sábado, 10 de agosto de 2024

DÍA 11. EL HONOR QUE SE LE DEBE AL CORAZÓN CORPORAL DE LA VIRGEN MES EN HONOR DEL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA

 


DÍA 11.

EL HONOR QUE SE LE DEBE AL CORAZÓN CORPORAL DE LA VIRGEN

MES EN HONOR DEL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA

CON SAN JUAN EUDES

 

ORACIÓN PARA COMENZAR

TODOS LOS DÍAS:

 

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Poniéndonos en la presencia de Dios, adoremos su majestad infinita, y digamos con humildad:

 

Oración inicial inspirada en la de san Juan Eudes

Oh Jesús, Hijo único de Dios, Hijo único de María, quiero conocer y amar más y mejor el Corazón Inmaculado de tu Madre, obra que sobrepasa infinitamente mi capacidad. La he emprendido por tu amor y por el amor de tu dignísima Madre, apoyado en la confianza que tengo en el Hijo y en la caridad de la Madre. Tú sabes, Salvador mío, que solo pretendo agradarte y rendir a ti y a tu divina Madre un pequeño tributo de gratitud por las misericordias que he recibido de tu Corazón paternal, por intermediación de su benignísimo Corazón. Ves igualmente que de mí mismo solo soy un abismo de indignidad, de incapacidad, de tinieblas, de ignorancia y de pecado. Por ello, renuncio de todo corazón a todo lo mío; me doy a tu divino espíritu y a tu santa luz; me entrego al amor inmenso que profesas a tu amadísima Madre; me doy al celo ardentísimo que tienes por su gloria y su honor. Toma posesión de mi entendimiento y anímalo; ilumina mis tinieblas; enciende mi corazón; conduce mis obras; bendice mi trabajo y que te plazca servirte de él para el acrecentamiento de tu gloria y del honor de tu bendita Madre; imprime finalmente en los corazones de los hombres la verdadera devoción al amabilísimo e inmaculado Corazón de María.

 

Se meditan los textos dispuestos para cada día.

DÍA 11.

EL HONOR QUE SE LE DEBE AL CORAZÓN CORPORAL DE LA VIRGEN

De libro El Corazón Admirable de la Madre de Dios de san Juan Eudes.

 

Estas son algunas de las prerrogativas maravillosas del Corazón admirable que palpita en el pecho sagrado de la Madre de Dios. Este Corazón corporal y sensible de por sí es merecedor de todo honor y veneración.

¡Cuánto honor se debe a este Corazón, la parte más noble de su cuerpo virginal, que dio cuerpo al Verbo eterno que será por siempre objeto de las adoraciones de todos los espíritus celeste y bienaventurados!

¡Cuánto honor es debido a este Corazón que dispuso y dio la purísima sangre de la que el cuerpo adorable del Hijo de Dios fue formado en las entrañas de su Madre!

¡Cuánto honor merece este Corazón que es principio de la vida de una Madre de Dios y de un Hombre-Dios!

¡Qué alabanzas deben darse a este Corazón que contribuyó a formar la leche que sirvió para nutrir y conservar la vida del Salvador del mundo!

¡Cuántos honores deben rendirse a este Corazón en el cual un Niño-Dios reposó tantas veces y al que colmó de innumerables favores!

¡Cuánta veneración merece este Corazón que jamás tuvo objeto distinto de su amor, de sus deseos, de sus temores, de sus esperanzas, de sus gozos que no fuera solo Dios; que jamás sintió tristeza sino por lo que desagradaba a Dios; que estuvo lleno de desconfianza de sí mismo y de confianza en Dios y que empleó todas sus aversiones, rechazos, indignaciones y su valor contra todo lo que es ofensa de su divina Majestad!

Finalmente, ¡qué veneración merece este Corazón que Dios ama y glorifica más altamente; y que honra y ama a Dios más perfectamente que todos los corazones del cielo y de la tierra!

Ciertamente, si todas las criaturas del universo se cambiaran en otros tantos corazones y lenguas de Serafines, y que todos esos corazones y lenguas se emplearan en celebrar eternamente las alabanzas de este divino Corazón, nunca le darían todo el honor que le es debido.

Oh Corazón incomparable, ¿quién no te admirará? ¿Quién no te rendirá honor? ¡Quién no usará todos los afectos de su corazón para bendecirte, publicar tus perfecciones e invitar a todos los corazones del cielo y de la tierra a cantar sin descanso: que viva el Corazón sagrado de María! ¡Que viva el Corazón regio de la Reina del cielo! ¡Que viva el Rey de los corazones! Que todos los corazones de los hombres y de los ángeles te alaben y glorifiquen eternamente.

 

Jaculatoria: Viva el Inmaculado Corazón de María y sea de todos amado.

 

Propósito: Durante este día, vivir unidos al Corazón de María, preguntando: ¿Cómo viviría ella esto que está sucediendo, cómo se comportaría, como serían sus palabras, etc? 

 

 

PARA FINALIZAR

Unidos al Ángel de la Paz, a los santos pastorcitos de Fátima, Francisco y Jacinta, a las almas humildes y reparadoras, digamos:

 

Dios mío, yo creo, adoro, espero y os amo.

Os pido perdón por los que no creen, no adoran,

no esperan y no os aman. (3 veces)

***

Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo,

os adoro profundamente

y os ofrezco

el preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad

de Nuestro Señor Jesucristo,

presente en todos los sagrarios de la tierra,

en reparación de los ultrajes,

sacrilegios e indiferencias

con que El mismo es ofendido.

Y por los méritos infinitos de su Sacratísimo Corazón

y del Corazón Inmaculado de María,

os pido la conversión de los pobres pecadores.

***

Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.

Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.

Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.

San Juan Eudes y todos los santos amantes de los Sagrados Corazones, rogad por nosotros.

Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.

***

¡Querido hermano, si te ha gustado esta meditación, compártela con tus familiares y amigos!

***

Ave María Purísima, sin pecado concebida.