Capítulo VI
EL REINADO DEL CORAZÓN DE JESÚS
1. ¿Cómo puede relacionarse la devoción al Sagrado Corazón de Jesús y su reinado en el mundo?
Puesto que la devoción al Corazón de Cristo se propone el triunfo de su amor en todos los corazones, puede decirse con toda exactitud que su fin es extender en el mundo el reinado de Jesucristo.
2. ¿Existe un vínculo estrecho entre ambas devociones?
Si, porque Jesús es Rey de amor y por el amor quiere atraer a las almas. De donde se deduce que la devoción al Sagrado Corazón es el medio más eficaz para extender el reino de Cristo.
3. ¿Es también el sentir de la Iglesia nuestra Madre?
Sin duda alguna. Al instituir la Fiesta de Cristo Rey, Pío XI ordenó que en tal día se renovara todos los años la Consagración al Corazón de Jesús.
4. ¿Cuál es el fundamento de la realeza de Cristo?
Radica en la unión admirable de la naturaleza humana con la divina. En virtud de esta unión, llamada hipostática, no sólo ha de ser adorado Cristo por los ángeles y por los hombres como Dios, sino que le deben obediencia y sujeción en cuanto Hombre. (Encíclica Quas Primas)
5. El reino de Cristo ¿es espiritual o temporal?
El reino de Cristo es principalmente espiritual y se refiere a las cosas espirituales. Cuando la turba intentaba proclamarle Rey, Él declinó siempre tal honor. Además, su doble título de Redentor y Sacerdote da a su dignidad real un señalado carácter espiritual. (de la misma encíclica.)
6. ¿Cuál es la forma visible del reino de Cristo?
La forma visible del reino de Cristo es la santa Iglesia, Arca de Noé, fuera de la cual no cabe salvación; ciudad levantada sobre el monte para que todos la puedan ver y distinguir, con su cabeza visible, que es el Papa; sus miembros visibles y sus ritos también visibles, que son los Sacramentos.
7. ¿No tiene Cristo poder sobre las cosas temporales?
Indudablemente Cristo recibió de su Padre derecho absoluto sobre todas las cosas creadas y todas deben someterse a su: arbitrio. «Erraría, pues, gravemente, dice la referida encíclica, quien pretendiese arrebatar a Cristo el poder sobre las cosas temporales.»
8. ¿A quiénes se extiende el reino de Cristo?
El imperio de Jesucristo, dice el papa León XIII en su encíclica Annum sacrum, se extiende no sólo sobre los pueblos católicos y aquellos que regenerados por la fuente bautismal, pertenecen por derecho a la Iglesia, sino que abraza también a los que están privados de la fe cristiana, de modo que todo el género humano está bajo la potestad de Cristo.
9. ¿Cuál es el principal adversario del reino de Cristo?
Es el príncipe de las tinieblas, Satanás, cuyo grito de rebeldía contra Dios abrió los abismos infernales y que inspira a todos sus secuaces las palabras de repulsa de los judíos contra el Salvador: «No queremos que Éste reine sobre nosotros.»
10. ¿Cuáles fueron los enemigos más temibles suscitados por el demonio contra el reino de Jesús?
Pueden señalarse entre los más destacados:
- Los emperadores romanos, que desencadenaron crueles persecuciones con el fin de ahogar en sangre la nueva religión.
- Los herejes arríanos, quienes, tras el velo de fórmulas capciosas, pretendían despojar a Jesucristo del cetro real de su divinidad.
- Los protestantes, al dirigir sus embates contra la cabeza visible de la Iglesia, negando que esta fuera norma de fe y sustituyéndola por el libre examen.
- Los jansenistas, cuyo extremado rigorismo moral causó verdaderos estragos precisamente en el mismo siglo que las revelaciones de Paray.
- El laicismo, que niega, sobre todo, el reino social y civil de Jesucristo.
11. ¿Qué dice a este propósito el papa Pío XI?
Llama a la herejía jansenista la más astuta de todas, pues al presentarse como defensora indignada de la moral cristiana, predica que no tanto ha de amarse a Dios como Padre, cuanto temérsele como implacable juez, mostrándose así enemiga del amor de Dios y de la piedad.
En cuanto al laicismo, dice el mismo Pontífice, puede llamarse la peste de nuestra edad, porque niega el imperio de Cristo sobre las gentes, a su Iglesia el derecho de enseñar a los pueblos, sometiendo la religión cristiana a la potestad civil y llegando a veces hasta a prescindir en absoluto de Dios.