DÍA DECIMOTERCERO
LA SANGRE DE JESÚS NOS ENRIQUECE DE GRACIAS EN EL BAUTISMO
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
ORACIÓN INCIAL PARA TODOS LOS DIAS
¡Oh Sangre Preciosísima de vida eterna!, precio y rescate de todo el universo, bebida y salud de nuestras almas, que protegéis continuamente la causa de los hombres ante el trono de la suprema misericordia, yo os adoro profundamente y quisiera compensar, en cuanto me fuese posible, las injurias y ultrajes que de continuo estáis recibiendo de las creaturas humanas y con especialidad de las que se atreven temerariamente a blasfemar de Vos. ¡Oh! ¿Quién no bendecirá esa Sangre de infinito valor? ¿Quién no se sentirá inflamado de amor a Jesús que la ha derramado? ¿Qué sería de mí si no hubiera sido rescatado con esa Sangre divina? ¿Quién la ha sacado de las venas de mi Señor Jesucristo hasta la última gota? ¡Ah! Nadie podía ser sino el amor. ¡Oh amor inmenso, que nos ha dado este bálsamo tan saludable! ¡Oh bálsamo inestimable, salido de la fuente de un amor inmenso! Haced que todos los corazones y todas las lenguas puedan alabaros, ensalzaros y daros gracias ahora, por siempre y por toda la eternidad. Amén.
CONSIDERACIÓN:
LA SANGRE DE JESÚS NOS ENRIQUECE DE GRACIAS EN EL BAUTISMO
I. Jesús quiso humillarse haciéndose bautizar por San Juan; y hecho esto, «se
rasgaron los cielos, el Espíritu Santo descendió sobre él en figura de paloma y
se oyó una voz que decía: “Este es mi Hijo amado”» (San Mateo III, 16-17). Tal
sucede en el sacramento del bautismo. Borrada la culpa original en el
bautizado, se le abre el paraíso, que por la misma se le había cerrado;
arrojado de aquella alma el demonio, desciende a ella el Espíritu Santo; la
cual adornada con su gracia, es adoptada de Dios por hija. Alma mía ¿qué favores
son estos? ¿y tú no lo tomas en cuenta? ¿y no amarás la Sangre de Jesús que te
mereció tan grandes bienes?
II. Herido el Corazón de Jesús, vertió Sangre y Agua, y entonces fue cuando
aquella Sangre comunicó al Agua el poder de obrar en el bautismo tan admirables
efectos, como nos lo asegura Santo Tomás (Romanos VI, 3-4). ¿No sabéis acaso,
dice San Pablo, que quién se bautiza, es bautizado en la muerte de Cristo?
(Romanos VI, 3-4). «Por la Sangre de Jesús, añaden san Buenaventura y San
Agustín, en el bautismo el alma es libertada de la esclavitud del demonio y
bañada con esa Sangre queda limpia y cándida» («Somos sacados de la esclavitud
del diablo por su Sangre en el bautismo». San Buenaventura, Los diez
mandamientos, sermón II. «Con aquella Sangre te harás cándida». San
Agustín, De la perseverancia. 4, Del cultivo del campo del Señor, cap.
4). En efecto, las gracias que se nos comunican en el bautismo son fruto de la
Preciosa Sangre. ¡Oh Sangre divina, os tributo las más rendidas gracias por
tamaños favores! Si otra cosa no puedo hacer, al menos prometo honraros
siempre, hasta el último aliento de mi vida.
III. El sacerdote, poniendo sobre el bautizado un blanco lienzo, dice: «Recibe
esta cándida túnica; para que conservándote limpio como ella, puedas en el
juicio divino, obtener la sentencia de eterno premio». Pero, ¡oh dolor! Con el
pecado hemos manchado la hermosa estola de la inocencia, arrojando de nosotros
al Espíritu Santo y de hijos de Dios, nos hemos convertido en esclavos de
Satanás ¿Qué otra cosa podemos esperar, sino terrible condenación? Ah, si
queremos librarnos de ella, lavémonos con nuestras lágrimas y con la penitencia
valorizada con los méritos de la Sangre de Jesús, recuperemos la gracia de Dios
y de esta manera volveremos a adquirir la celestial herencia, que habíamos
perdido por el maldito pecado.
EJEMPLO
La beata Catalina de Raconigi, dominica, se abrazó a la cruz desde pequeña, a
fin de conservar la gracia adquirida en el bautismo, poniendo toda su confianza
en la Sangre divina. Un día que estaba rezando ante la imagen de San Pedro,
mártir, este se le apareció con un cáliz en la mano, y le dijo: «bebe, que está
lleno de la Preciosa Sangre», y apenas gustó de aquella Sangre, se le apareció
Jesús cargado con la cruz y la animó a padecer. Tentada a no creer en la
Presencia Real de Jesús en el Santísimo Sacramento, rechazó la tentación y
mereció ver en el aire al Niño Jesús, que de sus cinco llagas derramaba Sangre
en un cáliz. Con el pasar de los años, crecieron también las tentaciones, al
extremo de aparecérsele visiblemente el demonio e incitarla a la desesperación
asegurándole que estaba condenada, mas ella lo venció diciendo: «Jesús mío,
espero en Vos, que me habéis rescatado con vuestra Sangre». Fue calumniada,
perseguida, atribulada, sufriéndolo todo con constancia, hasta el punto de la
muerte, y entonces su alma del todo hermosa y adornada con la inocencia
bautismal se voló al cielo (Domingo María Marchese OP, Diario dominicano.
Vida de la Beata. 4 de septiembre). Si hasta ahora hemos vivido tan
diversamente de esta beata, si el pecado nos ha hecho perder los dones
recibidos en el santo bautismo, animados de confianza en la divina Sangre,
lavémonos con ella en el segundo bautismo, que es la confesión, y la Sangre
Preciosa nos volverá a dar la gracia santificante y nos hará participantes de
la gloria eterna en su bienaventurado reino.
Se medita y se pide lo que se desea conseguir.
OBSEQUIO: Apenas os levantéis y antes de acostaros, pedid de rodillas la bendición a Jesús crucificado.
JACULATORIA: Tú me volviste el Cielo
amigo: Sangre Preciosa, yo te bendigo.
ORACIÓN PARA ESTE DÍA
Misericordioso Jesús, mucho habéis padecido al derramar vuestra Sangre, para aparejarme en ella el medio con el cual por el santo bautismo, fuera borrada en mi la culpa, embellecida el alma con la estola de la inocencia y ¡hecha heredera del Paraíso! Pero ¡Ay de mí!, que por tantos pecados cometidos después he perdido la inocencia y el paraíso. ¿No habrá tal vez remedio alguno para mi desventura? ¡Oh Sangre Preciosísima, cuánto agradecimiento os debo! ¡Todo lo habéis remediado! Con la penitencia por vos enriquecida, puedo yo volver a la gracia de Dios y recuperar la herencia del Cielo. Sed por ello mil veces bendecida, y en agradecimiento de tan gran beneficio, os prometo sincero amor y fiel esclavitud hasta la muerte. Amén.