PARÁBOLA DEL FARISEO Y EL PUBLICANO ORANDO.
SÁBADO DE LA VIGESIMOCUARTA SEMANA
DESPUÉS DE PENTECOSTÉS.
MEDITACIONES
PARA EL TIEMPO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
DE LA OBRA “VIDA Y DOCTRINA DE JESUCRISTO
SACADA DE LOS CUATRO EVANGELISTAS
Y DISTRIBUIDA EN MATERIA DE MEDITACIÓN
PARA TODOS LOS DÍAS” DEL P. NICOLÁS AVANCINI
ORACIÓN PARA COMENZAR
TODOS LOS DÍAS:
Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Poniéndonos en la presencia de Dios, adoremos su majestad infinita, y digamos con humildad:
“Omnipotente Dios y Señor y Padre mío amorosísimo, yo creo que por razón de tu inmensidad estás aquí presente en todo lugar, que estás aquí, dentro de mí, en medio de mi corazón, viendo los más ocultos pensamientos y afectos de mi alma, sin poder esconderme de tus divinos ojos.
Te adoro con la más profunda humildad y reverencia, desde el abismo de mi miseria y de mi nada, y os pido perdón de todos mis pecados que detesto con toda mi alma, y os pido gracias para hacer con provecho esta meditación que ofrezco a vuestra mayor gloria… ¡Oh Padre eterno! Por Jesús, por María, por José y todos los santos enseñadme a orar para conocerme y conoceros, para amaros siempre y haceros siempre amar. Amén.”
Se meditan los tres puntos dispuestos para cada día.
SÁBADO DE LA VIGESIMOCUARTA SEMANA
DESPUÉS DE PENTECOSTÉS.
PARÁBOLA DEL FARISEO Y EL PUBLICANO ORANDO.
1.- El fariseo puesto en pie (1). ¿Es esta acaso postura humilde del cuerpo para estar delante de Dios? Oraba así: ¡Oh Dios! Yo te doy gracias, porque no soy como los demás hombres. ¡Qué arrogancia, que, sin exceptuar a alguno, a todos en su comparación desprecia! Ladrones, injustos, adúlteros. Por tales tiene a los demás el que se tiene a sí en mucho. Como también este publicano. El que es grande en su juicio, juzga temerariamente de otro cuyo interior no conoce. Ayuno dos veces en la semana, pago los diezmos de todo lo que poseo. ¡Qué jactancia esta de sus obras! Ni rastro de oración hay en esta oración toda. Condenas tú a este fariseo jactancioso. Pues ahora repara en ti no seas semejante despreciador de otros, y tal apreciador de ti. No digas: Yo para mí me basto (2).
2.- Y el publicano estando allá lejos en pie (3). Mas no con la cerviz levantada, sí teniéndose por indigno de estar cerca del altar. No se atrevía a levantar los ojos al cielo, por la confusión interior; pero hería su pecho, contrito con el dolor, diciendo: ¡Oh Dios! apiadaos de mi, pecador. Pide para sí perdón con humildad. Toma tú de aquí la forma que has de tener en orar. Sea tu oración y tu meditación humilde. Ocúpese en tu propio conocimiento, en limpiar el alma de malos afectos.
3.- Dígoos, en verdad, que éste respecto de aquél se partió justificado (4). Aquí tienes la sentencia de Dios respecto de los dos que oraban. Es justificado el humilde; es condenado el soberbio. Así te levantarás siempre mejor de la oración, si ocupares su tiempo en el humilde conocimiento de ti mismo, en el desprecio de ti, y en los afectos que de él se siguen. San Agustín (5) dice: Advertid, hermanos: más agradó a Dios la humildad en los hechos malos, que la soberbia entre las obras buenas. Así aborrece Dios a los soberbios. De aquí sacarás, no alabarte a ti, ni desear que te alaben. Vivirás contento contigo solo, y con Dios.
(1) Luc., 18. (2) Eccli., 11. (3) Luc., 16. (4) Luc., 18. (5) In Ps., 93.
ORACIÓN PARA FINALIZAR
TODOS LOS DÍAS:
Os doy gracias, Dios mío, por los buenos pensamientos, afectos y propósitos que me habéis inspirado en este rato de oración…
Todo os lo ofrezco a vuestra mayor honra y gloria… y os pido gracia eficaz para ponerlos por obra…
¡Oh Padre Eterno! Por Jesús, por María, por José y Teresa de Jesús dadme gracia ahora y siempre para cumplir en todas las cosas vuestra santísima voluntad. Amen."
Padrenuestro, Avemaría y Gloria
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Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.
Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.
Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.
Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.
Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.
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¡Querido hermano, si te ha gustado esta meditación, compártela con tus familiares y amigos!
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Ave María Purísima, sin pecado concebida.