III LA HORA SANTA
12. ¿En qué consiste la Hora Santa?
Consiste en una hora de oración mental o vocal, la noche del jueves al viernes, en unión con Jesucristo nuestro Señor, triste hasta la muerte en su agonía del Huerto de los Olivos.
13. ¿Cuál es su origen?
Esta piadosa práctica tiene su origen en las palabras dirigidas por el Corazón de Jesús a Santa Margarita María: «Para acompañarme en aquella mi humilde oración que ofrecí entonces a mi Padre en medio de tantas angustias, te levantarás de las once a las doce de la noche del jueves al viernes para postrarte una hora conmigo, rostro en tierra.»
14. ¿Cuáles son los fines de este piadoso ejercicio?
Son los siguientes:
1° Mitigar de algún modo la amargura que experimentó Jesús en su agonía por el abandono de sus Apóstoles.
2° Pedir misericordia por los pecadores.
3° Orar por los agonizantes y por los afligidos.
4° Movernos aun vivo dolor de nuestros pecados, causa de la angustia mortal de Cristo.
15. ¿Cómo debe practicarse la Hora Santa?
Puede practicarse en común o en privado, ante el Santísimo o en su propia habitación. En su esencia se reduce a compenetrarse de los sufrimientos del Corazón de Jesús en su agonía, en su Pasión, y de parte de los pecadores condoliéndose y dándole gracias.
Las personas inexpertas en la oración mental pueden hacer el Vía crucis, rezar el Rosario con los misterios dolorosos, las Letanías del Sagrado Corazón o del Santo Nombre de Jesús, cinco Padrenuestros, Avemarías o Glorias a las cinco llagas, etc.
IV - PRIMER VIERNES Y GRAN PROMESA
1. ¿Qué día del mes se consagra especialmente a honrar al Corazón de Jesús?
El primer viernes de cada mes.
2. ¿En qué se funda esta práctica?
En los deseos manifestados por el Corazón de Jesús a Santa Margarita María y en los de S. S. León XIII.
3.: ¿Cuáles son las palabras de Santa Margarita María?
«Se me apareció el Señor resplandeciente de gloria y me dijo: Atiende a mi voz y a lo que te pido. Comulgarás todos los primeros viernes de mes para reparar en cuanto pudieres los ultrajes que he recibido en el Santísimo Sacramento del Altar durante el mes.» Y en una carta añade: «Todos los viernes, pero especialmente el primero de cada mes, están consagrados a honrar al Corazón de Jesús.»
4. ¿Cuáles fueron las palabras del Vicario de Cristo?
El 21 de julio de 1899 escribía el cardenal Mazella, por encargo especial de S. S. León XIII, a todo el episcopado católico: «Ardentísimamente desea Su Santidad que se propague por todas partes la práctica altamente recomendable de hacer algunos ejercicios en honor del Sagrado Corazón el primer viernes de cada mes.»
5. ¿Cuáles son los ejercicios más indicados para este fin?
Los más indicados son: Oír la santa, Misa, visitar al Santísimo Sacramento del Altar, meditar sobre el Sagrado Corazón, rezar sus Letanías, y el acto de consagración según la fórmula compuesta por León XIII y ligeramente modificada por Pío XI. Pero el acto cumbre, pedido por el mismo Sagrado Corazón, es hacer la Comunión reparadora, objeto de una promesa magnífica, llamada la Gran Promesa.
6. ¿Cuál es esta promesa?
Es la duodécima, que brilla entre las restantes como el sol entre los astros, y cuyo texto es el siguiente: «Yo te prometo, en la excesiva misericordia de mi Corazón, que su amor todopoderoso concederá, a todos los que comulgaren nueve primeros viernes de mes seguidos, la gracia de la penitencia final; no morirán en mi desgracia ni sin recibir sus Sacramentos, haciéndose mi Corazón su asilo seguro en el último momento.» (Octubre de 1689)
7. ¿Cuántas cosas se comprenden en esta promesa?
Se comprenden tres cosas:
1ª La penitencia final, o sea, no morir en desgracia de Dios.
2ª La de no morir sin Sacramentos.
3ª La de que el Sagrado Corazón le servirá de asilo seguro en aquella hora postrera.
8. ¿Es auténtica la Gran Promesa?
Sí, la Gran Promesa tiene todas las garantías de certeza histórica que desearse puedan; y así vemos que S. S. Benedicto XV la reproduce textualmente en la Bula de canonización de la Santa.
9. ¿Qué certeza nos da de nuestra eterna salvación?
No puede darnos una certeza absoluta e infalible de eterna salvación, ya que, según el Concilio de Trento, nadie la puede tener sin expresa revelación personal del mismo Dios; pero sí una certeza moral humana, suficiente para desechar vanos temores y andar con el corazón dilatado por el camino del cielo.
10. ¿No podría inducirnos al pecado de presunción?
El presuntuoso que, habiendo hecho esta Novena de Comuniones, tomara pie de la promesa para pecar a sus anchas, apartarse de los Sacramentos y descuidar su salvación, se excluiría él mismo del beneficio de la Gran Promesa. El Corazón de Jesús no quiso brindarnos con un estímulo de pecado sino con un poderoso auxilio para asegurar nuestra perseverancia practicando su santa ley. De Dios no se ríe nadie.
11. ¿Cómo ha de interpretarse, por lo tanto?
Ha de interpretarse diciendo que los que hayan cumplido fielmente todos los requisitos señalados recibirán una gracia poderosa para no pecar o una gracia omnipotente para salir fácilmente del pecado, logrando así su salvación por los medios auténticos: la fe, la observancia de los mandamientos y el estado de gracia.
12. ¿Qué sentimientos debe inspirarnos tan espléndida promesa?
Una confianza arraigadísima en la voluntad salvífica del divino Corazón, y un ardiente deseo de responder generosamente al amor de quien tanto nos ama para lograr la perseverancia final.
13. ¿Qué trascendencia tiene la perseverancia final? .
Es la gracia más importante y decisiva, pues de ella depende nuestra eterna salvación. Sin ella quedan sin fruto todas las demás.
De ahí se infiere el precio inestimable de la Gran Promesa, pues, rectamente interpretada, da a los que comulguen nueve primeros viernes de mes seguidos, con las condiciones requeridas, la certeza moral de obtener la perseverancia final.
14. ¿Cuál es la primera condición exigida por Cristo nuestro Señor?
Es que las nueve comuniones han de hacerse los primeros viernes de cada mes y que las nueve sean seguidas.
Sí la interrupción procediera de ocurrir el primer viernes en Viernes Santo, se proseguiría la Novena un mes más tarde. Y lo mismo si se interrumpiera por causa de enfermedad u otra imposibilidad; pero lo más seguro es volver a empezar la Novena.
15. ¿Cuál es la segunda?
La segunda consiste en comulgar en estado de gracia, con intención recta y en honra del Corazón de Jesús.