DÍA VIGÉSIMONOVENO
LA DEVOCIÓN A LA SANGRE DE JESÚS PRESERVA DEL PURGATORIO
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
ORACIÓN INCIAL PARA TODOS LOS DIAS
¡Oh Sangre Preciosísima de vida eterna!, precio y rescate de todo el universo, bebida y salud de nuestras almas, que protegéis continuamente la causa de los hombres ante el trono de la suprema misericordia, yo os adoro profundamente y quisiera compensar, en cuanto me fuese posible, las injurias y ultrajes que de continuo estáis recibiendo de las creaturas humanas y con especialidad de las que se atreven temerariamente a blasfemar de Vos. ¡Oh! ¿Quién no bendecirá esa Sangre de infinito valor? ¿Quién no se sentirá inflamado de amor a Jesús que la ha derramado? ¿Qué sería de mí si no hubiera sido rescatado con esa Sangre divina? ¿Quién la ha sacado de las venas de mi Señor Jesucristo hasta la última gota? ¡Ah! Nadie podía ser sino el amor. ¡Oh amor inmenso, que nos ha dado este bálsamo tan saludable! ¡Oh bálsamo inestimable, salido de la fuente de un amor inmenso! Haced que todos los corazones y todas las lenguas puedan alabaros, ensalzaros y daros gracias ahora, por siempre y por toda la eternidad. Amén.
DÍA VIGÉSIMONOVENO
CONSIDERACIÓN:
LA DEVOCIÓN A LA SANGRE DE JESÚS PRESERVA DEL PURGATORIO
I. Para evitar el Purgatorio es menester purificarse en vida de toda mancha; y eso obra en nosotros la devoción a la Preciosa Sangre. Pues, recibida esta en los Sacramentos, nos borra todos los pecados; además, si somos deudores ante la justicia divina de pena aún no satisfecha por los pecados cometidos, por la misma Sangre se nos perdona aquella, mediante las Indulgencias. Por esto, lávate en la Sangre divina, figurada en el agua con que Jesús purificó del polvo de las ligerezas los pies de los Apóstoles (San Buenaventura, Suplemento al sermón 28 de Eucaristía, n. 164), y tendrás parte en el Reino de Dios, y te librarás del Purgatorio.
II. Nos enseña San Pablo que por la Sangre de Jesús, mediante la fe, fueron
perdonados los pecados cometidos antes de la Redención. Por tanto los justos
anteriores a la Pasión del Salvador (instruidos por las profecías), tuvieron fe
en Él y su Sangre (Romanos III, 25. Martini, lugar citado). Ahora, dice Santo
Tomás que «cuando Jesús, después de muerto, bajó con su alma al Purgatorio,
libró de aquella penosa cárcel a los que habían tenido fe y devoción para con
su muerte. Lo que también sucede al presente (Santo Tomás, Suma Teológica,
parte III, L, .55, a. 8). Por esto Zacarías dice en sus profecías a Jesús:
«Mediante tu Sangre, has hecho salir a los tuyos que estaban prisioneros, del
lago que no tiene agua”, es decir, del Purgatorio, como lo explica San
Buenaventura (Zacarías IX, 11. San Buenaventura, Exposición de la Misa,
c. IV, en el memento de los muertos). Quien, por tanto, anhele una suerte tan
feliz, sea devoto de la Preciosa Sangre.
III. «La Iglesia, dice el seráfico doctor, por medio del celebrante
ruega por los difuntos “creyendo firmemente que la Preciosa Sangre de Cristo
sirve no sólo a los vivos, sino también para librar de las penas a los
muertos”» (Íbidem). Ofrezcamos, pues, esta Sangre en sufragio de ellos; con
esta Sangre lavemos nuestras almas con la más tierna devoción, y así nos
libraremos nosotros y libraremos a aquellos, del Purgatorio.
EJEMPLO
La sierva de Dios, Ana de Jesús, terciaria de la Santísima Trinidad, rezaba
siempre por su difunto marido delante de una cera bendita que aquel
acostumbraba a llevar consigo, y en el cual estaba estampado de un lado el Niño
Jesús abrazado a la cruz, y del otro, los instrumentos de la Pasión. Un día, en
medio del fervor de la oración, se le apareció el marido de rodillas, con la
mitad del cuerpo entre las llamas, y con las manos juntas, en actitud de pedir
misericordia. Vio después brotar de la imagen del Santo Niño una fuente de
Sangre que cayendo sobre aquel fuego lo apagaba (Alejandro de la Madre de Dios
OSST, Crónica de los trinitarios descalzos, p. III, libro IX, c. 12).
Con lo cual, el Señor le dio a conocer que su marido, por haber sido devoto de
la Pasión, en virtud de la Sangre Preciosa, volvería pronto al Cielo.
¡Bienaventurados, pues, los devotos de la Preciosa Sangre! quines también
después de la muerte, en el Purgatorio, experimentarán los favorables efectos
de tan saludable devoción.
Se medita y se pide lo que se desea conseguir.
OBSEQUIO: Meditando las siete efusiones de la Sangre Preciosa, rezad treinta y tres Pater Noster por las Ánimas del Purgatorio que en vida hayan sido más devotas de las mismas; a fin de que no sólo con la oración, sino también aplicándoles las Indulgencias anexas, podáis aportarles copioso sufragio.
JACULATORIA: Por vuestra Sangre,
Señor, las puertas del Cielo abridme cuando yo muera.
ORACIÓN PARA ESTE DÍA
Jesús mío, ¡quién sabe cuántos años, tal vez cuántos siglos he merecido el Purgatorio! ¿Cómo podré estar tanto tiempo entre aquellas acerbísimas penas y en medio de aquel ardentísimo fuego? ¡Oh Sangre Preciosísima de mi Salvador, si vuestra devoción tanto sirve para librar del Purgatorio, o al menos para abreviar su duración, quiero dedicarme a ella por entero! Deseo a menudo embriagarme de Vos en los Sacramentos, ganar las Indulgencia fundadas en Vuestro mérito y meditar las penas entre las cuales fuisteis derramada. ¡Ea! Purificadme Vos de toda mancha en esta vida, y abreviadme el Purgatorio. Sangre Preciosísima, tened compasión de las almas que allí están penando, ya que también por ellas habéis sido derramada. Apagad, pues, esas llamas que las devoran, y llevadlas pronto a bendeciros eternamente en el Cielo. Amén.