MEDITACIONES PARA EL EJERCICIO DEL VIA CRUCIS
De la obra “Lirio Celeste. Colección de Prácticas Piadosas y Devotas Oraciones para la Santificación de las Almas.” 1895
Por la señal de la Santa Cruz
de nuestros enemigos,
líbranos Señor, Dios nuestro.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén
ACTO DE CONTRICCIÓN
¡Señor mío, Jesucristo! Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón de haberos ofendido; también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno. Ayudado de vuestra divina gracia propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta. Amén.
Al principio de cada estación se dice:
V/. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos
R/. Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.
Según el lugar, es costumbre besar la tierra, genuflectar o besar la cruz si se lleva consigo. Se lee lo propio de cada estación.
Y al final de cada estación:
V/. Señor, pequé.
R/. Tened piedad y misericordia de mí y de todos los pecadores.
V/. Bendita y alabada sea la Pasión y Muerte de nuestro Señor Jesucristo
R/. Y los Dolores de su Santísima Madre al pie de la cruz.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
PRIMERA ESTACIÓN
JESÚS ES CONDENADO A MUERTE
Considera, alma perdida
Que en aqueste paso fuerte
Dieron sentencia de muerte
Al Redentor de la vida.
Considera, alma, en esta primera estación, que es la casa de Pilatos donde fue rigorosamente azotado el redentor del mundo, coronado de espinas y sentenciado a muerte. Respóndese: Alabado seáis mi Dios.
SÚPLICA
¡Oh suavísimo Jesús! Que quisiste ser tenido como vil esclavo delante del sacrílego pueblo, esperando la sentencia de muerte que contra Ti daba el tirano juez: suplícote, Señor Mío, que por esta mansedumbre tuya mortifique yo mi soberbia, para que sufriendo con humildad las afrentas de esta vida, logre gozarte en la Eterna Gloria. Amén.
SEGUNDA ESTACIÓN
JESÚS CARGA CON LA GRUZ
Pecador, mira a Jesús
Con la Cruz que le has cargado,
Que te dice lastimado:
Tus pecados son mi Cruz.
Considera, alma, en esta segunda estación, como es el lugar donde a nuestro amado Jesús le pusieron en sus lastimados hombros el grave peso de la Cruz. Respóndese: Alabado seáis mi Dios.
SÚPLICA
¡Oh Rey Supremo de los Cielos! Que sufriste ser entregado a la voluntad de los Judíos para ser cruelmente atormentado, y recibiste el grave peso de la Cruz: Ruégote, pues, Señor, tome gustoso la Cruz de la penitencia, para que te vea siempre en el Cielo. Amén.
TERCERA ESTACIÓN
JESÚS CAE POR PRIMERA VEZ
El que a los cielos crio
Y a la tierra le dio el ser,
Por tu amor quiso caer
Al tercer paso que dio.
Considera, alma, en esta tercera estación, como es el lugar, donde caminando el Señor con la Cruz a cuestas, gimiendo y suspirando, cayó en tierra, y debajo de la Santa Cruz. Respóndese: Alabado seáis mi Dios.
SÚPLICA
¡Oh amabilísimo Jesús! Que fatigado con la cruz te obligó a caer en tierra el grave peso de ella, para que conociésemos la gravedad de nuestros pecados figurados en este madero: Ruego a tu clemencia Divina que me levante de la culpa, y que esté siempre firme en el cumplimiento de tus mandamientos. Amén.
CUARTA ESTACIÓN
JESÚS SE ENCUENTRA CON SU MADRE CAMINO DE LA CRUZ
En este sitio sagrado
La Madre más excelente
Con dolor muy vehemente
Abraza a su Hijo amado.
Considera, alma, en esta cuarta estación, como es el lugar donde caminando el Señor con la Cruz a cuestas se encontró con su Santísima Madre, triste y afligida en la Calle de la Amargura. Respóndese: Alabado seáis mi Dios.
SÚPLICA
¡Oh Señora, la más afligida de las mujeres! Por el cruel dolor que traspasó tu corazón mirando a Jesús, Tu Hijo, afeado su rostro, denegrido su cuerpo y hecho oprobio de los hombres: Te ruego, Madre afligida, que pues fui la causa de tus dolores, los llore amargamente. Amén.
QUINTA ESTACIÓN
EL CIRENEO AYUDA A JESÚS A LLEVAR LA CRUZ
Por cumplir su mal deseo,
Aquella perversa gente,
Dan al Cordero inocente,
Por su ayuda un Cirineo.
Considera, alma, en esta quinta estación, como es el lugar donde alquilaron a Simón Cirineo para que ayudase a llevar la Cruz a nuestro Redentor, temiendo no se les muriese en el camino por el peso grande de la Cruz. Respóndese: Alabado seáis mi Dios.
SÚPLICA
¡Oh amantísimo Jesús! Pues por mi amor llevaste la muy pesada Cruz, y quisiste que en persona del Cirineo te ayudásemos a llevarla: Te suplico, Señor, me abrace con la Cruz de la abnegación de mí mismo, para que siguiendo tus pasos consiga los Eternos Gozos. Amén.
SEXTA ESTACIÓN
LA VERÓNICA ENJUGA EL ROSTRO DE JESÚS
Imita la compasión
De la Verónica y su manto
Si de Cristo el Rostro Santo
Quieres en tu corazón.
Considera, alma, en esta sexta estación como es el lugar donde salió la Mujer Verónica, que viendo al Señor fatigado y su rostro oscurecido con el sudor, polvo, salivas y bofetadas que le dieron, se quitó un lienzo con que le limpió. Respóndese: Alabado seáis mi Dios.
SÚPLICA
¡Oh hermosísimo Jesús! Que siendo afeado tu rostro con las inmundas salivas, te limpió el sudor aquella piadosa mujer con las tocas de su cabeza, y quedó impreso en ellas: Te suplico, Señor, que estampes en mi alma la imagen de tu Santísimo Rostro, y me des tu favor para conservarla siempre. Amén.
SÉPTIMA ESTACIÓN
JESÚS CAE POR SEGUNDA VEZ
La gravedad de tu ofensa
Segunda vez con exceso
Rindió a tierra con el peso
A la Majestad inmensa.
Considera, alma, en esta séptima estación, como es el lugar de la puerta judiciaria, donde cayó el Señor segunda vez por habérsele hecho en el hombro una llaga muy grande y mortal. Respóndese: Alabado seáis mi Dios.
SÚPLICA
¡Oh Santísimo Jesús! Que por la fatiga grande de tu delicado cuerpo, caíste segunda vez con la Cruz; te suplico, Señor, me hagas conocer el inmenso peso que tienen mis pecados, y dame tu gracia, para que no me arrastren a la Eterna Pena. Amén.
OCTAVA ESTACIÓN
JESÚS CONSUELA A LAS MUJERES DE JERUSALÉN
Abrasado en caridad,
Aquí dijo el sumo Bien:
Hijas de Jerusalén,
Sobre vosotras llorad.
Considera, alma, en esta octava estación, como es el lugar donde unas piadosas mujeres, viendo al Señor que le llevaban a crucificar, lloraron amargamente de verle tan injuriado. Respóndese: Alabado seáis mi Dios.
SÚPLICA
¡Oh Maestro Soberano! Que viendo a las piadosas mujeres que se dolían de tus trabajos, las enseñaste a que llorasen por sí y por sus culpas: concédeme, Señor mío, que con fervorosas lágrimas de contrición lave mis pecados, para que esté siempre en tu amistad y gracia. Amén.
NOVENA ESTACIÓN
JESÚS CAE POR TERCERA VEZ
Pecador, anda advertido,
Pues llevando tu pecado
Mira como me has cargado,
Que tres veces he caído.
Considera, alma, en esta novena estación, como es el lugar donde cayó el Señor tercera vez en tierra, hasta llegar con su santa boca al suelo, y queriéndose levantar no pudo, antes volvió a caer de nuevo. Respóndese: Alabado seáis mi Dios.
SÚPLICA
¡Oh benignísimo Jesús! Que sufriste atropellaran tu divina persona, con que te hicieron tercera vez dar en tierra con la cruz; suplícote, Dios mío, que sufra las injurias de mis enemigos, y que, teniendo paciencia en mis trabajos, te goce en los contentos eternos. Amén.
DECIMA ESTACION
JESÚS ES DESPOJADO DE SUS VESTIDURAS
Aquí, desnudo y sangriento,
Cristo la mirra gustó
Y el beberla rehusó
Por no aliviar su tormento.
Considera, alma, en esta décima estación, como es el lugar donde habiendo llegado el Señor al monte Calvario, le desnudaron y le dieron a beber vino mirrado con hiel. Respóndese: Alabado seáis mi Dios.
SÚPLICA
¡Oh pacientísimo Jesús! Pues sufriste te quitasen tus vestiduras, quedando desnudo delante de todos: Te ruego, Señor, por estos dolores, y por él que sentiste cuando te ofrecieron el vino mezclado con hiel, que no beba yo los deleites que, mezclados con hiel de culpa, me ofrece el mundo.
UNDÉCIMA ESTACIÓN
JESÚS ES CLAVADO EN LA CRUZ
Aquí fue en la cruz clavado,
Rotas sus manos y pies;
Pecador que así lo ves,
¿Cómo abrazas el pecado?
Considera, alma, en esta undécima estación, como es el lugar donde fue clavado el Señor: y oyendo su Santísima Madre el primer golpe de martillo, quedó como muerta de dolor, y le volvieron a poner la corona de espinas con gran crueldad y fiereza. Respóndese: Alabado seáis mi Dios.
SÚPLICA
¡Oh clementísimo Jesús! Pues sufriste ser extendido en la cruz, y que clavasen tus pies y manos en ella: te ruego, Señor mío, que por tu inefable caridad, no extienda yo mis pies y manos a maldad alguna, sino antes viva crucificado en tu santo servicio.
DUODÉCIMA ESTACIÓN
JESÚS MUERE EN LA CRUZ
Ni los clavos ni el madero
Me tiene aquí clavado,
Sino solo tu pecado
Y lo mucho que te quiero.
Considera, alma, en esta duodécima estación, como es el lugar donde, ya crucificado el Señor, le dejaron caer de golpe en el agujero de una peña. Respóndese: Alabado seáis mi Dios.
SÚPLICA
¡Oh divino Jesús! Que crucificado entre dos ladrones fuiste levantado en alto a vista de todo el mundo y padeciste tormentos insufribles: ruégote, Señor mío, que sanes mi alma, y que sólo a Ti ame, a Ti quiera y por Ti muera. Amén.
DECIMOTERCERA ESTACIÓN
JESÚS ES BAJADO DE LA CRUZ
Y PUESTO EN BRAZOS DE SU MADRE
Aquí a Cristo desclavaron,
Y en los brazos de su Madre
La misma hechura del Padre
A la Virgen le entregaron.
Considera, alma, en esta decimotercera estación, como es el lugar en donde José y Nicodemo bajaron el Santo Cuerpo de la cruz, y lo pusieron en brazos de la Santísima Virgen. Respóndese: Alabado seáis mi Dios.
SÚPLICA
¡Oh Madre de Misericordia! Por aquellas penas que padeciste cuando pusieron a tu amado Hijo en tus brazos y fue ungido por Ti: te suplico me alcances un grande dolor de haberle ofendido, y compasión de tus muchas penas. Amén.
DECIMOCUARTA Y ULTIMA ESTACIÓN
JESÚS ES SEPULTADO
Pecador, detén tu afán,
Que en este sepulcro yace
Dios Hombre, que satisface
Por el pecado de Adán.
Contempla, alma, en esta última estación, como es el lugar en donde la Virgen María, Señora nuestra, puso el cuerpo de su querido Hijo en el Santo Sepulcro. Respóndese: Alabado seáis mi Dios.
SÚPLICA
¡Oh purísima Señora! Por la grande pena que recibiste cuando quitaron de tus brazos a tu soberano Hijo y le pusieron en el Santo Sepulcro: te suplico me alcances de su Divina Majestad ablande mi duro corazón, y coloque en él un amor grande, para amarle y servirle. Amén.
Para ganar la indulgencia concedida al rezo del Viacrucis, por las intenciones del Papa.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria
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De la obra “LIRIO CELESTE. Colección de Prácticas Piadosas y Devotas Oraciones para la Santificación de las Almas. “ MILAN G. MAURI Y C., C/ Vigentina, 54. Aprobado por: LA REV.ma CURIA ARZOBISPAL DE MILAN. Bergamo, 1895.
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INDULGENCIA PLENARIA DEL VIERNES SANTO AL BESAR LA CRUZ Y DIARIA POR EL REZO DEL VIACRUCIS
Se concede indulgencia plenaria al fiel cristiano que:
1. el Viernes Santo de la Pasión y Muerte del Señor asista piadosamente a la adoración de la cruz en la solemne Acción litúrgica.
2. practique el piadoso ejercicio del Vía Crucis o se una piadosamente al que practica el Sumo Pontífice y que es retransmitido por la radio o la televisión.
Con el piadoso ejercicio del Vía Crucis se actualiza el recuerdo de los sufrimientos que soportó el divino Redentor en el camino desde el pretorio de Pilato, donde fue condenado a muerte, hasta el monte de la Calavera o Calvario, donde murió en la cruz por nuestra salvación.
Para ganar indulgencia plenaria se establece lo siguiente:
1. El piadoso ejercicio debe practicarse ante las estaciones del Vía Crucis legítimamente erigidas.
2. Para erigir el Vía Crucis se requieren catorce cruces, a las que provechosamente se acostumbra añadir otros tantos cuadros o imágenes que representan las estaciones de Jerusalén.
3. Según la costumbre más extendida, este piadoso ejercicio consta de catorce lecturas piadosas, a las que se añaden algunas oraciones vocales. No obstante, para realizar este piadoso ejercicio, se requiere únicamente la piadosa meditación de la Pasión y Muerte del Señor, sin que sea necesaria una consideración sobre cada uno de los misterios de las estaciones.
4. Se requiere el paso de una estación a otra. Si el piadoso ejercicio se practica públicamente y el movimiento de todos los presentes no puede efectuarse sin evitar el desorden, basta con que quien dirige el ejercicio se traslade a cada estación, sin que los demás se muevan de su lugar.
5. Los que están legítimamente impedidos pueden ganar la misma indulgencia, si al menos por un tiempo, por ejemplo, un cuarto de hora, se dedican a la piadosa lectura y meditación de la Pasión y Muerte del Señor Jesucristo.
6. Al piadoso ejercicio del Vía Crucis se asimilan, también en lo que se refiere a la consecución de la indulgencia, otros piadosos ejercicios, aprobados por la autoridad competente, en los que se recuerda la Pasión y Muerte del Señor, manteniendo las dichas catorce estaciones.
7. Entre los Orientales, donde no hay costumbre de practicar este piadoso ejercicio, los patriarcas podrán establecer, para ganar esta indulgencia, otro piadoso ejercicio en recuerdo de la Pasión y Muerte de nuestro Señor Jesucristo.