1 de julio
PRECIOSÍSIMA SANGRE DE JESÚS
Dom Próspero Gueranger
LA SANGRE DEL CORAZÓN DE JESÚS. — El Viernes Santo escuchamos ya por vez primera este pasaje del discípulo amado. La Iglesia dolorida al pie de la Cruz, donde acababa de expirar su Señor, no tenía entonces lágrimas y lamentaciones suficientes. Hoy se conmueve con otros sentimientos, y el mismo pasaje que causaba sus lágrimas, la hace desbordarse ahora en antífonas de alegría y en cantos triunfales. Si queremos saber su causa, preguntémosla a los autorizados intérpretes a quienes ella misma quiso encargar nos diesen a conocer su pensamiento en este día. Nos dirán que la nueva Eva celebra hoy su nacimiento del costado del Esposo dormido; que, a partir del momento solemne en que el nuevo Adán permitió que la lanza del soldado abriese su Corazón, somos verdaderamente hueso de sus huesos y carne de su carne. No nos admiremos de que la Iglesia no vea en esta Sangre que se derrama, sino amor y vida. Y tú, oh alma, rebelde tanto tiempo a los llamamientos secretos de las gracias de elección, no te desconsueles; no digas: “¡El amor no es para mí!” Por muy lejos que haya podido llevarte el antiguo enemigo con sus funestas astucias, ¿no es verdad que no hay ningún lugar oculto, ni abismo siquiera, a donde no te hayan seguido los arroyos nacidos de la fuente sagrada? ¿Crees acaso que el largo trayecto que has querido imponer a su perseguimiento misericordioso, haya agotado su virtud? Haz la prueba; lo primero y báñate en estas ondas purificadoras; después haz beber a grandes tragos en el río de la vida a esa tu pobre alma fatigada; en fin, armándote de fe remonta el curso del río divino. Porque, si es verdad que, para llegar hasta ti, no se ha separado de su punto de partida, también es verdad que, haciendo esto, hallarás la fuente misma.