sábado, 17 de agosto de 2024

DÍA 18. EL SANTÍSIMO CORAZÓN DE LA GLORIOSA VIRGEN SE MANTUVO SIEMPRE PURO Y LIMPIO DE TODO PECADO. PRIMERA EXCELENCIA. MES EN HONOR DEL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA

 


DÍA 18.

EL SANTÍSIMO CORAZÓN DE LA GLORIOSA VIRGEN SE MANTUVO SIEMPRE PURO Y LIMPIO DE TODO PECADO. PRIMERA EXCELENCIA.

MES EN HONOR DEL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA

CON SAN JUAN EUDES

 

ORACIÓN PARA COMENZAR

TODOS LOS DÍAS:

 

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Poniéndonos en la presencia de Dios, adoremos su majestad infinita, y digamos con humildad:

 

Oración inicial inspirada en la de san Juan Eudes

Oh Jesús, Hijo único de Dios, Hijo único de María, quiero conocer y amar más y mejor el Corazón Inmaculado de tu Madre, obra que sobrepasa infinitamente mi capacidad. La he emprendido por tu amor y por el amor de tu dignísima Madre, apoyado en la confianza que tengo en el Hijo y en la caridad de la Madre. Tú sabes, Salvador mío, que solo pretendo agradarte y rendir a ti y a tu divina Madre un pequeño tributo de gratitud por las misericordias que he recibido de tu Corazón paternal, por intermediación de su benignísimo Corazón. Ves igualmente que de mí mismo solo soy un abismo de indignidad, de incapacidad, de tinieblas, de ignorancia y de pecado. Por ello, renuncio de todo corazón a todo lo mío; me doy a tu divino espíritu y a tu santa luz; me entrego al amor inmenso que profesas a tu amadísima Madre; me doy al celo ardentísimo que tienes por su gloria y su honor. Toma posesión de mi entendimiento y anímalo; ilumina mis tinieblas; enciende mi corazón; conduce mis obras; bendice mi trabajo y que te plazca servirte de él para el acrecentamiento de tu gloria y del honor de tu bendita Madre; imprime finalmente en los corazones de los hombres la verdadera devoción al amabilísimo e inmaculado Corazón de María.

 

Se meditan los textos dispuestos para cada día.

DÍA 18.

EL SANTÍSIMO CORAZÓN DE LA GLORIOSA VIRGEN SE MANTUVO SIEMPRE PURO Y LIMPIO DE TODO PECADO. PRIMERA EXCELENCIA.

De libro El Corazón Admirable de la Madre de Dios de san Juan Eudes.

 

Con toda razón las divinas Escrituras asignan la cualidad de Mujer fuerte a la sacratísima Madre de Dios. Es la General de los ejércitos del gran Dios, en orden de batalla, y la enemiga capital de la serpiente infernal; es más temible para todas las tropas del infierno que grande y poderoso ejército enfrentado a escaso y débil enemigo (Cantar 6, 3). Ella ha aplastado por entero la cabeza de la serpiente (Gn 3, 15). Quiero decir que venció perfectamente toda clase de pecado, mortal, venial y actual; en especial el original que es designado por esa horrible cabeza del dragón infernal.

El pecado mortal: hubiera preferido sufrir todos los tormentos de la tierra y del infierno antes que consentir un mínimo pecado venial y mucho menos un pecado mortal. De este modo salió victoriosa de todo pecado actual.

Por lo que mira al pecado original, un sin número de Padres, de célebres doctores, de teólogos eminentes, de santos concilios salen en defensa del honor de su Concepción inmaculada y sostienen que Dios la preservó enteramente del pecado original.

Se dice de san Andrés, cercano a la muerte, pronunció estas palabras: Como el primer Adán fue formado de la tierra, antes de que fuera maldecida, así el segundo Adán fue formado de la tierra virginal que jamás conoció lo que es la maldición.

De Santiago el Mayor se dice que san Tesifón, su discípulo, dejó por escrito que conoció de la boca de este gran apóstol que la gracia de Dios hizo que esta amable María fuera eximida del pecado original como doctrina enseñada por los apóstoles en estos términos: Esta Virgen, esta María, esta santa fue preservada del pecado original en el primer instante de su concepción.

Santiago el Menor hizo una célebre mención en su liturgia de la Madre de su divino maestro como de la que es santísima, inmaculada, bendita por encima de todas las criaturas, más honorable que los querubines y más gloriosa que los serafines y que fue siempre bienaventurada e irreprensible en todo.

Negar esta verdad es falta de respeto y sumisión a los soberanos pontífices de la Iglesia, Alejandro V, Sixto IV, Alejandro VI, Julio II, León X y Gregorio XV que autorizaron la purísima Concepción, y recomendaron celebrar su fiesta, luego de aprobar el oficio respectivo; algunos de ellos prohibieron bajo pena de excomunión decir algo en contra de esa doctrina y de esa fiesta, no oralmente ni por escrito, ni en público ni en privado.

Equivale a considerarse más sabio que innumerables santos Padres, entre otros el gran san Agustín, la luminaria más esplendente de la Iglesia, quien afirma que cuando habla de pecado, no pretende en ningún momento referirse a la santísima Virgen. Sabemos, dice, que como mereció concebir y dar a luz al que jamás conoció pecado, recibió gracia abundantísima para vencer enteramente el pecado.

Es creer que se tienen más luces que cantidad de cardenales, patriarcas, arzobispos y obispos de todas las partes de la cristiandad que han sostenido el partido de esta santísima Concepción.

Es ponerse por encima de todas las santas órdenes religiosas de san Antonio, san Basilio, san Benito, los cistercienses, premostratenses, cartujos, camaldulenses, de san Francisco de Asís, de san Francisco de Paula, de santo Domingo, de la Compañía de Jesús, de los barnabitas, teatinos y otros que han testimoniado su celo ardiente en defender a la sacratísima Madre de Dios contra la injuria que se le ha querido hacer al decir que estuvo en el rango de los hijos de ira y maldición.

Es condenar la famosa universidad de París, la de Colonia, de Cracovia, de Maguncia, de Valencia, de Salamanca, de Coimbra, de Barcelona, de Sevilla y la casi totalidad de universidades de la cristiandad. Todas ellas han manifestado mediante decretos que no serán recibidos para grado de doctor en la sagrada facultad de teología quienes no se obliguen mediante juramento a sostener la inocencia e la concepción de esta divina María.

Es dar un mentís a más de quinientos célebres doctores de Francia, Italia, España, Alemania, Inglaterra, Escocia, Polonia, Portugal y Flandes que han apoyado y corroborado la verdad de esta purísima Concepción mediante muy hermosos y eruditos libros. Solamente la Compañía de Jesús ha dedicado a más de sesenta de sus miembros para defender vigorosamente el honor de la reina del cielo en este punto, mediante escritos piadosos y doctos, entre otros el sabio y piadoso Suárez, quien por doce poderosos argumentos prueba la inocencia de esa Concepción.

Es tener en nada cinco generales de la orden del glorioso patriarca santo Domingo, y gran número de otros muy santos doctores de la misma familia, que han seguido el mismo camino que sus predecesores y autorizaron por decreto lo que se lee en un manual de la misma orden, impreso en Sevilla en 1524. En él se observa que varios sabios religiosos, reunidos en capítulo provincial, aprobaron este decreto en los siguientes términos: Considerando que santo Tomás dijo que es mejor seguir la autoridad de la Iglesia que la opinión de san Jerónimo o de algún otro doctor que pueda darse, y reconociendo que la que hemos tenido hasta el presente contra la Concepción inmaculada de la Madre de Dios, solo servía para causar perturbaciones y escándalos, hemos decidido seguir en adelante en esto la conducta de la Iglesia que es el sentir que fue preservada del pecado original. Este es el tenor del decreto hecho en la capítulo provincial y que fue confirmado el año siguiente, 1525, por otro capítulo de la misma orden celebrado en el convento de Valladolid.

Además es burlarse de los milagros que Dios ha obrado para sustentar la gracia extraordinaria que hizo a la dignísima Madre de su Hijo, en el primer momento de su vida. San Anselmo refiere algunos.

Es no tener ningún temor de los terribles castigos que la divina justicia ha ejercido sobre algunos de los que se han hecho opositores de este misterio. Es posible leer algunos en el libro que al respecto escribió Juan Cartagena, de la orden d San Francisco.

Es alinearse en la impiedad detestable de Calvino y demás herejes, sus secuaces, llenos de aversión contra la sagrada Madre de Dios, y no adherir a la veneración que todo el mundo cristiano tiene por la santidad de su Concepción.

Es dar ventajas grandes a los demonios, creados sin embargo en gracia y ponerlos por encima de la reina de los ángeles.

Es poner a Adán, el pecador, y a Eva, la pecadora, causantes de la perdición de infinidad de almas, por encima de la que fue la inventora de la gracia, la mediadora de la salvación y la restauradora de los siglos.

Es condenar la sabia conducta de la Iglesia al instituir la fiesta de esta santa Concepción, que todos los fieles solemnizan con tanto fervor por doquier en la tierra.

Es ponerse en la fila de los que son marcados en las palabras de san Agustín: Combatir y disputar algo que se hace en todo el universo, por orden y recomendación de la Iglesia, es la más insolente locura que pueda pensarse.

 

Jaculatoria: Oh Inmaculado Corazón de María, apartadme de todo pecado.

 

Propósito: Ofrecer la misa o la comunión, una oración o un sacrificio en reparación de aquellos que blasfeman contra la Inmaculada Concepción de la Virgen María.

 

PARA FINALIZAR

Unidos al Ángel de la Paz, a los santos pastorcitos de Fátima, Francisco y Jacinta, a las almas humildes y reparadoras, digamos:

 

Dios mío, yo creo, adoro, espero y os amo.

Os pido perdón por los que no creen, no adoran,

no esperan y no os aman. (3 veces)

***

Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo,

os adoro profundamente

y os ofrezco

el preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad

de Nuestro Señor Jesucristo,

presente en todos los sagrarios de la tierra,

en reparación de los ultrajes,

sacrilegios e indiferencias

con que El mismo es ofendido.

Y por los méritos infinitos de su Sacratísimo Corazón

y del Corazón Inmaculado de María,

os pido la conversión de los pobres pecadores.

***

Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.

Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.

Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.

San Juan Eudes y todos los santos amantes de los Sagrados Corazones, rogad por nosotros.

Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.

***

¡Querido hermano, si te ha gustado esta meditación, compártela con tus familiares y amigos!

***

Ave María Purísima, sin pecado concebida.