploramos siempre su patrocinio, consigamos los gozos eternos. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

***

Oh María, sin pecado concebida,

Rogad por nosotros que recurrimos a vos.

***

Querido hermano, si te ha gustado esta novena, compártala con tus familiares y amigos.

***

Ave María Purísima, sin pecado concebida.