viernes, 16 de agosto de 2024

Día 17. JESÚS COMO EN MARIA QUIERE VIVIR TU CORAZÓN Y TU VIDA. MES EN HONOR DEL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA

 


Día 17.

JESÚS COMO EN MARIA QUIERE VIVIR TU CORAZÓN Y TU VIDA

MES EN HONOR DEL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA

CON SAN JUAN EUDES

 

ORACIÓN PARA COMENZAR

TODOS LOS DÍAS:

 

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Poniéndonos en la presencia de Dios, adoremos su majestad infinita, y digamos con humildad:

 

Oración inicial inspirada en la de san Juan Eudes

Oh Jesús, Hijo único de Dios, Hijo único de María, quiero conocer y amar más y mejor el Corazón Inmaculado de tu Madre, obra que sobrepasa infinitamente mi capacidad. La he emprendido por tu amor y por el amor de tu dignísima Madre, apoyado en la confianza que tengo en el Hijo y en la caridad de la Madre. Tú sabes, Salvador mío, que solo pretendo agradarte y rendir a ti y a tu divina Madre un pequeño tributo de gratitud por las misericordias que he recibido de tu Corazón paternal, por intermediación de su benignísimo Corazón. Ves igualmente que de mí mismo solo soy un abismo de indignidad, de incapacidad, de tinieblas, de ignorancia y de pecado. Por ello, renuncio de todo corazón a todo lo mío; me doy a tu divino espíritu y a tu santa luz; me entrego al amor inmenso que profesas a tu amadísima Madre; me doy al celo ardentísimo que tienes por su gloria y su honor. Toma posesión de mi entendimiento y anímalo; ilumina mis tinieblas; enciende mi corazón; conduce mis obras; bendice mi trabajo y que te plazca servirte de él para el acrecentamiento de tu gloria y del honor de tu bendita Madre; imprime finalmente en los corazones de los hombres la verdadera devoción al amabilísimo e inmaculado Corazón de María.

 

Se meditan los textos dispuestos para cada día.

Día 17.

JESÚS COMO EN MARIA QUIERE VIVIR TU CORAZÓN Y TU VIDA

De libro El Corazón Admirable de la Madre de Dios de san Juan Eudes.

 

En la iglesia de Santa Cruz de Jerusalén, que se encuentra en Roma, y en la catedral de Autun, en Borgoña, se conservan con sumo cuidado, como rico tesoro, y se veneran con mucha devoción, como preciosas reliquias, los velos que cubrieron la cabeza de esta gran Princesa; en la ciudad de Tréveris su peineta que fue obsequiada por la emperatriz santa Helena; en la catedral de Chartres su blusa, conservada en relicario cubierto de oro y piedras preciosas; en Semur, en Borgoña, su anillo de matrimonio con san José; en Reims, en la catedral, una parte de su leche virginal, que cada año se expone en una capilla llamada de la Santa Leche, para ser venerada por los fieles; en Soisson, en la iglesia de las religiosas de San Benito uno de sus zapatos, por el que Dios ha obrado innumerables curaciones milagrosas de toda clase de enfermedades. En Santa María la Mayor de Roma una pequeña porción de su cabellera.

En Constantinopla, la emperatriz Pulqueria, según cuenta Nicéforo, hizo construir tres hermosas iglesias en honor de la santísima Virgen: una llamada Nuestra Señora de la Guía, en la que se conservaba un huso que había servido a la Madre de Dios, y unos mantos del Salvador que su cuñada Eudoxia le había enviado, o más bien a Teodosio el Joven, su marido, y hermano de santa Pulqueria. La otra llamada de Las Blaguernas, en el puerto de Constantinopla. En ella depositó los sagrados sudarios que cubrieron el cuerpo de la bienaventurada Virgen. Le habían sido dados por san Juvenal, obispo de Jerusalén. La tercera en la plaza mayor de Los Fundidores donde depositó un cinturón de Nuestra Señora que recibió de su padre Arcadio, quien lo había hecho engastar ricamente y era guardado allí con tanta veneración que cada año se celebraba gran solemnidad en honor de esta santa reliquia. Se conservan sermones completos de san Germán, patriarca de Constantinopla, en la fiesta de la Veneración de este sagrado Cinturón de la Reina de los ángeles.

Si la Iglesia, guiada siempre por el Espíritu Santo, honra hasta las mínimas pertenencias de la Madre de Dios y celebra fiestas en honor de un Cinturón llevado por ella en su vestido, ¿de qué manera debemos celebrar las alabanzas de su dignísimo y honorable Corazón?

Debo decirte que  Jesús, Corazón de su Padre eterno, quiso ser el Corazón de la vida de su preciosísima Madre; así quiere ser también tu Corazón y tu vida: Christus vita vestra (Col 3, 4). Al hacerte por su gracia uno de sus miembros, Jesús debe vivir en ti de tal manera que puedas decir con su apóstol: Cristo vive en mí (Ga 2, 20). Este es su designio y su ardentísimo deseo. Quiere ser el Corazón de tu corazón y el Espíritu de tu espíritu. Quiere establecer su vida, no solo en tu alma sino también en tu cuerpo: Para que la vida de Jesús se manifieste en tu cuerpo (2 Cor 4, 10). Quiere que cuanto hay en él viva en ti; que su Alma viva en tu alma, su Corazón en tu Corazón, su Espíritu en tu espíritu, sus pasiones en tus pasiones, sus sentidos exteriores e interiores en tus sentidos interiores y exteriores; que su memoria, su entendimiento y su voluntad vivan en tu memoria, tu entendimiento y tu voluntad, y que finalmente todas las facultades de su alma y de su cuerpo estén vivas y reinantes en las facultades de tu alma y de tu cuerpo.

Para que esto suceda debes cooperar en tres puntos:

1. Empéñate en hacer morir en todas las potencias de tu alma y de tu cuerpo, cuanto no es del agrado de Dios, según las palabras de san Pablo: Llevamos siempre en nuestro cuerpo la mortificación de Jesús a fin de que la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos (2 Cor 4, 10).

2. Adorna esas potencias con todas las virtudes cristianas.

3. Entrégate a menudo al Hijo de Dios y ruégale se digne emplear él mismo el poder de su brazo para destruir en ti cuanto le es contrario y establezca en ti la vida y el reino de todas las facultades de su alma divina y de su santo cuerpo.

Te presento una oración muy piadosa de san Agustín. Puedes usarla con este fin en todo tiempo pero especialmente después de recibir en ti a Nuestro Señor, en el santo sacrificio de la misa o por la santa comunión. Al hablar al alma santa de Jesús, a su cuerpo sagrado, a su Corazón divino los contemplas en ti donde están real y verdaderamente. Entonces dirás esta oración con mayor fervor y recibirás mayor bendición.

 

Alma de Jesús, santifícame.

Cuerpo de Jesús, sálvame.

Corazón de Jesús, embriágame.

Agua del costado de Jesús, lávame.

Pasión de Jesús, confórtame.

Oh buen Jesús, óyeme.

Dentro de tus llagas, escóndeme.

No permitas que me separe de ti.

Del enemigo malo defiéndeme.

En la hora de mi muerte llámame.

Mándame ir a ti:

Para que con tus ángeles te alabe,

Por los siglos de los siglos. Amén.

 

Jaculatoria: Por el Inmaculado Corazón de María, te pido mi Jesús: ¡vive en mí!

 

Propósito: Unidos a la Virgen María durante este día, haz muchas comuniones espirituales, recitando la oración Alma de Cristo.

 

PARA FINALIZAR

Unidos al Ángel de la Paz, a los santos pastorcitos de Fátima, Francisco y Jacinta, a las almas humildes y reparadoras, digamos:

 

Dios mío, yo creo, adoro, espero y os amo.

Os pido perdón por los que no creen, no adoran,

no esperan y no os aman. (3 veces)

***

Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo,

os adoro profundamente

y os ofrezco

el preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad

de Nuestro Señor Jesucristo,

presente en todos los sagrarios de la tierra,

en reparación de los ultrajes,

sacrilegios e indiferencias

con que El mismo es ofendido.

Y por los méritos infinitos de su Sacratísimo Corazón

y del Corazón Inmaculado de María,

os pido la conversión de los pobres pecadores.

***

Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.

Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.

Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.

San Juan Eudes y todos los santos amantes de los Sagrados Corazones, rogad por nosotros.

Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.

***

¡Querido hermano, si te ha gustado esta meditación, compártela con tus familiares y amigos!

***

Ave María Purísima, sin pecado concebida.