DÍA 12
MES DE JUNIO DEDICADO AL
SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
D. FELIX SARDA Y SALVANY, Pbro.
ACTO DE CONTRICIÓN
Por la señal, etc.
¡Dulcísimo Corazón de Jesús, que en este Divino Sacramento estáis vivo e inflamado de amor por nosotros! Aquí nos tenéis en vuestra presencia, pidiéndoos perdón de nuestras culpas e implorando vuestra misericordia. Nos pesa oh, buen Jesús, de haberos ofendido, por ser Vos tan bueno que no merecéis tal ingratitud. Concedednos luz y gracia para meditar vuestras virtudes y formar según ellas nuestro pobre corazón. Amén.
DÍA 12
EN EL SAGRADO CORAZÓN, HALLAREMOS EL MÁS
SEGURO MAESTRO
I
Consideremos hoy el Sagrado Corazón de Jesús. A peso de oro y a costa de largos viajes buscan los hombres para sí, aventajados maestros, y tienen por sumo honor y gran dicha hacerse discípulos suyos y aprender de sus labios humanas ciencias. A menos costa y con menos fatiga podemos nosotros encontrar en el Sagrado Corazón de Jesús el más seguro maestro.
Dos clases de lecciones nos da este Divino Preceptor: unas exteriores, por medio de la voz de la Iglesia; otras interiores, por medio de su secreta inspiración. ¿Y qué enseña? Grandes verdades, máximas de vida eterna, consejos de salvación, prudencia toda celestial. Adoctrinados por ese Maestro Divino, se han visto en la Iglesia de Dios, hombres y mujeres sin letras, admirar y confundir a los sabios, y dejar a los venideros, monumentos de profunda ciencia interior, no adquirida en las escuelas, sino en el trato y familiaridad con este Sagrado Corazón.
¡Oh, Maestro de verdad! ¡Oh, libro siempre abierto para quien desea penetrar sus secretos! ¡Oh, cátedra santa, donde ni Moisés ni los profetas, ni los filósofos, sino el mismo Dios, dicta lecciones de verdad a los discípulos de su Corazón!
Abrid, Señor, el mío, para que reciba dócil tan divinas enseñanzas y las siga y las practique con toda fidelidad.
Medítese unos minutos.
II
¿A quién has escuchado hasta hoy, alma mía? A maestros de seductoras palabras que te han guiado por caminos de perdición.
Han sido tus maestros; el mundo con sus necias máximas, las pasiones con su maligna sugestión, la vanidad, el amor propio, la ira y demás apetitos desordenados. Estas lecciones he escuchado, Jesús mío, y estas me han hecho permanecer sordo a los suaves consejos de vuestra ley. Hablad ahora, Señor; hablad, Divino Maestro, que vuestro fiel discípulo os escucha. Hablad a lo íntimo de mi corazón desde las profundidades del vuestro; oiga yo vuestra dulce voz, y aprenda de ella los secretos de la vida eterna que nadie más, me puede enseñar. Sordo quiero ser en adelante a todos los que, hasta hoy, me han seducido o engañado.
¡Oh, Maestro Divino! ¡Admitidme en la escuela de vuestro Corazón, de donde han salido tantos y tan aprovechados discípulos! Ignorante soy como un niño, haceos cargo de mi ignorancia, compadeceos de mi cortedad. No quiero por maestro más que a Vos: enseñadme, Maestro mío, a hacer siempre vuestra santa voluntad.
Medítese, y pídase la gracia particular.
DESPUÉS DE LA MEDITACIÓN DE CADA DÍA
ORACIÓN Y ACTO DE CONSAGRACIÓN
Rendido a vuestros pies; oh, Jesús mío, considerando las inefables muestras de amor que me habéis dado y las sublimes lecciones que me enseña de continuo vuestro adorabilísimo Corazón, os pido humildemente la gracia de conoceros, amaros y serviros como fiel discípulo vuestro, para hacerme digno de las mercedes y bendiciones que generoso concedéis a los que de veras os conocen, aman y sirven.
¡Mirad que soy muy pobre, dulcísimo Jesús, y necesito de Vos, como el mendigo de la limosna que el rico le ha de dar! ¡Mirad que soy muy rudo oh, soberano Maestro y necesito de vuestras divinas enseñanzas para luz y guía de mi ignorancia! ¡Mirad que soy muy débil, oh poderosísimo amparo de los flacos y caigo a cada paso, y necesito apoyarme en Vos para no desfallecer! Sedlo todo para mí, Sagrado Corazón: socorro de mi miseria, lumbre de mis ojos, báculo de mis pasos, remedio de mis males, auxilio en toda necesidad. De Vos lo espera todo mi pobre corazón. Vos lo alentasteis y convidasteis cuando con tan tiernos acentos, dijisteis repetidas veces en vuestro Evangelio: Venid a Mí... Aprended de Mí... Pedid, llamad... A las puertas de vuestro Corazón vengo pues hoy, y llamo, y pido, y espero. Del mío os hago, ¡oh, Señor! firme, formal y decidida entrega. Tomadlo Vos, y dadme en cambio lo que sabéis me ha de hacer bueno en la tierra y dichoso en la eternidad. Amén.
***Aquí se rezará tres veces el Padre Nuestro, Ave María y Gloria, en recuerdo de las tres insignias, cruz, corona y herida de la lanza, con que se apareció el Sagrado Corazón a Santa Margarita María Alacoque.