sábado, 31 de agosto de 2024

PRIMERA MEDITACIÓ: Nada somos. MEDITACIONES SOBRE LA HUMILDAD Y COLOQUIOS INTERIORES DEL CRISTIANO CON SU DIOS. San Juan Eudes

 


PRIMERA MEDITACIÓN

Nada somos

 

MEDITACIONES SOBRE LA HUMILDAD

Y COLOQUIOS INTERIORES DEL CRISTIANO CON SU DIOS

San Juan Eudes

 

Para comenzar cada día:

+Por la señal de la Santa Cruz, de nuestro enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Poniéndonos en la presencia de Dios, digamos la siguiente oración:

 

Profesión de Humildad

 

Señor Jesucristo, nada somos,

nada podemos ni valemos,

nada tenemos a no ser nuestros pecados.

Somos siervos inútiles, nacidos en la enemistad,

últimos de los hombres,

primeros de los pecadores.

Sea para nosotros la vergüenza y la confusión,

y para ti, la gloria y el honor por siempre jamás.

Señor Jesucristo, compadécete de nosotros. Amén.

 

PRIMERA MEDITACIÓN

Nada somos

 

Primer punto: Dios es el Ser soberano

Adoremos a Dios al pronunciar estas divinas palabras: «Yo soy el que soy» Ex 3, 14. Supliquémosle nos las haga comprender y aprovechar la verdad que encierran, ya que toda palabra de Dios está llena de luz y de virtud: de luz, para iluminar nuestra mente, y de virtud, para operar en nuestro corazón efectos admirables de santificación y de gracia acordes con su significado.

Consideremos que sólo Dios es digno del ser, y que, propiamente hablando, sólo él existe: «Fíjense que sólo Yo existo». Dt 32,39. Porque todo otro ser, cualquiera que sea no sólo es indigno de existir, pero ni siquiera merece ser ante Dios: “Todo otro ser, sea el que sea, ante él no merece existir sino que para él no cuentan” Is 40,17. Su ser es un ser eterno, sin principio ni fin; es un ser inmenso, que todo lo llena; inmutable, que nunca puede variar; infinito, lleno, por ende, de infinidad de perfecciones; infinitamente feliz, rico y glorioso; soberano e independiente; un ser que es fuente y origen de todo ser; ser a quien todo otro ser creado en el cielo, en la tierra y en el infierno debe serle atribuido como a su principio, y ha de rendirle honor, homenaje, admiración y sacrificio de sí propio como al Ser soberano de todos los seres.

Regocijémonos de que Dios sea quien es: «Comparezcan jubilosos en su presencia porque el Señor es el único Dios» Sal 100, 2.

Adorémoslo, bendigámoslo, glorifiquémosle; refirámosle, ofrezcámosle y sacrifiquémosle nuestro ser, y el de todos los seres, de los hombres, los ángeles, de las creaturas inanimadas y aún el de los demonios y condenados.

 

Segundo punto: homenajes debidos a Dios por las criaturas

 

Consideremos puesto que Dios sólo es el que es, y que todo cuanto existe fuera de él, nada es en su presencia, que no hay sino Dios solo que merezca ser mirado, estimado, amado, deseado y honrado; y que no deberíamos tener ni espíritu ni corazón, ni pensamiento, ni afecto, ni ojos, ni lengua, ni manos para todo lo demás: y que, sin embargo, no hay nada que sea menos apreciado, amado, deseado y buscado; nada, en quien menos se piense, de quien tan poco se hable, y por quien tan poco se trabaje, como Dios; y que, lo que nada es, o sea, la nada de las cosas creadas, es más estimado, deseado y buscado que aquél que lo es todo; y que se piense mucho más, y que mucho más se hable y se trabaje por la nada, que por ese gran todo.

Humillémonos de que nosotros también hayamos sido de los que así han preferido la nada al Todo; pidámosle perdón a este gran Todo; protestémosle no querer en lo sucesivo apreciar nadie más que a Él en todo y roguémosle que destruya y aniquile toda cosa y a nosotros mismos ante El, a fin de que Él sea para nosotros en lo sucesivo el Todo en todo.

 

Tercer punto: Desprecio que los pecadores hacen de Dios

 

Consideremos cómo los pecadores aniquilan a aquél que es, de diversas maneras:

1) Los ateos intelectuales lo aniquilan, afirmando que no hay Dios: «Dijo el insensato en el fondo de su corazón: No hay Dios» (Sal 14, 1; 53,1).

2) Los ateos prácticos, con su vida y sus depravadas costumbres lo aniquilan, viviendo y comportándose como si no creyeran en su existencia.

3) Todos los que pecan mortalmente lo aniquilan, puesto que destruyen su soberanía, negándole su dependencia; aniquilan su voluntad anteponiendo a la divina la suya propia; aniquilan su sabiduría, deseando que él ignore sus crímenes; aniquilan su justicia, anhelando que no tenga voluntad para castigarlos; aniquilan su poder, deseando que sea incapaz de hacerlo; aniquilan su providencia, tratando de persuadirse de que él no se preocupa de las cosas de la tierra. Es así como nosotros hemos aniquilado a Dios al ofenderlo gravemente.

Pidámosle perdón, y en reparación, anonadémonos en lo posible en nuestro propio espíritu y en el de los demás. Busquemos mil ingeniosas modalidades para rebajarnos con diversas prácticas de humildad, y supliquémosle que se valga él mismo de todo su poder y bondad para aniquilarnos, y para imprimir en nuestros corazones una gran estima y afecto por la nada, de suerte que nuestra mayor ambición consista en no ser nada, en este mundo, y que Dios en él lo sea todo. «Omnia in ómnibus».

 

Oración jaculatoria: Señor Jesucristo, somos nada.

 

Para finalizar cada día:

 

LETANÍAS DE LA HUMILDAD

Venerable Cardenal Merry del Val

 

Jesús manso y humilde de corazón, óyeme.

 

Del deseo de ser lisonjeado, líbrame Jesús

Del deseo de ser alabado, líbrame Jesús

Del deseo de ser honrado, líbrame Jesús

Del deseo de ser aplaudido, líbrame Jesús

Del deseo de ser preferido a otros, líbrame Jesús

Del deseo de ser consultado, líbrame Jesús

Del deseo de ser aceptado, líbrame Jesús

 

Del temor de ser humillado, líbrame Jesús

Del temor de ser despreciado, líbrame Jesús

Del temor de ser reprendido, líbrame Jesús

Del temor de ser calumniado, líbrame Jesús

Del temor de ser olvidado, líbrame Jesús

Del temor de ser puesto en ridículo, líbrame Jesús

Del temor de ser injuriado, líbrame Jesús

Del temor de ser juzgado con malicia, líbrame Jesús

 

Que otros sean más estimados que yo. Jesús dame la gracia de desearlo

Que otros crezcan en la opinión del mundo y yo me eclipse. Jesús dame la gracia de desearlo

Que otros sean alabados y de mí no se haga caso. Jesús dame la gracia de desearlo

Que otros sean empleados en cargos y a mí se me juzgue inútil. Jesús dame la gracia de desearlo

Que otros sean preferidos a mí en todo. Jesús dame la gracia de desearlo

Que los demás sean más santos que yo con tal que yo sea todo lo santo que pueda. Jesús dame la gracia de desearlo

 

Oración:

Oh Jesús que, siendo Dios, te humillaste hasta la muerte, y muerte de cruz, para ser ejemplo perenne que confunda nuestro orgullo y amor propio. Concédenos la gracia de aprender y practicar tu ejemplo, para que humillándonos como corresponde a nuestra miseria aquí en la tierra, podamos ser ensalzados hasta gozar eternamente de ti en el cielo. Amén.

 

***

Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.

Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.

Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.

San Juan Eudes, ruega por nosotros.

Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.

***

¡Querido hermano, si te ha gustado esta meditación, compártela con tus familiares y amigos!

***

Ave María Purísima, sin pecado concebida.

SON INSTRUIDOS Y ENVIADOS A PREDICAR LOS APÓSTOLES. DOMINGO XV DESPUÉS DE PENTECOSTÉS.

 


SON INSTRUIDOS Y ENVIADOS A

PREDICAR LOS APÓSTOLES.

DOMINGO XV DESPUÉS DE PENTECOSTÉS.


 

MEDITACIONES

PARA EL TIEMPO

DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

DE LA OBRA “VIDA Y DOCTRINA DE JESUCRISTO

SACADA DE LOS CUATRO EVANGELISTAS

Y DISTRIBUIDA EN MATERIA DE MEDITACIÓN

PARA TODOS LOS DÍAS” DEL P. NICOLÁS AVANCINI

 

 

ORACIÓN PARA COMENZAR

TODOS LOS DÍAS:

 

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Poniéndonos en la presencia de Dios, adoremos su majestad infinita, y digamos con humildad:

  

 “Omnipotente Dios y Señor y Padre mío amorosísimo, yo creo que por razón de tu inmensidad estás aquí presente en todo lugar, que estás aquí, dentro de mí, en medio de mi corazón, viendo los más ocultos pensamientos y afectos de mi alma, sin poder esconderme de tus divinos ojos.

    Te adoro con la más profunda humildad y reverencia, desde el abismo de mi miseria y de mi nada, y os pido perdón de todos mis pecados que detesto con toda mi alma, y os pido gracias para hacer con provecho esta meditación que ofrezco a vuestra mayor gloria… ¡Oh Padre eterno! Por Jesús, por María, por José y todos los santos enseñadme a orar para conocerme y conoceros, para amaros siempre y haceros siempre amar. Amén.”

 

Se meditan los tres puntos dispuestos para cada día.

 

DOMINGO XV DESPUÉS DE PENTECOSTÉS.

SON INSTRUIDOS Y ENVIADOS A

PREDICAR LOS APÓSTOLES.

 

1. Yendo, predicad, diciendo: se acercó a vosotros el reino de los cielos (1). Esta es la materia que se ha de tratar con los prójimos. En todas partes el reino de Dios inspira los medios que conducen a su logro. Corta aquellas inútiles conversaciones que disipan el espíritu, que agravan tu conciencia, en que gastas el tiempo inútilmente, y no edificas al prójimo. Mas, para hacer esto con él, acostúmbrate primero a hacerlo contigo. Incúlcate a ti mismo el reino de Dios con las meditaciones, en las pláticas domésticas.

2.- Curad los enfermos (2) con espirituales consuelos. A los muertos a Dios por el pecado, resucitadlos o con la exhortación, o con la absolución. A los leprosos, que inficionan a otros, o con la doctrina, o con el ejemplo, limpiadlos, induciéndolos a penitencia. A los demonios, las malas costumbres, los vicios públicos, echadlos y curadlos, para que ninguno peque sin castigo. Lo que habéis recibido de gracia, dadlo graciosamente, no buscando vuestras comodidades. Examina si lo has hecho así con el prójimo, o ¿acaso no te pide esto a ti tu vocación apostólica? * Repare cualquiera cristiano, si lo hace así con la familia, con los compañeros, con todo prójimo, con la palabra, con el ejemplo, etc.

3.- No llevéis cosa en los caminos, ni una vara (3), que os sirva para defenderos contra cualquiera violencia, ni mochila en que llevéis provisión, ni aún pan para remediar la necesidad más precisa, ni dinero, ni dos túnicas para esplendor y fausto. Así trata Dios a sus mayores amigos, a quienes quiere unidos consigo íntimamente, y por eso apartados del todo del cuidado y afecto de las cosas de la tierra. Nunca te unirás a Dios, si no te abstraes de las criaturas. ¡Oh miserable! ¡para qué te unes y llegas tanto a estas que despedazan y acaban!

 

(1) Matth., 10. (2) Ibid. (3) Luc., 9.

 

ORACIÓN PARA FINALIZAR

TODOS LOS DÍAS:

Os doy gracias, Dios mío, por los buenos pensamientos, afectos y propósitos que me habéis inspirado en este rato de oración…

Todo os lo ofrezco a vuestra mayor honra y gloria… y os pido gracia eficaz para ponerlos por obra…

¡Oh Padre Eterno! Por Jesús, por María, por José y Teresa de Jesús dadme gracia ahora y siempre para cumplir en todas las cosas vuestra santísima voluntad. Amen."

 

Padrenuestro, Avemaría y Gloria

***

Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.

Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.

Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.

Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros. 

***

¡Querido hermano, si te ha gustado esta meditación, compártela con tus familiares y amigos!

***

Ave María Purísima, sin pecado concebida.

 

1 de septiembre. SAN GIL Y MEDITACIÓN SOBRE EL CONOCIMIENTO DE LA PROPIA NADA


1 de septiembre

SAN GIL, Abad

Quien se ensalza será humillado
y quien se humilla será ensalzado.
(Lucas 14, 11)

San Gil abandonó Grecia, su patria, para sustraerse a los honores que le atraían sus virtudes y sus milagros, y fue a la Provenza a pedir un asilo a su humildad. Perseguido, allí también, por la veneración de los pueblos, resolvió retirarse a un desierto. “Puesto que los hombres se obstinan, dijo, en rodearme de respeto, iré a vivir entre las fieras”. Encontró en una roca una cierva que le proporcionó leche. Habiéndolo herido los cazadores del rey por tirar sus flechas sobre ella, no dejó el santo le pusieran nada sobre su llaga a fin de sufrir y merecer más. El rey le hizo edificar un monasterio donde murió santamente en el año 712.

MEDITACIÓN SOBRE EL CONOCIMIENTO DE LA PROPIA NADA

I. Considera que por ti mismo nada eres y que todavía estarías sepultado en la nada, si Dios, por un puro efecto de bondad, no te hubiera llamado a la existencia. Considera, en segundo lugar, que tus pecados han merecido el infierno, y ya estarías en él, si Dios no hubiera tenido misericordia de ti. ¿Por qué, pues, te quejas, si se te niegan los honores que ambicionas? Se te hace justicia tratándote de este modo. ¡Oh hombre! conoce tu nada y tu malicia. El más hermoso y el más útil de todos los conocimientos es el de sí mismo; por él se llega al conocimiento de Dios (San Clemente de Alejandría).

II. De estos dos principios, que son la base de la verdadera humildad, hay que extraer dos conclusiones: la primera, que debes recibir con alegría todas las humillaciones que te acaezcan, porque no se te podría estimar menos, ni tú colocarte más bajo de lo que mereces; la segunda, que debes tener horror por los honores que se te tributen, porque sabes que no eres digno de ellos. Este pensamiento debe llevarte a evitar todas las ocasiones en las que preveas que se te honrará: debe moverte a cerrar los ojos sobre tus virtudes y tus méritos, para no considerar sino tu nada y tus pecados. Los santos ignoran las virtudes de que dan ejemplo (San Gregorio).

III. En fin, cuando así te humillares no te imagines que has hecho gran cosa. Digas lo que digas para humillarte, nunca dirás más que la verdad; y todavía no la dirás enteramente. Hagas lo que hagas no harás más que tu deber y siempre serás un servidor inútil.

La humildad.
Orad por vuestros superiores.

ORACIÓN

Haced, os lo suplicamos, Señor, que la intercesión del santo abad Gil nos torne agradables a vuestra Majestad, a fin de que obtengamos por sus ruegos lo que no podemos esperar de nuestros méritos. Por J. C. N. S. Amen

viernes, 30 de agosto de 2024

DÍA 31. CUATRO OBLIGACIONES PARA CON EL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA. MES EN HONOR DEL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA

 


DÍA 31.

CUATRO OBLIGACIONES PARA CON EL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA

MES EN HONOR DEL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA

CON SAN JUAN EUDES

 

ORACIÓN PARA COMENZAR

TODOS LOS DÍAS:

 

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Poniéndonos en la presencia de Dios, adoremos su majestad infinita, y digamos con humildad:

 

Oración inicial inspirada en la de san Juan Eudes

Oh Jesús, Hijo único de Dios, Hijo único de María, quiero conocer y amar más y mejor el Corazón Inmaculado de tu Madre, obra que sobrepasa infinitamente mi capacidad. La he emprendido por tu amor y por el amor de tu dignísima Madre, apoyado en la confianza que tengo en el Hijo y en la caridad de la Madre. Tú sabes, Salvador mío, que solo pretendo agradarte y rendir a ti y a tu divina Madre un pequeño tributo de gratitud por las misericordias que he recibido de tu Corazón paternal, por intermediación de su benignísimo Corazón. Ves igualmente que de mí mismo solo soy un abismo de indignidad, de incapacidad, de tinieblas, de ignorancia y de pecado. Por ello, renuncio de todo corazón a todo lo mío; me doy a tu divino espíritu y a tu santa luz; me entrego al amor inmenso que profesas a tu amadísima Madre; me doy al celo ardentísimo que tienes por su gloria y su honor. Toma posesión de mi entendimiento y anímalo; ilumina mis tinieblas; enciende mi corazón; conduce mis obras; bendice mi trabajo y que te plazca servirte de él para el acrecentamiento de tu gloria y del honor de tu bendita Madre; imprime finalmente en los corazones de los hombres la verdadera devoción al amabilísimo e inmaculado Corazón de María.

 

Se meditan los textos dispuestos para cada día.

DÍA 31.

CUATRO OBLIGACIONES PARA CON EL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA

De libro El Corazón Admirable de la Madre de Dios de san Juan Eudes.

 

Saludemos, pues, con san Cirilo, patriarca de Alejandría, a esta amabilísima María. Saludémosla con todo el corazón y digámosle:

Te saludo, santa Madre de Dios. Tú eres el más preciado tesoro de todo el universo.

¡Oh tesoro incomparable! ¡Oh Corazón admirable! ¡Oh bondad inefable de la amabilísima Trinidad, que nos ha dado este Corazón maravilloso y este tesoro inestimable, o digamos más bien, estos santísimos Corazones y estos riquísimos tesoros! Son cuatro Corazones y cuatro tesoros que poseemos: el Corazón adorable del Padre eterno, que es su Hijo Jesús; lo tenemos en la santa Eucaristía; el amable Corazón de este mismo Jesús que tenemos en las santas reliquias; el Corazón del Espíritu Santo que tenemos en las Sagradas Escrituras; y el benignísimo Corazón de la Madre de Dios. ¡Cuánto amor debemos tener al Sacramento de amor! ¡Qué respeto a las sagradas reliquias! ¡Cuánta veneración a las Sagradas Escrituras! ¡Qué devoción y cuánta ternura al muy bondadoso Corazón de nuestra amadísima Madre!

¡Oh, de cuánta riqueza disfrutamos por la posesión de esos cuatros grandes tesoros, especialmente del primero y del último, o sea del divino Corazón de Jesús y del santísimo Corazón de María! Ciertamente tenemos con qué pagar nuestras deudas y con qué satisfacer a todas nuestras obligaciones. Cargamos, en efecto, con cuatro valiosas deudas y con cuatro grandes obligaciones.

En primer lugar, debemos adorar y glorificar a la santísima Trinidad en todas sus grandezas y en todo lo que es, tanto en ella misma cuanto en las criaturas. Para satisfacer a esta obligación, ofrezcámosle todas las adoraciones, honores, y glorias que le fueron, le son y le serán dadas por el muy digno Corazón de Jesús y María.

En segundo lugar, debemos dar gracias a la divina bondad por infinidad de beneficios que hemos recibimos y recibimos de su generosa mano. Para pagar esta deuda ofrezcámosle todas las alabanzas y acciones de gracias que ha recibido y recibirá por siempre del Corazón agradecido de Jesús y María.

En tercer lugar, tenemos obligaciones infinitas de amar a Dios de todo nuestro corazón, de toda nuestra alma, de todas nuestras fuerzas, tanto por ser él todo amor en sí mismo y respecto de sí mismo, como por ser todo corazón y todo amor a nosotros. Sin embargo no hemos comenzado aún a amarlo como es debido. Para pagar esta deuda y para satisfacer esta falta, ofrezcamos al Padre eterno el divino Corazón de su Hijo que es todo amor a él y del todo encendido de amor digno de él. Ofrezcamos a Jesús el santísimo Corazón de su divina Madre que está transformado por entero en amor a él y que tiene más amor por él que todos los corazones de los ángeles y de los santos juntos.

En cuarto lugar, tenemos obligación de satisfacer a la justicia divina por nuestros incontables pecados, ofensas y negligencias. Para quedar a paz y salvo de esta obligación ofrezcámosle los sufrimientos, angustias y padecimientos que el muy buen Corazón de Jesús y María soportó en este mundo por amor nuestro. Ofrezcámonos también para sufrir todo lo que le plazca por su amor.

Cuando nos encontremos en alguna necesidad o aprieto, sea corporal o espiritual, roguemos al Padre eterno, con profunda humildad y plena confianza, por intercesión del amabilísimo Corazón de su divina Madre, que nos conceda lo que pedimos, de la forma que les sea más de su agrado. Sin duda obtendremos lo que deseamos.

Cuando caigamos en tristeza o desolación, a fin de recuperar el gozo y el consuelo, pensemos que tenemos un tesoro que contiene riquezas inestimables; que ese tesoro es el santísimo Corazón de la bienaventurada Virgen, y que en ese Corazón hay más amor y afecto por nosotros como no lo hay en los corazones de los padres y madres que ha habido, hay y habrá; incluso más que en los corazones de los ángeles y de los santos. ¡Oh qué motivo de gozo y consuelo tenemos! Ciertamente si conociéramos bien el amor, las riquezas y ternuras que se dan por nosotros en este amabilísimo Corazón de nuestra muy buena Madre moriríamos de felicidad.

 

Jaculatoria: Hagamos cotidiana la oración que el Ángel de la Paz enseñó a los pastorcitos de Fátima: Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo, os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los sagrarios de la tierra, y en reparación de los  ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los que Él es ofendido. Y por los méritos infinitos del Sacratísimo Corazón y del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores.

 

Propósito: Hacer los 5 primeros sábados de mes como la Virgen pidió en Fátima, ofreciendo la confesión y comunión, el rezo del rosario y la meditación de los misterios del rosario durante 15 minutos en reparación al Inmaculado Corazón.

 

 

PARA FINALIZAR

Unidos al Ángel de la Paz, a los santos pastorcitos de Fátima, Francisco y Jacinta, a las almas humildes y reparadoras, digamos:

 

Dios mío, yo creo, adoro, espero y os amo.

Os pido perdón por los que no creen, no adoran,

no esperan y no os aman. (3 veces)

***

Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo,

os adoro profundamente

y os ofrezco

el preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad

de Nuestro Señor Jesucristo,

presente en todos los sagrarios de la tierra,

en reparación de los ultrajes,

sacrilegios e indiferencias

con que El mismo es ofendido.

Y por los méritos infinitos de su Sacratísimo Corazón

y del Corazón Inmaculado de María,

os pido la conversión de los pobres pecadores.

***

Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.

Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.

Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.

San Juan Eudes y todos los santos amantes de los Sagrados Corazones, rogad por nosotros.

Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.

***

¡Querido hermano, si te ha gustado esta meditación, compártela con tus familiares y amigos!

***

Ave María Purísima, sin pecado concebida.